No sé cuántas voces femeninas habría entre los discos que atesoraba de adolescente en las estanterías de mi habitación, ni cuáles de los rasgueos de guitarra que rugían en la radio cada mañana provenían de las manos de una mujer. No sabría calcular cuántas de las canciones que he berreado en festivales habrían salido del talento creativo de una chica, ni cuántas técnicas, en femenino, habrán estado a los mandos de los conciertos que tanto extrañé durante la pandemia. El feminismo lleva siglos hablando de la representación de las mujeres y la importancia de tener referentes, esa cuestión simbólica que tiene mucho de efectos materiales y expectativas vitales. También, claro, en la música.
Las mujeres están en los escenarios, pero a veces cuesta verlas. Yo misma, para la confección de este listado, he tenido que esforzarme en encontrarlas, o al menos el esfuerzo ha sido superior al que me requerirían otras clasificaciones. Y ni siquiera he sido muy exigente: bienvenidas todas las bandas con al menos una mujer entre sus componentes.
El caso, decía, es que están. Aviso a navegantes: quien venga buscando a Dua Lipa o a Rosalía se va a llevar un chasco. Tampoco estarán Patti Smith, ni Ana Belén, ni siquiera mis admiradas Tanxugueiras. No porque sean menos válidas (innecesaria aclaración) sino porque son más visibles. Y bueno, porque este espacio que hace un ratito era un lienzo en blanco es nuestro pequeño rincón para compartir lo que nos dé la gana. Y a mí me apetecía presentaros a estas otras chavalas.
Allá por 2018, Mafalda publicaba el documental Las que faltaban. Por partes: no me refiero a la icónica muchacha argentina que ha llenado de ironía la vida de tantas generaciones gracias a la pluma de Quino. No, no: hablo de una banda que nació hace doce años en València y que hoy no deja de crecer. El caso es que en aquel año se liaron a hacer un documental, no sobre su genealogía, ni sus raíces, ni su experiencia sobre los escenarios, sino sobre las vivencias de sus compañeras en el panorama musical. Me parece, este, un buen comienzo. Así que esta buena gente es Mafalda y este es X, un tema que vio la luz con motivo de su décimo aniversario y cuya letra es un compendio de las principales canciones que han dado sentido a su carrera.
En otra zona del Mediterráneo, ya en suelo catalán, nació Milenrama. Aquí quien lleva las riendas es la vocalista, Pimen: una mujer llena de fuerza que rebosa punk rock por todos los poros de la piel. Turno de Fuck off!, uno de los títulos que vertebran su último disco.
Nos vamos, ahora, al norte. Primero con Ánxela Baltar y Violeta Mosquera, que juntas dan forma y sentido a Bala. Las dos gallegas han venido a revolucionar el mundo del rock y el metal, también con algún título en el idioma propio, así que no podía faltar por aquí Rituais, una de sus últimas propuestas. Y del gallego, al euskera. Turno ahora de Huntza, quienes hacen imposible la tarea de escuchar sin pegar algún que otro bote. ¡Ojo! Eso que escucháis no es un acordeón, es una trikitixa y suena de maravilla gracias a las manos de Josune Arakistain. Aquí va Odoletan.
Reconozco que no soy muy de salir de mis registros de confianza (siempre del lado del punk rock), pero no todo va a ser caña. Es verano y también queremos bailoteo. No se me ocurre nada mejor que Tremenda Jauría, quienes llevan años proponiendo una forma alternativa de moverse: "¡Viva el perreo y muerte al trabajo!", gritan cientos de gargantas al unísono en sus conciertos, como una suerte de emblema que viene a recordar que todo es político, también el noble arte de bailar. Para la playlist que nos ocupa, se hace un huequito Akelarre, una colaboración con otras artistas que vienen pisando fuerte y no están dispuestas a renunciar a su espacio.
Por ahí, en ese último tema, asoma Carmen Aguado, aunque en los créditos figura como Jazz Woman. Esta jovencísima valenciana viene a traer ritmo a través del rap, el trap, la salsa y la bachata. Un cóctel explosivo, vaya. Otra obra de esta artista que entra de lleno en este listado: La Selva.
Y cómo no iba a estar aquí la reina de todas las reinas: María Xosé Silvar. Quizá os suene más por su nombre artístico: Sés. No sé bien cómo definir artísticamente a esta cantautora gallega, su propuesta conjuga tantísimos estilos que solo se me ocurre una palabra capaz de definir el resultado: raíces. No cabe más garra en una garganta, ni más fuerza en el puño que golpea la pandereta de 2000 anos máis.
No puedo (en serio, no puedo, hay una fuerza extraordinaria que me lo impide) dejar fuera a dos grupos: The Baboon Show y The Interrupters. Los primeros vienen de la fría Suecia, nada mal para esta ola de calor. Su vocalista, Cecilia Boström, hace vibrar todo a cada paso que da y parece que sus cuerdas vocales van a reventar cada vez que grita con acento sueco Radio Rebelde, nombre que da título a uno de sus temas más populares, inspirado en ya sabéis qué. Los segundos llegan desde California y su líder es una auténtica rude girl. La voz de Aimee Allen te cobija de tal forma que hasta a los más escépticos nos convence de que, en realidad, nada es para tanto, que todo irá bien y que aún quedan cosas buenas ahí fuera. Para muestra, Good Things.
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Se va acabando esto y creo que no había otro final posible. Recuerdo aquel 2 de marzo de 2017 como si fuera ayer. Mis compañeros de redacción y yo estábamos a punto de comer cuando nos llegó el mensaje: Ana Isabel García Llorente acababa de fallecer de manera repentina. Solo me llevaba dos años. Era Gata Cattana. Hoy encuentro retales de esta estrella en casi todas las propuestas artísticas hechas por mujeres españolas, y pocas veces he visto con tanta intensidad ese suspirar colectivo cuando alguien evoca su talento. Una suerte de nostalgia que se abraza a la amarga sensación de injusticia tras su muerte y a la impotencia de ver frustrada una carrera prometedora. Ella recitaba orgullosa a todas sus referentes y hoy esta chavala que se fue demasiado pronto se ha convertido en una. Aquí, Lisístrata.
Un extra de regalo. Me dio por preguntar en redes sociales cuál era el top de grupos de mujeres para la gente de mi alrededor, así que por aquí dejo un extra con algunos (solo algunos) de los nombres que me llegaron, para todo el que quiera bucear: The Distillers, Perlata, Las ninyas del corro, Jinjer, Stand Atlantic, The Bridge City Sinners, Sweet Barrio, Belako, Ginebras, Susan Tedeschi, Brutus' Daughters y Yo no las conozco.
Por cierto, me he permitido la licencia de cambiar sutilmente el nombre de la sección. Por un día, se llamará Baila con nosotras. En femenino plural. ¡A disfrutar!
No sé cuántas voces femeninas habría entre los discos que atesoraba de adolescente en las estanterías de mi habitación, ni cuáles de los rasgueos de guitarra que rugían en la radio cada mañana provenían de las manos de una mujer. No sabría calcular cuántas de las canciones que he berreado en festivales habrían salido del talento creativo de una chica, ni cuántas técnicas, en femenino, habrán estado a los mandos de los conciertos que tanto extrañé durante la pandemia. El feminismo lleva siglos hablando de la representación de las mujeres y la importancia de tener referentes, esa cuestión simbólica que tiene mucho de efectos materiales y expectativas vitales. También, claro, en la música.