Pocas primaveras se recuerdan tan intensas como esta de 2018 en México. La campaña electoral terminaba con la victoria de un candidato al que se oponía la oligarquía, Andrés Manuel López Obrador; el gol de Hirving Lozano frente a Alemania en el Mundial provocaba un terremoto artificial; y la serie del ídolo pop más hermético de Latinomérica estaba, al fin, contando la verdadverdad. El pasado 22 de abril se estrenaba en Netflix Luis Miguel, la serie, un auténtico fenómeno que ha mantenido durante tres meses a decenas de miles de personas –a diferencia de lo que es habitual en esta plataforma, se estrenaba un capítulo cada semana— pegadas a sus pantallas esperando aclarar todas las sombras que han acompañado la larga carrera de El Sol de México.
Pese a que la premisa de la serie haya podido alejar a muchos espectadores prejuiciosos –Luis Miguel ha sido desde los ochenta un auténtico fenómeno cultural, con un público mayoritariamente femenino— que esperan encontrarse frente a un culebrón, la primera temporada se ha convertido en una joya sobre la masculinidad más tóxica destripada a través de la figura de Luis Gallego, más conocido como Luisito Rey, el turbio padre del cantante. Por eso, la serie de Luis Miguel no es un placer culpable, sino un placer a secas entre boleros y el tupé más famoso de México. Y es el retrato, también, de una clase social particular, blanca y adinerada; de ese (a veces incomprendido) quejido sobre el precio de la fama; y de lo que se tolera y se sufre a la familia por el simple hecho de compartir ADN.
El proyecto de Netflix empezó a forjarse después de que la cadena Univisión anunciara otra serie sobre el artista, aunque esta sin el beneplácito de Luismi. Coincide también con una de sus peores épocas de su carrera, con giras y conciertos cancelados y decenas de demandas acumuladas. Parecía que no había bronceado ni sonrisa perfecta ni baile de latin lover que pudiera hacer remontar su carrera. Pero ha pasado: con el éxito de su serie, himnos generacionales como Cuando calienta el sol, La incondicional, Tengo todo excepto a ti, Culpable o no (miénteme como siempre), Busca una mujer…. han ido escalando posiciones en lo más escuchando en plataformas como Spotify. Y estas son algunas de las razones:
Airear los trapos sucios
Son muchas las incógnitas que rodean la vida privada de este artista poco amigo de las entrevistas: sus hijos no reconocidos, la oscura relación con su padre y, el asunto más polémico, la desaparición de su madre, Marcela Bastieri, alrededor del año 1987. Meses antes del estreno de la serie, había quien se preguntaba si la serie entraría en estos episodios tan escabrosos. Lo hace, y con pocos reparos. La primera temporada se sitúa entre finales de los ochenta y la publicación de su primer disco de boleros, Romance (1991), y viaja a través de flashbacks alos primeros años de la carrera de Luismi (principios de los ochenta).
En los 13 capítulos le da tiempo para meterse de lleno en todos ellos, sobre todo en el fino retrato de Luisito Rey (nacido en Cádiz), padre y marido dominante, artista frustrado que pretende satisfacer sus sueños a través de su hijo, al que llega incluso a drogar con anfetaminas para que pueda enfrentarse a todos los compromisos artísticos. Rey fue el primer mánager de Luis Miguel y probablemente su único mérito (artístico y personal) sea el haber creado al personaje del Luis Miguel cantante: ese niño y adolescente que le cantaba al amor y al desamor cuando ni siquiera le había dado tiempo a experimentar esos sentimientos, vestido de traje impoluto, acicalándose el pelo de una manera casi obsesiva. Y, también, el Luis Miguel adulto, aclamado cantante melódico. El artista cortó su relación con él cuando tenía 19 años, harto de sus mentiras y manipulaciones, y casi en bancarrota por la mala gestión de Rey.
El gran capítulo desconocido de su vida, no obstante, es la desaparición de su madre cuando el cantante no había alcanzado la mayoría de edad. Ese capítulo nunca aclarado del todo ha dado pie a numerosos rumores: se ha dicho que Bastieri había acabado en un psiquiátrico, que había muerto en un tiroteo en Chihuahua, que había sido víctima de un asesinato dirigido por Luisito Rey. A nivel narrativo, el destino de la italiana Marcela Bastieri es el gran cliffhanger de la serie.
