¿Por qué siempre nos faltan horas en el día para hacer todo lo que queremos? ¿Por qué nunca parecemos cumplir con nuestros objetivos a pesar de no parar? ¿Por qué tenemos la necesidad de estar activos constantemente? Todas estas (auto)exigencias han dado como resultado la “sociedad del cansancio”. Así lo cree el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, quien describe una sociedad donde predominan la multitarea, la autoexigencia constante o el rendimiento extremo.
En su obra La sociedad del cansancio, Byung-Chul Han expone que las personas ya no están guiadas por la dominación, la represión o la obligación de un ente externo —a esto lo llama “sociedad disciplinaria”—. El paradigma ha cambiado, y actualmente según su teoría vivimos en una “sociedad del rendimiento”. En esta los sujetos creen que viven en libertad, pero son ellos mismos los que se limitan. Reina la filosofía del “Yes, we can”, que anima al positivismo, pero que al mismo tiempo crea “depresivos y fracasados”. Ana María Fernández Poncela, doctora y profesora investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana en México explica en conversación con infoLibre cómo “ya no es el deber y la obediencia lo que disciplina el cuerpo como señalaba Foucault, sino que es el poder de la coacción interna de la mente lo que nos empuja a la libre obligación de la autoexplotación”.
El peligro de querer estar siempre al 100%
La extendida positividad y proactividad que caracteriza nuestra sociedad nos está afectando de manera negativa según la teoría de Han. Las demandas constantes de rendimiento y éxito se tornan imposibles en muchas ocasiones, por lo que nos invade el sentimiento de culpa. La productividad y la eficacia dejan de ser algo que nos imponen desde fuera, ahora somos nosotros los que nos exigimos estar al 100% constantemente, superándonos en cada momento. Esto para el pensador es muy negativo y provoca un agotamiento constante. De hecho, Han llega a considerar el “multitasking” como una “regresión”.
El filósofo denuncia cómo “el exceso de trabajo y rendimiento” se convierte en “autoexplotación”. Esto es mucho más efectivo que la “explotación por otros” porque, según defiende, “va acompañada de un sentimiento de libertad”. Y es que “el explotador es al mismo tiempo el explotado. Víctima y verdugo ya no pueden diferenciarse”. Isabel Gutiérrez Ramírez, periodista colombiana, explica cómo esa “batalla interna” que libramos intentando superarnos a nosotros mismos puede llegar a generar “culpa y terminar en ansiedad y depresión”. Eduardo Putul, profesor guatemalteco, está de acuerdo, y afirma a infoLibre que “ahora, la fatiga y el agotamiento provienen de lo digital, del cansancio de que no haya novedad. Despertamos con la idea de la novedad y de lo inmediato, condenándonos a la hiperactividad y luego a la ‘novedad’”. Añade que hoy en día creemos que “significamos más cuanto más producimos”, lo que hace que adquiramos “una autodependencia a la ansiedad y depresión, culpando de nuestros males a la inacción y a la contemplación”.
Por su parte, Ana María Fernández Poncela añade que siguiendo la filosofía de Han se podría hablar incluso de “cansancios” (en plural), y “tienen que ver sobre todo con la actividad, y también con la actitud mental. Todo alrededor agota y fatiga, la hiperactividad, las multitareas, la rapidez, la hipercomunicación, la presión por el rendimiento y la maximización de la productividad, así como el consumismo y el estar conectados en todo momento y lugar”. Y a pesar de que reconoce cómo “un poco de estrés es positivo para el movimiento y la vida”, su “cronificación dañan el cuerpo y el alma”.
Aún así, Byung-Chul Han no ve como negativo per se lo que nos anima a tratar de conseguir nuestras metas y objetivos: “En realidad, lo que enferma no es el exceso de responsabilidad e iniciativa, sino el imperativo del rendimiento, como nuevo mandato de la sociedad del trabajo tardomoderna”.
Necesitamos aburrirnos más
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El filósofo surcoreano también critica la “hiperactividad absolutista propia de la sociedad de rendimiento” y hace un llamamiento a la pausa, a la reflexión, a la contemplación, e incluso al aburrimiento. En la sociedad frenética actual, donde las redes sociales y las plataformas digitales nos ofrecen contenido breve y fácil de consumir, Han reivindica la pausa y la atención. Lo inmediato y la novedad hoy en día han sustituido a lo perdurable: “Contamos con innumerables herramientas digitales que nos facilitan la vida, sin embargo, nos alejan de lo tangente, de lo palpable a las manos. Nos limitamos a lo inmediato, al alcance de un desliz de los dedos”, comenta Eduardo Putul. La filosofía de Han critica la obsesión por la ocupación que, al contrario de hacernos más productivos, nos hace más dispersos, y nos hace perder el foco en las tareas importantes. Esto nos provoca un “nerviosismo personal” y “una intranquilidad social” que incide en un “agotamiento que aleja socialmente (y se complementa con entretenimiento que distrae y evade)”, añade Ana María Fernández Poncela.
Eduardo Putul, siguiendo con la filosofía de Han, asegura que “es necesario vivir en la tierra y no en ‘Google Earth’, tratando de fortalecer esos lazos que el capitalismo voraz ha roto” al mismo tiempo que debemos “perfeccionar nuestra atención hacia lo cotidiano y bello de la vida”, volver a darle “valor a las cosas y recuperar la conexión hacia lo que verdaderamente da significado a nuestras vidas”.
“Los logros culturales de la humanidad, a los que pertenece la filosofía, se deben a una atención profunda y contemplativa. La cultura requiere un entorno en el que sea posible una atención profunda”, afirma el filósofo en La sociedad del cansancio. Sin embargo, la “atención profunda” en la actualidad es reemplazada por una forma de “hiperatención”, que nos hace poner el foco al mismo tiempo “en diferentes tareas, fuentes de información y procesos”. En esta misma línea, el autor defiende el aburrimiento y la contemplación como motores del “proceso creativo”.
¿Por qué siempre nos faltan horas en el día para hacer todo lo que queremos? ¿Por qué nunca parecemos cumplir con nuestros objetivos a pesar de no parar? ¿Por qué tenemos la necesidad de estar activos constantemente? Todas estas (auto)exigencias han dado como resultado la “sociedad del cansancio”. Así lo cree el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, quien describe una sociedad donde predominan la multitarea, la autoexigencia constante o el rendimiento extremo.