“Primero el humor y luego tu ego”: Flavita Banana y su receta para reírse sólo cuando le apetece

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El humor tiene muchas caras. En seguida nos viene a la cabeza un cómico o cómica en medio de un escenario intentando arrancar con su monólogo carcajadas a un auditorio. Pero dicen que una imagen vale más que mil palabras, ¿no? “El imaginario común asocia todavía el dibujo a lo infantil y a lo ligero, lo que nos concede más pasaporte para hacer crítica. Se nos toma menos en serio.” Así define en una conversación con el equipo de infoLibre la viñetista Flavita Banana, pseudónimo de Flavia Álvarez Pedrosa, las posibilidades expresivas del humor gráfico.

Después de darse a conocer en redes sociales, la ilustradora comenzó a colaborar con medios como S Moda, Orgullo y Satisfacción y la revista Mongolia. Actualmente, es viñetista habitual de El País. Ha recibido diversos galardones por su trabajo, destacando el premio Mingote, y ha publicado varios libros, el último, Archivos Lunares (2022).

Para Flavia, la aparente sencillez y el atractivo cómico de las viñetas las convierten en un vehículo especialmente eficaz para transmitir mensajes e ideas, “la albóndiga perfecta para dar la pastilla al perro”. “El usuario quiere contenido breve, autorreferencial, que le haga sentirse listo al pillar el chiste. Y, al pillarlo, le he colado el mensaje que quería transmitir”, continúa la dibujante, que incide en el perfecto encaje del formato de las viñetas en redes sociales.

Sobre la relación entre humor y política, Flavia defiende que, aunque pueden conjugarse, “el humor bueno va siempre de abajo hacia arriba, desde el lado del ciudadano/espectador”. Para la artista, a la hora de hacer política, el sentido del humor solo puede aplicarse una vez que se ha dado a conocer debidamente una determinada situación. “Es el último estadio de la comprensión: solo cuando te has pasado el juego puedes reírte de él”. Por tanto, su utilización como herramienta política para despistar o encubrir falta de datos “es hacer el bobo”. Tampoco aprueba a los políticos con ínfulas cómicas: “Poco pueden usar el humor, salvo para referirse a sus semejantes. Y, en ese caso, parecen críos”.

¿Puede el humor servir como remedio para la crispación? Para Flavia, la mejor medicina es la conexión limitada, es decir, informarnos lo justo y a través de medios lo más objetivos posibles. "El humor puede ser un buen añadido, un paliativo digamos. Una salsa para tragar las cosas con más sabor”.

Abordamos el debate sobre lo políticamente correcto. “Tampoco creo que haya ido demasiado lejos, debemos revisarnos siempre”, comenta la ilustradora, para la que sí existen líneas rojas a la hora de hacer comedia. Aunque el humor tiene límites, sus posibilidades, más allá de los tópicos, siguen siendo infinitas: “Si hay temas que ya no debemos tocar, siempre habrá otros. ¿Sabes la cantidad de temas que hay en el universo? Si no puedes reírte de los enanos, puedes reírte de las hamacas, el alquiler, el poder, las vacaciones, tu jefe, el brócoli, los patines, los planetas…” Los límites dependen también del momento y la audiencia, “hay chistes que ni aquí ni ahora, pero quizá luego y allí, sí”.

Precisamente en sus trabajos Flavia se ocupa de temas que van desde situaciones y objetos de la vida cotidiana hasta dinámicas recurrentes en las relaciones, el propio cuerpo o la absurdidad de la existencia. A partir de una mirada crítica, feminista y que rompe con el decoro convencional, la viñetista juega irónicamente con la identificación del observador en lo que ella misma denomina "humor triste".

No creo que lo políticamente correcto haya ido demasiado lejos. Si hay temas que ya no debemos tocar, siempre habrá otros. Si no puedes reírte de los enanos, puedes reírte de las hamacas, el alquiler, el poder, las vacaciones, tu jefe, el brócoli, los patines, los planetas…

En un plano más personal, Flavia nos confiesa la última vez que tuvo que esforzarse por contener la risa. “En una presentación de libro, un señor levantó la mano en el turno de preguntas e hizo la reflexión de 15 minutos de manual, sin aportar más que ego, citas y una lista de los libros que había leído y sin preguntar nada al final. A lo largo de toda su perorata, una amiga me miraba fijamente de lejos sabiendo muy bien lo que pensábamos, y tuve que reír por dentro muy fuerte, cosa que da mucho dolor de barriga y rojez en la cara”.

A pesar de esta anécdota, Flavia reconoce que reírse ya nunca le hace sentir incómoda. ¿Ni siquiera en momentos supuestamente solemnes como un funeral? “Si voy a uno es porque el muerto era amigo mío y en ese caso se reiría también”. Tampoco se siente obligada a forzar la risa por complacer: “No estoy programada para sacrificar el humor por hacer sentir bien a alguien. Primero el humor y luego tu ego”.

Una de sus debilidades son los videos de niños cayéndose o golpeándose por accidente. “Me gusta pensar que si ha llegado a las redes es porque no fue muy grave y los progenitores ya son capaces de reírse”, puntualiza con simpatía.

Humor y democracia, por Buenafuente y Flavita Banana

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Le preguntamos por su fórmula para unas vacaciones divertidas. “No asocio vacaciones a diversión, las asocio más a descanso. Para mí la diversión es trabajo”. No obstante, tras unos instantes de reflexión, termina por referirse a su semana de rigor en un camping de Maresme con su amiga Mireia: “Es algo que asegura diversión en las olas, escape de pedos y críticas mordaces a los guiris”.

Para amenizar el verano, nos recomienda los libros de Santiago Lorenzo. “Si no te ríes con ellos, quizá tengas que ir al médico de las emociones”. Como serie, opta por un clásico: The Office (versión americana). Al verla, no queda más remedio que “ir pausando para secarte las lágrimas”. En cuanto a la música, reconoce que anda en busca de recomendaciones divertidas.

¿En España, dónde se tiene más sentido del humor? ¿Y menos? Flavia prefiere no posicionarse, pero está dispuesta a que la persuadan: "No tengo suficiente información. Tradúzcase como invitadme a todos los pueblos de España e intentad convencerme". Sí se anima, en cambio, a terminar por todo lo alto, regalándonos su mejor chiste malo: "¿Dónde están los niños belgas? En coles de Bruselas".

El humor tiene muchas caras. En seguida nos viene a la cabeza un cómico o cómica en medio de un escenario intentando arrancar con su monólogo carcajadas a un auditorio. Pero dicen que una imagen vale más que mil palabras, ¿no? “El imaginario común asocia todavía el dibujo a lo infantil y a lo ligero, lo que nos concede más pasaporte para hacer crítica. Se nos toma menos en serio.” Así define en una conversación con el equipo de infoLibre la viñetista Flavita Banana, pseudónimo de Flavia Álvarez Pedrosa, las posibilidades expresivas del humor gráfico.

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