'Desde aquella oscuridad', el libro que propone Gervasio Sánchez para hacer autocrítica del presente

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Afganistán, Irak o Bosnia son algunos de los países a los que Gervasio Sánchez ha llevado su cámara. Este 2022 se cumplen cuarenta años de la primera vez que el periodista se lanzó a cubrir un conflicto armado. 

Desde 1982 Gervasio Sánchez ha acudido a lugares de los que otra gente huía, y ha reflejado con ayuda de su objetivo la brutalidad de la guerra y el dolor de los civiles que la sufren. Sus fotografías muestran realidades que intuimos pero que no queremos ver o nos es molesto contemplar, y el eufemismo “conflicto bélico” no es suficiente para explicar las barbaries que se reflejan en ellas. Además, este periodista literario ha acompañado muchas de sus imágenes con palabras, recuperando las historias de sus protagonistas. Habiendo sido testigo de tantas tragedias que estas han terminado pasándole factura. Reconoce que después de décadas viendo de lo que es capaz el ser humano, se ha visto “obligado a desconfiar”. 

“A lo largo de mi carrera profesional ha habido momentos en los que pensaba que el mundo iba a mejorar. Por ejemplo, cuando cayó el muro de Berlín pensé que todo iba a ir a mejor porque ya no había excusa; ya no había guerra fría ni era necesario matarnos. Muchos compañeros pensamos que nos íbamos a quedar sin trabajo, pero al contrario. No sólo no bajó la violencia, sino que incluso podríamos hablar de que ha aumentado”, porque, como explica el periodista, la sofisticación armamentística ha hecho que los conflictos sean mucho más duros que hace décadas. Resalta que nuestro deber es intentar entender por qué todos los seres humanos, ”independientemente de nuestra educación o nuestra ideología”, somos capaces de transformarnos en “bestias” y de causar tanto daño. 

Cuando los puentes de convivencia entre las comunidades empiezan a resquebrajarse, aparece lo peor del ser humano

Sostiene que la guerra o el genocidio no son exclusivos de un cierto tipo de sociedad. Cuando se habla de conflictos armados no se puede decir que “eso es cosa de negros y analfabetos”. Ejemplo de ello es la sociedad alemana de la Segunda Guerra Mundial, que era “blanca” y tenía un nivel cultural “altísimo”. Sin embargo, un “tipo con bigote llamado Hitler fue capaz de manipular de una manera brutal" a esta nación entera. 

El problema es que “cuando los puentes de convivencia entre las comunidades empiezan a resquebrajarse, aparece lo peor del ser humano”. Por ello, con los libros que nos recomienda leer este verano pretende que comprendamos mejor el comportamiento humano, pero también los últimos conflictos a nivel internacional.

“Lo más sano que uno puede hacer en su tiempo libre es leer, leer de manera incluso compulsiva”, asegura Sánchez. Este periodista nos propone El efecto Lucifer. El porqué de la maldad. Esta obra de Philip Zimbardo le interesa porque “cuenta de alguna forma qué hace que una buena persona pueda actuar con maldad” o “cómo se puede seducir a una persona moral para que actúe de manera inmoral”. Este libro puede ayudarnos a comprender por qué a día de hoy se siguen produciendo conflictos, pero también para comprender la historia reciente. El periodista pone de ejemplo lo que se vivió en la Alemania nazi, donde muchas personas -que a priori eran honradas- acabaron siendo partícipes o cómplices del asesinato de miles de judíos.

Aunque las guerras acaban cuando se firma un pedazo de papel llamado paz, sus consecuencias pueden durar décadas

En esta línea también recomienda Yo, comandante de Auschwitz, las memorias de Rudolf Höss, el criminal de guerra nazi y comandante de Auschwitz. En este autorretrato se muestran las dos caras del genocida. Por un lado, habla de su vida normal y feliz como padre de cuatro niñas, y por otro habla de su “trabajo de operario mortífero en un campo de exterminio”. Este libro muestra cómo “un tipo que fue dueño de la vida y la muerte durante años y que fue el máximo responsable de cultivar un millón de muertos era al mismo tiempo un padre de familia”. 

