El actual director del Instituto Cervantes, Luis García Montero (Granada, 1958), representa un peculiar perfil para un cargo público. Poeta y catedrático de Literatura, explica por qué aceptó trabajar dentro de la actual Administración: "Cuando asumí el Instituto Cervantes lo hice como un esfuerzo de colaborar desde una institución pública en un proyecto que consideraba necesario". Columnista habitual en las páginas de infoLibre, se muestra preocupado por la actual deriva política al entender que "las sociedades democráticas han retrocedido mucho en la capacidad de diálogo".
Negacionismo y pandemia
"Es difícil comprender el negacionismo frente a la vacuna. Cuando entra el irracionalismo, cuando entra la falsa noticia, cuando entra el miedo promovido a través de unas redes que no informan sino que manipulan, las consecuencias pueden ser tan absurdas como este miedo a la vacuna. Yo soy muy partidario, después de la cultura de la postmodernidad, de darle una segunda oportunidad a la Ilustración. La ciencia y la técnica son fundamentales. Me gusta siempre recordar dos versos de La aurora de Nueva York, un poema de Federico García Lorca, que dicen: La luz es sepultada por cadenas y ruidos en impúdico reto de ciencia sin raíces. Bueno, yo creo que la luz es fundamental, que la luz no puede ser sepultada, que la Ilustración tiene su compromiso con la sociedad, eso sí, hace falta que la ciencia tenga raíces humanas y esté al servicio de los seres humanos".
Comunismo o libertad
"Hablamos mucho de España y hay partidos que utilizan mucho la bandera de España. Pues vamos a hablar de España. Si pensamos en la deriva totalitaria del estalinismo, lo que fueron dictaduras gravísimas en los países del Este, hay motivos para ser muy críticos. Pero, en España, el PCE fue un partido fundamental en la lucha por la democracia, en la lucha contra el franquismo. La lucha por la democracia y el papel que jugó en la cultura democrática el PCE está unido a la democracia española. Soy consciente de que a lo mejor si el Partido Comunista hubiese gobernado en España en una situación parecida a la de Rumanía o a la de Rusia, pues hubiese habido el peligro de una deriva totalitaria, pero no fue esa la deriva del PCE y me parece que de manera muy razonable después participó en la Transición para asegurar la Constitución de la democracia española más allá de sus intereses particulares".
Fascismo o libertad
"Cuando se habla de fascismo o libertad, lo mismo que cuando se habla de comunismo o libertad, yo me planteo qué entendemos por libertad. Soy partidario de la dimensión democrática de la libertad, que parta de la autoridad del Estado a la hora de fijar reglas de comportamiento y reglas de convivencia. Soy partidario de una libertad que no se separe del otro gran concepto que la ha acompañado desde la Ilustración, que es el de igualdad. Responder a comunismo o libertad con fascismo o libertad lo único que sirve es para polarizar las cosas, y yo prefiero a la gente que explica que la libertad tiene una dimensión social y que hay muchos demócratas que defendemos la libertad y que no queremos confundirla con la ley del más fuerte. No soy muy partidario de entrar en guerras polarizadas, sino de explicar de qué hablamos cuando hablamos de libertad y de qué hablamos cuando hablamos de democracia y de igualdad".
Populismo
"Convivir con el populismo es un ejercicio para mí de precaución constante, porque es una palabra que se utiliza, lo mismo que "libertad", con muchos significados. Convivo con el populismo con un ejercicio de precaución porque mi democracia constitucional también está muy acostumbrada a ver que se utiliza la etiqueta de "populista" para descalificar cosas que me parecen de mucha razón. Si hay gente que se manifiesta en defensa de la sanidad pública porque determinada autoridad o determinado partido no está invirtiendo en sanidad pública pues es muy fácil que los dirigentes de ese partido digan: "Ya están los populistas en la calle". No. Cuidado con los que utilizan el concepto de "populismo" para defender un uso de las instituciones elitista que sirva para que las minorías acumulen riqueza empobreciendo la vida de las mayorías".
Intelectuales y política
"Hay muchos intelectuales que al posicionarse contra el populismo caen en la trampa que me asusta, que es abandonar reivindicaciones justas por miedo a las presiones populares. Me ha resultado muy curioso que la presión independentista, las trampas independentistas, el saltarse a la torera las leyes de los independentistas, el camuflar como derechos democráticos lo que eran actitudes muy poco democráticas y muy cercanas al fanatismo fascista, ha hecho que algunos intelectuales que eran referentes democráticos, que tenían un trabajo muy importante en sus profesiones, como filósofos, como escritores, se hayan ido escorando hacia los partidos que, de manera más manipuladora, utilizaban los conflictos para sacar ideas fundamentalistas y enfrentamientos que no solucionarán el problema. Eso me preocupa. Hay intelectuales que yo he respetado mucho en mi vida y que, por culpa de los independentistas, están en posiciones que uno identifica fácilmente con las proclamas de Vox o del Partido Popular más reaccionario".
