El periodista madrileño Carlos Sánchez, (1956), director adjunto de El Confidencial y colaborador de Hoy por hoy, en la Cadena SER, acaba de publicar Capitalismo de amiguetes, en HarperCollins, en el que repasa el “desgraciadamente abundante capitalismo clientelar vinculado al papel de la Iglesia, de las dictaduras y de los caciques locales” que ha provocado en España un “atraso histórico respecto a otros países”. La fuerza de territorios como Cataluña y el País Vasco los ha convertido en grupos de presión en favor de las regiones, no de sectores económicos, todo ello “desde la Restauración, pasando por la dictadura de Primo de Rivera, el franquismo e incluso la democracia”, expone. En su opinión, la Unión Europea y los organismos de fiscalización de los gobiernos han matizado este “capitalismo de amiguetes” aunque no lo han eliminado.
'Caso Koldo'
“No creo que el caso de Koldo García, con el que nos hemos despertado esta semana, tenga mucho recorrido político, sí acaso algo más mediático. No lo creo, a no ser que se descubra algo que todavía no sabemos, si hubiera algún miembro del Gobierno o del Partido Socialista que pudiera estar más implicado, pero no con la información que tenemos. No creo que tenga mucho recorrido porque creo que está muy focalizado en un individuo y en gente alrededor suya. Probablemente, el Partido Popular y la oposición conservadora intentarán estirar lo que ha pasado con este asesor del ministro Ábalos, pero desde el punto de vista político no creo que tenga mucho recorrido. Básicamente porque la información se ha convertido en una enorme trituradora. Los asuntos polémicos duran 48, 72 horas y luego se olvidan. Probablemente la semana que viene se hable ya muy poco de este asunto, si no aparecen noticias nuevas”.
Perspectiva de la legislatura
“Creo que el Gobierno puede tener estabilidad durante toda la legislatura. Los que pueden hacerle descabalgar, fundamentalmente los independentistas catalanes, saben mejor que nadie que lo más beneficioso para ellos es que Pedro Sánchez esté en La Moncloa. No digo que agote toda la legislatura, pero sí que durará todo lo que pueda. Probablemente, si consigue aprobar estos Presupuestos Generales del Estado después de la amnistía, puede tener por delante dos o tres años con cierta estabilidad, aunque con pocas leyes. Lo que va a cambiar respecto a la anterior legislatura es que en aquella se aprobaron numerosos decretos leyes y leyes, pero en esta se van a proponer muy pocas porque es una mayoría menos estable. Creo que hay muchos incentivos para que los independentistas lleven al límite sus relaciones con el Gobierno, pero luego muy probablemente continúen apoyándolo. Porque la alternativa es peor para ellos”.
¿Acercamiento PP-Junts?
“Creo que, en una próxima legislatura, si Vox –como apuntan las tendencias o las últimas elecciones en Galicia– muestra una tendencia hacia abajo, eso va a permitir al PP prescindir de su alianza con la ultraderecha. A partir de ahí, en una legislatura posterior puede haber algún tipo de acuerdo. Lo que le interesa fundamentalmente a Junts es volver a gobernar Cataluña y construir esa imagen de partido con capacidad de gobierno. Desde 2017, desde el momento álgido del procés, Junts y lo que fue antes Convergència jugaron a la radicalidad independentista. Creo que cuando consigan la amnistía volverán a una normalización de su estrategia y eso pasa por tener acuerdos con el PP. Al propio PP le interesa también, si quiere crecer por su izquierda, aparecer como un partido que le puede robar votos al Partido Socialista en su estrategia hasta llegar a acuerdos con los nacionalistas tanto vascos como catalanes. No en esta legislatura, pero en la próxima es muy probable que sí”.
Crisis en Vox y Sumar
“Creo que los partidos que están, digamos, en los dos polos del escenario electoral, tanto Vox como Sumar, viven procesos muy distintos, pero también ciertas semejanzas. Creo que los dos partidos, la plataforma Sumar y Vox, han llegado a su techo electoral. Es muy difícil que se repitan unas circunstancias que hicieron que Vox creciera fundamentalmente a raíz del procés catalán si la política española se va normalizando. Y creo que la ley de amnistía va en esa dirección. Por eso preveo que Vox se irá deslizando hacia abajo en los próximos años. Eso permitirá al Partido Popular ser un partido más, como comentan los politólogos, atrápalotodo, en el sentido de que va a buscar una mayor base social. En el caso de Sumar es algo distinto, porque no ha sido capaz de crear una estructura organizativa capaz de enfrentarse al Partido Socialista”.