El periodista asegura que podemos leer muchas cosas, pero es importante acudir a “las claves de la historia”, a los libros que te permiten entender mejor lo que ocurre en el mundo. Es el caso de la obra de la escritora y periodista Gitta Sereny Desde aquella oscuridad. Conversaciones con el verdugo Franz Stangl, comandante de Treblinka. Este libro recoge las entrevistas de Sereny con el comandante Franz Stangl y todo su círculo -familia, amigos, supervivientes del campo de exterminio de Treblinka…-. A través de estas conversaciones se pone sobre la mesa la “banalidad del mal”, el hecho de que “actos de tal horror y crueldad fuesen llevados a cabo por hombres ordinarios”. 

Libros como estos “permiten entender el pasado para que el presente sea distinto”. Sánchez cree que, conociendo los errores que hemos cometido, podemos construir un futuro mejor. Esto lo aplica también a la memoria histórica: “Habiendo tenido una guerra civil como la nuestra, las nuevas generaciones tienen que conocer lo que pasó. En muy pocos años, en comparación con otras guerras, se cometieron muchas atrocidades, y se deben conocer”. Considera vergonzoso que en nuestro país los políticos se pongan de acuerdo para que no salgan a la luz los secretos de Estado. “Gracias a los papeles que se hacen públicos en países como Estados Unidos se pueden investigar históricamente los tiempos lógicos, y no los tiempos irreales que se están planteando aquí en este país”, apunta. 

Esto le recuerda a Los amnésicos. Historia de una familia europea, un libro de Géraldine Schwarz que cuenta la historia de una familia alemana que descubre cómo su abuelo, valiéndose de las leyes nazis, compró en 1938 una empresa judía a un precio ínfimo. Tras la guerra, la familia que era propietaria del negocio le reclama una indemnización, pero el abuelo niega sus responsabilidades como Mitläufer –término que se usó para llamar a los alemanes que “se dejaron llevar por la corriente” del nazismo–. Sánchez destaca que en esta historia la familia alemana actúa de manera amnésica, fingiendo no saber nada de la compra de la empresa judía. Entiende que “este libro es muy interesante para entender cómo la mayoría de la población que colabora con un régimen injusto acaba luego mirando hacia otro lado”. Y añade: “En una guerra no son sólo responsables los que disparan, también son culpables los que jalean a los que disparan, los que aplauden a los que disparan, los que señalan a los que hay que disparar y también son culpables los que miran hacia otro lado”

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Recalca que es “fundamental” estudiar el pasado e intentar comprenderlo. De esta manera podremos ser autocríticos y tener una visión distinta y más amplia de lo que ocurre a día de hoy. La cultura es el medio perfecto para este acercamiento. “Todo lo que he aprendido en este mundo lo he aprendido de la experiencia personal y leyendo a personas especializadas”, asegura el periodista a infoLibre. Considera que vivimos momentos de “gran convulsión ideológica” en Europa, pero debemos recordar “lo que hemos aprendido a partir del 45, que no vale la pena matarnos entre nosotros, porque puede costarle la vida a millones de personas”. 

Tampoco debemos olvidar que aunque “las guerras acaban cuando se firma un pedazo de papel llamado paz, sus consecuencias pueden durar décadas”. Esto lo ha reflejado en varios de sus libros. Vidas minadas (1997), Vidas minadas. Cinco años después (2002) y Vidas minadas, diez años muestran los efectos de las minas antipersona. Estos proyectos de fotografía documental nos acercan a las vidas de víctimas en Angola, Mozambique, Afganistán, Camboya, Irak, El Salvado, Nicaragua, Colombia y Bosnia-Herzegovina. 

A finales de 2023 publicará su cuarto libro, en el que volverá a hablar con los mismos protagonistas 25 años después. Mónica –una mujer ciega de Colombia– o Manuel –originario de El Salvador y con sus dos piernas amputadas– vuelven a ser mirados a través de su lente para recordar cómo las minas antipersona pueden acabar destrozando vidas. 

Afganistán, Irak o Bosnia son algunos de los países a los que Gervasio Sánchez ha llevado su cámara. Este 2022 se cumplen cuarenta años de la primera vez que el periodista se lanzó a cubrir un conflicto armado. 

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