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Otros festivales, otra arquitectura

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Agosto hace con la cultura lo mismo que con las aceras. Donde antes había animación y barullo, ahora hay bolas de espino rodando por el suelo. Muchas salas de teatro cierran temporada, los conciertos se convierten en festivales —la música es una de las pocas beneficiadas por el calor— y los cines se llenan de taquillazos de verano, en ocasiones de calidad dudosa. Pero no todo es páramo. Durante el mes más duro del verano hay iniciativas que resisten aquí y allá pese a la temperatura y la llamada de la playa. 

Música

Los festivales de música llevan algunos meses acaparando titulares. Durante el incendio de un escenario en el Tomorrowland de Santa Coloma de Gramanet (Barcelona) y la evacuación de los 22.000 espectadores recordaba inevitablemente al accidente laboral que se cobró en el Mad Cool de Madrid la vida del actor y acróbata Pedro Aunión. Las colas para acceder al Arenal Sound barcelonés, que se celebra esta semana y que comenzó nueve horas antes de lo previsto debido a la gran afluencia, contrastan con los veinte festivales cancelados en 2017 por diversas razones que van del desacuerdo con la administración a la falta de viabilidad económica. 

Nos alejamos de las grandes citas para escaparnos a aquellas que no destacan ni por las estrellas de sus carteles ni por las multitudes que congregan, sino por su espíritu y localización. Pueden ser absolutamente modernos, como L'Estrany del Bosc de Can Ginebreda (Porqueres, Girona, 4 y 5 de agosto), que se autodenomina un "festival de música insólita" y auna música electrónica y artes visuales. Este bosque mediterráneo estará reservado en esta novena edición a colectivos musicales, y tendrá como siempre una zona de acampada en plena naturaleza. Pero también está la Festa da Carballeira (Zas, A Coruña, 4 y 5 de agosto), que ha transformado las fiestas tradicionales del Santísimo Sacramento en un pequeño festival de folk entre árboles y queimada. 

Cine

Quedarse en Madrid en agosto puede ser duro, y más si hay niños a los que entretener. Para salir del dúo helado-piscina, la Cineteca del centro cultural Matadero, perteneciente al Ayuntamiento de Madrid, ha puesto en marcha varios ciclos de cine familiar que se extenderá durante todo agosto. La muestra incluye películas como Billy Elliot, El mago de Oz, ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, Los cazafantasmas, Los Goonies, Regreso al futuro, Hook, el Capitán Garfio o Toy Story. Muchas de ellas tienen pases tanto en versión original como doblada

Teatro

 

Carmen Machi y Manuela Paso en Antígona, una versión de Miguel del Arco.

Cuando otras salas del mismo tipo cierran sus puertas, el Pavón Teatro Kamikaze deja las suyas bien abiertas. Para celebrar las fiestas de San Cayetano en su madrileño Lavapiés, este proyecto nacido hace ahora un año organiza el San Pavón, un minifestival que se cierra el 5 de agosto con la actuación del asturiano Pablo und Destruktion. Luego, para pasar agosto, el teatro de la compañía Kamikaze recupera Antígona, una versión de Sófocles firmada por Miguel del Arco y lanzada en 2015 dentro del proyecto Teatro de la Ciudad. El reestreno que lleva a escena de nuevo a Carmen Machi y Manuela Paso (del 9 de agosto al 3 de septiembre).

Arte 

Sus fotografías retroiluminadas y coloreadas no tienen —solamente— fines estéticos. El proyecto Forensic Architecture, arquitectura forense, está casi más cerca de la investigación histórica que de las prácticas artísticas, por aunque sus trabajos se expongan en el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA) hasta el 15 de octubre. Este grupo de investigación basado en la universidad londinense de Goldmiths esta integrado principalmente por arquitectos de distintas trayectorias, aunque también forman parte de él cineastas, periodistas y diseñadores. Su objetivo es analizar —gracias a satélites, escáneres y trabajo de campo— localizaciones arquitectónicas que hayan sido escenario de vulneraciones de los derechos humanos. Los fines para los que usan sus conclusiones van desde extraer información y hacerla comprensible al público hasta servir de prueba a fiscalías y organizaciones como las Naciones Unidas.

Entre sus investigaciones se encuentran casos de actualidad, como los centros de tortura y detención en Camerún en la lucha contra Boko Haram o la cárcel siria de Saydnaya, cerca de Damasco, donde se ha torturado y maltratado a miles de personas. Pero también desarrollan estudios históricos, como el de los antiguos campos de concentración en la ex Yugoslavia. 

Libros

 

Gloria Fuertes se hace mayor a los 100 años

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El 28 de julio se cumplieron 100 años desde que la poeta Gloria Fuertes nació en el madrileño barrio de Lavapiés, en 1917. Son varias las editoriales que han aprovechado el centenario para rescatar su obra, sobre todo la dirigida al público adulto, sepultada bajo la popularidad de sus trabajos para niños. Más allá del programa Un globo, dos globos, tres globos o de sus Canciones para niños, Fuertes fue una escritora más que prolífica que publicó una veintena de poemarios —sin contar los más de 30 libros infantiles— en los que destacan su pacifismo, su feminismo, su reivindicación del lenguaje sencillo y la cultura popular y la herida que le dejó la soledad al final de su vida.  

Entre los títulos editados, destaca El libro de Gloria Fuertes, editado por Jorge de Cascante con el sello Blackie Books, que no es solo una recopilación de algunos de sus mejores versos, sino un homenaje a la figura de la poeta hecho con cariño y dedicación. La antología se completa con pasajes biográficos, anécdotas, fotografías y una edición cuidada. Reservoir Books ha editado también su propia antología, Me crece la barba, como ha hecho Nórdica con Geografía humana y otros poemas. El sello Torremozas —especializado en literatura escrita por mujeres—, sin embargo, es el que más se ha volcado en el aniversario. Sus apuestas para 2017 incluye Isla ignorada, el primer libro que publicó Fuertes, en 1950, una antología de poemas de amor titulada Pecábamos como ángeles y una de greguerías o poemas breves llamada Glorierías. Para que os enteréis.

 

Agosto hace con la cultura lo mismo que con las aceras. Donde antes había animación y barullo, ahora hay bolas de espino rodando por el suelo. Muchas salas de teatro cierran temporada, los conciertos se convierten en festivales —la música es una de las pocas beneficiadas por el calor— y los cines se llenan de taquillazos de verano, en ocasiones de calidad dudosa. Pero no todo es páramo. Durante el mes más duro del verano hay iniciativas que resisten aquí y allá pese a la temperatura y la llamada de la playa. 

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