El 23 de enero de 2007, Ryszard Kapuściński fallecía, y ese día para Ramón Lobo fue un antes y un después en la forma de entender el periodismo. El periodista, una década tras su muerte, honraría su figura en el libro El día que murió Kapuściński. "Siempre me gustó emular a los grandes viajeros, cruzar el puente que separa este mundo del otro en crisis permanente, condenado al silencio informativo, a la no noticia", dice sobre sí mismo el que fue corresponsal de guerra, como Kapuściński, durante más de 20 años.
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"En un verano pandémico, entre ola y ola de covid-19, sería instructivo leer El jinete pálido de Laura Spinney", invita a descubrir Ramón Lobo dentro de la sección La cultura te hará libre, donde periodistas, políticos y politólogos comentan libros, series, películas u otras obras culturales para estos calurosos meses. El libro de Spinney, "un trabajo periodístico sobre la gripe de 1918, la mal llamada española", analiza el impacto de esta pandemia en varios países del globo, además de en el tiempo, comenzando por su inicio en las trincheras de la Primera Guerra Mundial.
La gripe española, surgida a principios del siglo pasado, tomó tal nombre porque los periódicos del país, neutral en la guerra mundial, dieron una amplia cobertura de la pandemia. Lobo cree que el texto de Laura Spinney, publicado un año antes de la llegada del coronavirus, se podría haber titulado La lección ignorada: "La medicina ha avanzado mucho en 100 años, no tanto la inteligencia política para defendernos de un virus planetario".
Ramón Lobo escribe semanalmente la columna Muros sin fronteras en infoLibre, y ha colaborado en numerosos medios como El País, Cadena Ser o Jotdown. “Si optan por la sonrisa, vean El método Kominsky”, recomienda. "Disfrutarán más si tienen una edad, sentido del humor y admiran a Michel Douglas y Alan Arkin". Los actores interpretan a los dos protagonistas: Douglas es Sandy Kominsky, un profesor de interpretación y antiguo actor, y Arkin es Norman Newlander, su representante. Ambos personajes encaran juntos la última etapa de su vida con dosis de humor.
El 23 de enero de 2007, Ryszard Kapuściński fallecía, y ese día para Ramón Lobo fue un antes y un después en la forma de entender el periodismo. El periodista, una década tras su muerte, honraría su figura en el libro El día que murió Kapuściński. "Siempre me gustó emular a los grandes viajeros, cruzar el puente que separa este mundo del otro en crisis permanente, condenado al silencio informativo, a la no noticia", dice sobre sí mismo el que fue corresponsal de guerra, como Kapuściński, durante más de 20 años.