Escenario para Sumar
“Es muy complicado ser gobierno y ser a la vez oposición, como ha intentado en algunas ocasiones Sumar y en particular su líder, Yolanda Díaz. El escenario que se plantea estratégicamente a Sumar es muy complicado. No solamente por las relaciones actuales con Podemos, que son, como es obvio, manifiestamente mejorables, sino también por sus socios integrados en la plataforma. El BNG ha conseguido muy buenos resultados en Galicia con una posición perfectamente diferenciada del Gobierno socialista y de Sumar. Es una señal que puede llegar a los partidos integrados en Sumar en Madrid, Cataluña o Valencia. Probablemente saben que sin una imagen propia les va a costar mucho aumentar sus apoyos electorales en el futuro. Creo que va a haber tensiones internas en Sumar. Hoy por hoy, ni Compromís ni Más Madrid ni En Comú Podem están dispuestos a integrarse en la plataforma Sumar y perder su identidad de partido. Eso dificulta mucho el futuro a Sumar”.
Quejas de las grandes empresas
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“En los tres últimos años se ha ensanchado la desigualdad a causa de la inflación, que ha generado enormes beneficios a las grandes empresas. Creo que es legítimo que los gobiernos, cuando hay situaciones extraordinarias, como que una empresa gane muchísimo dinero porque el precio del petróleo se va a 120, 125 dólares barril o porque la energía o el gas se disparen de manera descomunal, pongan impuestos para repartirlos entre los ciudadanos, que son los que al final han pagado esos beneficios extraordinarios. Eso ha ocurrido a lo largo de la historia en muchas ocasiones. Ahora nos parece muy anormal, pero países muy liberales, Reino Unido o Estados Unidos, tras la Primera Guerra Mundial pusieron un impuesto extraordinario a los a los bancos y a las grandes empresas porque estaba obteniendo beneficios fuera de lo normal. También ocurría después de la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos”.
Hacia una reforma fiscal
“Una reforma fiscal en profundidad creo que es lo que le falta a este país. Una solución de emergencia, transitoria, puede ser poner impuestos a la banca y a las eléctricas. Pero en el fondo el problema está en qué tipo de gravamen ponemos a las grandes empresas y creo que el impuesto de sociedades en los últimos 20, 25 o 30 años sólo ha bajado su presión fiscal, mientras que el impuesto sobre la renta ha permanecido prácticamente igual. ¿La solución cuál es? Evidentemente acercar cada vez más lo que pagan las empresas y lo que pagan los ciudadanos en el IRPF. El problema es que estamos en una Unión Europea donde hay libertad de flujo de capitales y, por lo tanto, si un país toma decisiones unilaterales, es probable que esas empresas se vayan a otro país. Es un problema europeo más que español. Pero me parece que en el caso concreto de los impuestos a las eléctricas y a las energéticas no está nada mal que los gobiernos tomen decisiones singulares”.
Protestas agrarias
“Son expresión de una situación muy complicada que ha vivido el campo en los últimos dos o tres años por el aumento de costes de productos fitosanitarios a los que obliga la Unión Europea para tener una agricultura de calidad. También los aumentos en costes de transformación y energía con una inflación nunca vista en 40 años. Ahora se está poniendo de manifiesto un problema estructural. La globalización de los últimos 40 años ha sido una liberalización completa de los flujos agroalimentarios y eso hace que muchas empresas europeas, y en particular los agricultores, hayan sufrido de una manera muy importante. En el futuro creo que va a haber más restricciones a los flujos agroalimentarios y eso puede ayudar a los agricultores, ganaderos, al mundo de la pesca, porque la globalización no está bajando de manera determinante, pero ha tocado techo. La propia Unión Europea se plantea cómo gestionar una globalización de rostro humano”.
El periodista madrileño Carlos Sánchez, (1956), director adjunto de El Confidencial y colaborador de Hoy por hoy, en la Cadena SER, acaba de publicar Capitalismo de amiguetes, en HarperCollins, en el que repasa el “desgraciadamente abundante capitalismo clientelar vinculado al papel de la Iglesia, de las dictaduras y de los caciques locales” que ha provocado en España un “atraso histórico respecto a otros países”. La fuerza de territorios como Cataluña y el País Vasco los ha convertido en grupos de presión en favor de las regiones, no de sectores económicos, todo ello “desde la Restauración, pasando por la dictadura de Primo de Rivera, el franquismo e incluso la democracia”, expone. En su opinión, la Unión Europea y los organismos de fiscalización de los gobiernos han matizado este “capitalismo de amiguetes” aunque no lo han eliminado.