La especialista en microbiología marina Josefina Castellví (Barcelona, 1935) comenzó su carrera cuando muy pocos en España, mucho menos mujeres, se dedicaban a la Oceanografía. Sin embargo, su aportación en esta materia ha sido tan relevante para conocer la Antártida, que resulta imposible no mencionarla en esta sección de Verano libre dedicada a recordar a algunas de las mujeres que marcaron la historia española del siglo XX.
Desde muy pequeña, su padre, médico de profesión, les decía a ella y a su hermana que debían estudiar una licenciatura para que lograsen ser independientes, y así lo hicieron. La elección de Josefina Castellví fue Biología, que cursó en la Universidad de Barcelona, y después se marchó a Francia para especializarse en Oceanografía en la Sorbona. Eran los años sesenta y en pleno franquismo resultaba muy extraño que las mujeres se formasen, y menos en Ciencias, pero la catalana sentía pasión por la bacteriología marina así que continuó trabajando en lo que más le gustaba. Y es que a su vuelta del país galo formó parte del Institut de Ciències del Mar, perteneciente al CSIC, al que pertenecía Antoni Ballester, el químico y oceanógrafo que apostó por llevarla a la Antártida.
"Ballester se marchó a la Antártida en 1966, invitado por científicos belgas, y volvió tan entusiasmado por lo que había visto e investigado, por el caudal de conocimientos que encerraba, que luchó para organizar una expedición española", relató Josefina Castellví en una entrevista en La Vanguardia. Sin embargo, la llegada española a la Antártida tendría que esperar dos décadas, mientras tanto los oceanógrafos acudían al continente blanco de la mano de las expediciones que realizaban otros países. Ella estuvo con una expedición argentina en 1984 y en 1986 con una polaca; en el año 88 sería la directora de la primera base española, la Juan Carlos I, en aquel continente.
"¿No ve que es un oficio de hombres?"
Durante sus primeros pasos en el Institut de Ciències del Mar, Josefina Castellví sufrió el machismo y la misoginia imperante de la época, pues en su primer día se extrañaron al ver aparecer a una mujer: "¿Qué hace usted aquí? ¿No ve que es un oficio de hombres?". En ese momento, la Oceanógrafa no supo muy bien qué responder, pero asegura que cuando se dio cuenta de que lo que esperaban de ella, al igual que de todas las mujeres, era que se dedicase a la docencia, les mintió y les espetó que su único objetivo era hacer la tesis doctoral. A partir de ese momento se las ingenió para ser una más, a pesar de que nunca se lo pusieron fácil y, años más tarde, en 1994, sería la directora de este centro.
"Un día le dije al director que necesitaba unas muestras –me las traían mis compañeros–, quería saber exactamente dónde se recogían, 'déjeme salir una vez, sólo una vez, no se lo volveré a pedir nunca más', le dije", así explica sus primeros pasos Josefina Castellví siempre que se le pregunta por sus inicios. Y así fue: en la siguiente salida no preguntó y se subió al barco, desde entonces siempre iría con su equipo. Esa no fue la única ni última vez que sufrió en su trabajo por ser mujer. Otra de las situaciones machistas que vivió fue cuando ya era la directora de la base Juan Carlos I en la Antártida, la científica se tenía que reunir con el director de la base chilena y este, al verla, le dijo: "Siéntese y espere, que tengo que recibir al director de la base Juan Carlos I".
"Tengo que volver a oír la música del hielo"
Aunque la carrera como oceanógrafa de Josefina Castellví se haya desarrollado durante más de 30 años, siempre que se la menciona es por su trabajo en la Antártida, en donde estuvo más de diez años investigando. Sin embargo, lo único que le molesta a la catalana es que se le denomine "pionera", porque para ella los únicos que lo fueron en el continente blanco son Ernest Shackleton y Richard Evelyn Byrd. En este sentido, tampoco quiere que se diga que fue primera la mujer en ir; razón no le falta, ya que la primera fue la noruega Caroline Mikkelsen, en 1935, pero sí que es la primera en investigar y la primera en dirigir una base.
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La implantación del laboratorio Juan Carlos I en la Antártida les costó mucho a los investigadores españoles; la idea fue de Ballester en 1966, pero hasta 1987 no se empezó a trabajar en ella. La creación no fue casual, sino que vino motivada porque España quería entrar en el Tratado Antártico y una de las condiciones era tener una base científica allí. Los investigadores se aferraron a esa situación, entre ellos Josefina Castellví, que sería la directora de los oceanógrafos españoles, y en 1988 inauguraron la primera base española en la Antártida, a la que seguiría la base Gabriel de Castilla, en 1990.
El director de la Juan Carlos I iba a ser Antoni Ballester, pero un ictus le paralizó todo el cuerpo y se tuvo que retirar de la investigación. La única persona que quiso sustituirlo fue Josefina Castellví, quien se puso al mando y dirigió el proyecto hasta 1994. La relación entre ambos era muy estrecha ya que fue Ballester quien apostó por Castellví para ir a la Antártida en la expedición polaca, junto con Agustí Julià y Joan Rovira.
Las duras condiciones que tienen que soportar los científicos en la Antártida hace que estos se conviertan en una familia, y por eso la Oceanógrafa nunca se olvida de la labor de Ballester ni de sus compañeros de expediciones. De hecho, Josefina Castellví no se olvidó de ellos en el documental Los recuerdos del hielo(2013) del director Albert Solé, en el que rinde homenaje a la historia de la catalana con la Antártida. Gracias a este reportaje la científica volvió por última vez a aquel continente a pesar de haber garantizado que no lo haría: "Ya sabes, Antoni, siempre he sido una mujer de impulsos, así que no me ha costado demasiado romper la promesa que hice en el año 94 de no volver jamás a la Antártida. No sé si es muy prudente hacerlo a mis casi 80 años, pero sé que ahora se ha convertido en una necesidad. Tengo que volver a ver esos paisajes llenos de recuerdos, tengo que volver a oír la música del hielo".
La especialista en microbiología marina Josefina Castellví (Barcelona, 1935) comenzó su carrera cuando muy pocos en España, mucho menos mujeres, se dedicaban a la Oceanografía. Sin embargo, su aportación en esta materia ha sido tan relevante para conocer la Antártida, que resulta imposible no mencionarla en esta sección de Verano libre dedicada a recordar a algunas de las mujeres que marcaron la historia española del siglo XX.