El equipo y el odio a Luisito Rey
Uno de los primeros teasers de la serie muestra a Luis Miguel en una lujosa mansión mientras su voz en off dice: "Durante décadas muchas personas han hablado de mi vida, pero ha llegado el momento de que mi verdad salga a la luz. Versiones hay muchas, verdad sólo hay una. Esta es mi historia". Pues sí, la gran novedad de este viaje a la intimidad de Luismi es que el propio cantante ha participado como productor (al igual que muchos de los actores) y se ha implicado activamente en el proyecto. ¿Afecta mucho a cómo sale parado su personaje? Puede, pero la serie no ofrece concesiones, como decíamos, con muchos de los pasajes más espinosos de su vida, incluida también la explotación laboral que sufrió de niño (promovida por su padre); y tampoco con El Sol. Los excesos con las mujeres y el alcohol, sus caprichos de niño rico, sus reprochables comportamientos con sus parejas… también aparecen.
La mayoría de los libretos, por otra parte, los firma el guionista Daniel Krauze. En un artículo en El País, Krauze reflexionaba así sobre la naturaleza de la serie: "Me parecía que en México hacía falta abordar a nuestras figuras pop sin ánimo de escarnio. Luis Miguel –ícono involuntario de los Mirreyes [tribu urbana mexicana formada por jóvenes ricos y ostentosos], intérprete que ha atravesado tantas facetas, mezcla irrepetible de estilos, nacionalidades y culturas– era el artista natural para ese análisis". Toda la idea del proyecto era montar "una ficción sobre los andamios de lo real" y, de paso, recorrer la década de los ochenta en México y lo que eso conlleva: los usos y abusos del PRI, la influencia de Televisa, el poder de la prensa rosa.
Óscar Jaenada y Anna Favella como Luisito Rey y Marecela Bastieri./ NETFLIX
Y luego está el trabajo actoral, con la especialmente reseñable labor que hacen Diego Boneta (Luis Miguel) y Óscar Jaenada (Luisito Rey). Boneta llegó incluso a separarse los dientes frontales para parecerse más al cantante y su característica diastema de juventud; mientras que Jaenada, igual que hizo en los biopics de Camarón y Cantinflas, vuelve a mimetizarse por completo en un personaje. Gracias a esa fantástica recreación del nuevo villano favorito de la televisión, detestar a Luisito Rey se ha convertido en un deporte nacional y han proliferado camisetas, tazas y todo tipo de cachivaches con la leyenda: "Te odio,Luisito Rey".
Cuando calentaba el sol
No es la primera serie que hace caja tirando de nostalgia: ahí tenemos a Stranger Things, ejemplo emblemático ya de una nueva tendencia televisiva que rescata héroes y modas del pasado. Y aunque no sea su propósito principal, Luis Miguel, la serie tiene mucho también de nostálgica.
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Acapulco se convirtió durante muchos años en el refugio de Luis Miguel y buena parte de la primera temporada tiene lugar en la espectacular urbanización en la que estableció su residencia. Pocas ciudades como esta de la costa pacífica (hoy en día, bastante afectada por la violencia del narcotráfico) muestran tan bien los vestigios de una época dorada: hoteles que perdieron el lustre y el confort hace más de una década, cócteles pasados de moda... El esplendor perdido de un destino turístico como hoy en día lo es Cancún. En cierta medida, Acapulco funciona como metáfora de la carrera de Luismi: del ídolo de masas desde su más tierna adolescencia al cantante maduro que no hacía más que acumular tropiezos. Pura nostalgia. Sin embargo, la serie le ha devuelto la pátina de aquel triunfador que todos aspiraban a ser.
La periodista Elena Reina resumía así en El País qué significa el cantante para la sociedad mexicana "Luis Miguel creció en la casa de cualquier mexicano desde principios de lo ochenta y todavía no se ha ido. Desde las más humildes hasta las más ricas. Y pocas cosas hay en México que hayan unido más que El Sol [...]. Todo lo que tenga que ver con su nombre de pila ha movido masas durante décadas. Y lo sigue haciendo". Esperemos que la serie continúe también por la misma senda y con el mismo buen tino.
Pocas primaveras se recuerdan tan intensas como esta de 2018 en México. La campaña electoral terminaba con la victoria de un candidato al que se oponía la oligarquía, Andrés Manuel López Obrador; el gol de Hirving Lozano frente a Alemania en el Mundial provocaba un terremoto artificial; y la serie del ídolo pop más hermético de Latinomérica estaba, al fin, contando la verdadverdad. El pasado 22 de abril se estrenaba en Netflix Luis Miguel, la serie, un auténtico fenómeno que ha mantenido durante tres meses a decenas de miles de personas –a diferencia de lo que es habitual en esta plataforma, se estrenaba un capítulo cada semana— pegadas a sus pantallas esperando aclarar todas las sombras que han acompañado la larga carrera de El Sol de México.