Simone de Beauvoir, la filósofa que estaría en contra de la operación bikini

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A lo largo de la historia, la sociedad ha rendido culto al cuerpo, especialmente durante el verano, cuando los cánones de belleza dictan cómo deberíamos lucir en la piscina o en la playa. Las redes sociales y los medios de comunicación son un altavoz de esta obsesión: se promocionan operaciones estéticas, alineadores de dientes invisibles, ejercicios milagrosos para lograr un cuerpo perfecto…

Esta preocupación por la apariencia no es nueva. Durante siglos han sido principalmente las mujeres las que han soportado esta presión sobre sus hombros. La sociedad siempre ha exigido más de ellas. Las críticas a estas imposiciones tampoco son nuevas. Simone de Beauvoir ya criticaba la definición tan restrictiva de la belleza femenina, que aunque ha podido variar en su concepción, ha contribuido a la cosificación de la mujer.

Jairo Cardona, magíster en filosofía política y moral por la UTP de Colombia, explica cómo la filósofa cree que la mujer ha sido “instruida para llamar la atención del hombre”, y que han sido los mismos hombres quienes han “construido y mantenido dichos cánones con el fin de controlarla y decirle cómo debe vestirse, comportarse y cuál es su lugar”. La sociedad “construye a las mujeres para que respondan a las exigencias que la misma cultura ha establecido, ya que no puede permitir que sus miembros salgan de este orden y reglas de comportamiento”, según explica Jessica Fernanda Castro, licenciada en filosofía. En la actualidad, las mujeres tienen nuevos métodos para cumplir con estos estándares de belleza. Las exigencias estéticas que pesan sobre ellas trascienden los antiguos mecanismos que tenían para adaptarse a lo que se esperaba de ellas. Los avances en medicina y tecnología han puesto al alcance de cualquiera las operaciones estéticas o los retoques fotográficos.

Beauvoir ya decía en El segundo sexo que “la mujer se verá en la necesidad de realizar prácticas deportivas como la gimnasia, los masajes, el baile, el modelaje, decide su peso, su color de tez, etc., entre otras actividades, las cuales tratan de resaltar la belleza y los atributos femeninos”. A las mujeres se les han enseñado todas estas cosas desde que eran pequeñas, según explica Cardona a infoLibre, “se les inculca que deben ser bonitas, vivir para agradar a los demás; internalizan estos roles sociales y para cumplir con ellos renuncian a ser ellas mismas”. 

El pensamiento de esta filósofa es actual si pensamos en cómo se sigue esperando que las mujeres se depilen, se pongan morenas en verano o hagan la operación bikini. Estas no dejan de ser “imposiciones que recaen sobre las mujeres en tanto que objetos que tienen que ser moldeados y modelados” a los ojos de los hombres, según afirma Mercedes López Mateo, filósofa del equipo de Filosofía&co y autora de un su libro sobre Simone Weil. Además, López Mateo ve en la operación bikini un añadido negativo, y es que es algo periódico, se da cada año: “Esto recuerda que no tenemos ningún futuro abierto a nuestra elección y a nuestra libertad, cada verano las mismas obligaciones y las mismas críticas por no ser más que objetos para el disfrute mascuiino”.

La línea entre la salud y los cánones

Es cierto que puede existir una fina línea entre el cuidado saludable del cuerpo y la preocupación por encajar en los cánones de la sociedad. Pero la escritora ve en la operación bikini un ejemplo del “eterno femenino” contra el que tanto luchó Beauvoir. El objetivo de esta filósofa era romper con la idea de que existe una esencia femenina inmutable, buscaba que cada mujer pudiera tener autonomía para construir su propia vida, por ello López Mateo cree que “es difícil encontrar una convivencia entre la operación bikini y sus cánones con esta idea de Beauvoir de rebelarse contra la imposición del eterno femenino del mito de la mujer”.

En este intento (voluntario o involuntario) de las mujeres de hacer realidad lo que se espera de ellas, la tecnología les ha tendido la mano. El retoque fotográfico y los filtros en redes sociales ayudan aún más a mostrar la imagen que se espera de ellas: tener una piel lisa sin arrugas ni imperfecciones, tener la nariz más pequeña o los labios más grandes… Las redes sociales son una herramienta más para reproducir la imagen que la sociedad les impone, pero además, son un medio nuevo para reconocer al otro. Y aunque no había nada que se pudiera parecer a esto en la época en la que vivió Beauvoir, Cardona cree que estaría en contra del uso de filtros precisamente porque dificultan el “reconocimiento intersubjetivo real”. En las redes a menudo “se construye una imagen diferente, donde tengo los ojos o la boca distintos, las personas se muestran como querrían ser, pero en realidad esta es una imagen construida que niega un reconocimiento verdadero”.

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Para la filósofa, el proceso de descubrir nuestra propia identidad está estrechamente ligado a la forma en que somos reconocidos por los demás. No nos construimos de manera aislada, sino a través de la interacción con los demás y la manera en que nos reconocen como seres humanos. Por eso el uso de filtros impediría que a las mujeres se las reconociera como sujetos, puesto que la mirada (necesaria para el reconocimiento) se posa en realidad sobre un objeto, en una imagen artificial de la persona que ha creado la propia mujer para acercarse a los cánones de belleza. López Mateo está de acuerdo con esta interpretación, pues considera que los filtros son “los moldes preexistentes que ocultan nuestra autenticidad para seguir unos patrones ya establecidos”. Beauvoir estaría en contra en la medida en que el existencialismo habla de la necesidad de ser “un ser auténtico, un ser que se inventa a sí mismo”. Según cree Cardona, “Beauvoir diría que los filtros son un encubrimiento de la mujer”, porque esta “no es ninguna de esas cosas, la mujer no es ninguno de los estándares de belleza, no está en su ser, sino que culturalmente se le ha implantado”.

A pesar de estas críticas hipotéticas, también podríamos imaginar que Beauvoir no se limitaría a ver únicamente aspectos negativos en la actualidad. Aunque criticara los estereotipos de belleza restrictivos y la cosificación de las mujeres, también reconocería los avances y cambios positivos que hemos vivido desde que ella vivió.

Beauvoir, según expone Cardona, diría que “todos esos condicionamientos sociales no tienen nada que ver con la mujer, en la medida en la que la mujer se construye a sí misma, se desprende de todos esos condicionamientos”. Este profesor cree que la filósofa vería cómo en la sociedad actual la mayoría de las mujeres se alejan de todas estas imposiciones. “Muchas no quieren tener hijos, viven solas, no quieren casarse, tienen trabajos en muchos campos… La mujer se ha dedicado a descubrirse como sujeto libre y se inventa a sí misma y crea el sentido de su propia vida”. 

A lo largo de la historia, la sociedad ha rendido culto al cuerpo, especialmente durante el verano, cuando los cánones de belleza dictan cómo deberíamos lucir en la piscina o en la playa. Las redes sociales y los medios de comunicación son un altavoz de esta obsesión: se promocionan operaciones estéticas, alineadores de dientes invisibles, ejercicios milagrosos para lograr un cuerpo perfecto…

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