La cultura
"A mí me gustaría que la cultura tuviese más peso en la política actual. Vivimos en un momento en el que la cultura neoliberal se ha ido imponiendo. La cultura como conciencia crítica aliada con la educación, como imaginación moral, como preparación para hacerse dueño de las propias opiniones, poco a poco ha ido siendo sustituida por otro concepto de cultura que es el del entretenimiento barato y zafio. Decía Albert Camus que una democracia se tiene que preocupar no solo por los horarios laborales, sino también por las horas de ocio y si se degradan las horas de ocio también se degrada la democracia. Por eso yo defiendo la cultura como conciencia crítica e imaginación moral y no como entretenimiento. Creo que debemos apostar por la cultura, precisamente para que forme nuestras conciencias y nos ayude a convivir. Para que nuestra libertad no sea la ley del más fuerte y sálvese quien pueda, sino la manera de comprometernos con la convivencia de una comunidad".
Gobierno de coalición
"Hago un balance positivo y, de hecho, cuando asumí el Instituto Cervantes lo asumí como un esfuerzo de colaborar desde una institución pública en un proyecto que consideraba necesario. Yo he vivido, en los ochenta y noventa, años de gobierno socialista donde más que comprometerse con políticas progresistas hubo una deriva hacia las puertas giratorias y hacia los intereses de las grandes empresas y de los bancos. Yo, eso, lo viví desde una izquierda que quería mantener sus valores pero que, con mucha frecuencia, caía en el izquierdismo de no saber cuál era la realidad y de caer en trampas como la famosa pinza por la cual la izquierda podía pactar con una derecha bastante sucia para intentar quitarse de en medio a un socialismo mal entendido. Yo nunca comprendí la pinza. El otro día se aprobó la ley de muerte digna y yo recordé todo lo que se aprobó en la primera legislatura del presidente Zapatero, en la que se aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo, una ley digna de interrupción del embarazo, una ley de dependencia, etc. Pues se trata de eso. Y esta legislatura está aprobando muchas cosas".
Democracia y PP
"A mí me parece que una democracia necesita un partido conservador que respete las reglas de la democracia y eso significa que se olvide de la tradición franquista que durante tantos años ejerció la dictadura en España. Pero, sobre todo, que evite la degradación populista de la democracia que han representado personas como Donald Trump o como Bolsonaro. Mis ideas no tienen que ver con el neoliberalismo, pero comprendo que haya gente que quiera defender el neoliberalismo dentro de las reglas democráticas y me parece muy peligroso desvirtuar la democracia y acabar con la democracia y con el Estado y con el respeto a las instituciones, para imponer ideologías de carácter reaccionario. Entonces yo creo que al PP le convendría la democracia porque si no lo va a devorar Vox y a la democracia le conviene un partido conservador democrático. Por eso, me gustaría una derecha que aprendiese a convivir, no como Donald Trump, en las reglas de las instituciones democráticas".
El diálogo
Ver másJosé Miguel Contreras: "El activismo más efectivo se ejerce votando"
"En general creo que las sociedades democráticas han retrocedido mucho en la capacidad de diálogo. Cada vez se invita más a las opiniones polarizadas, y eso es grave, porque las opiniones polarizadas lo que buscan es la comunión en identidades cerradas, en identidades que consideran al adversario como una amenaza y, por tanto, como un enemigo. Me preocupa toda una deriva que tiene que ver con el uso de los instintos bajos y de las obsesiones personales. Yo, por ejemplo, en estas elecciones pues veo que hay un reparto de papeles y que en la mayoría de los casos se juega con la polarización. Frente a eso, me gustan opciones no polarizadas, pero también me preocupo por los resultados electorales. Ya no sé si es pragmatismo, es miedo a la polarización o qué es lo que es, pero yo antes de votar me aseguraré que los tres partidos tienen el 5% porque esa es la única manera de que pueda haber un debate progresista y un acuerdo en la Comunidad de Madrid".
Libertad de expresión
"Yo soy muy partidario de que la libertad de expresión sea uno de los ejes de la democracia y los límites de la libertad de expresión que los pongan los tribunales, siempre que los tribunales tengan unas leyes acordadas por las instituciones democráticas, para respetar la libertad de expresión. Es un debate también muy importante para los medios de comunicación el de la responsabilidad. Yo soy muy poco partidario de que haya límites institucionales, de que el gobierno pueda entrar a valorar las opiniones de los medios de comunicación. Pero para que haya democracia, eso exigiría una responsabilidad de los medios de comunicación. El periodismo es un valor básico para la democracia, tiene que estar amparado institucionalmente pero es responsabilidad de los periodistas no convertirse en cortesanos, en mentirosos a sueldo, y trabajar dignamente en su oficio".
El actual director del Instituto Cervantes, Luis García Montero (Granada, 1958), representa un peculiar perfil para un cargo público. Poeta y catedrático de Literatura, explica por qué aceptó trabajar dentro de la actual Administración: "Cuando asumí el Instituto Cervantes lo hice como un esfuerzo de colaborar desde una institución pública en un proyecto que consideraba necesario". Columnista habitual en las páginas de infoLibre, se muestra preocupado por la actual deriva política al entender que "las sociedades democráticas han retrocedido mucho en la capacidad de diálogo".