‘Argentina, 1985’, el juicio a la dictadura contado de una forma emotiva y trepidante

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Prime Video, es decir, Amazon, ha producido una de las películas del año. Tras un breve y estipulado pase por las salas de cine, ya puede verse en su plataforma Argentina, 1985. La reflexión que aviva en España sobre la memoria histórica, sobre el juicio a la dictadura y la revisión de un pasado traumático ha sido recientemente analizada en infoLibre por David Gallardo.

La filmación se las arregla para centrarse en su objetivo principal, repasar un juicio único en la historia, sin dejar de ser un fantástico entretenimiento. El juicio a las Juntas fue el primero llevado a cabo por la justicia civil que sentenció a unos dictadores por sus aberrantes crímenes. Los juicios de Núremberg habían sido ejecutados por un tribunal militar internacional del bando ganador de la II Guerra Mundial.

Golpe de Estado militar en Argentina

En 1976, cuatro meses después de la muerte de Francisco Franco en España, una Junta de militares argentinos que reunía a los máximos mandatarios del Ejército de Tierra, Videla, de Mar, Massera y de Aire, Agosti, dio un golpe de Estado que prolongó la dictadura hasta 1983.

La Junta terminaba con el gobierno de María Estela Martínez Cartas, Isabelita Perón, marcado por la inestabilidad y en el que la violencia era creciente, tanto por parte de movimientos de extrema derecha y del propio ejército como por guerrillas de extrema izquierda.

Asesinatos, torturas, “desaparecidos”

La dictadura no hizo sino aumentar de forma trágica la violencia con torturas generalizadas, asesinatos, bebés robados y “desaparecidos”. Este último tipo de crimen, especialmente cruel, se realizó según confesó el propio Videla, para que la aparición de los cadáveres no hiciera evidente el fenómeno ante la sociedad. No contó con las Madres de la Plaza de Mayo, que reivindicaron a sus hijos con inteligencia y dignidad.

La torpe Guerra de las Malvinas, iniciada por la dictadura y terminada en derrota frente al Reino Unido, abrió una fisura social para la crítica política y para unas elecciones que ganó Raúl Alfonsín. Hasta ahí turbulenta historia de violencia, sufrimiento e injusticia.

El nuevo presidente había hecho campaña contra la impunidad de los crímenes políticos. Se abría con su victoria una estrecha rendija de oportunidad para hacer justicia. Lo que podía haberse quedado en un intento frustrado consiguió llevarse a cabo. A veces los mejores planes salen bien.

Un héroe a su pesar

Ese momento estelar es lo que recrea esta película. Y lo cuenta como una aventura judicial, que recuerda al cine clásico, con más ritmo y humor incluso. Una de las muchas elecciones interesantes que han tomado los guionistas de la película, su director, Santiago Mitre y Mariano Llinás, es centrar la acción en un héroe a su pesar.

Mitre afirma que “esta condición de persona que no quiere asumir el lugar que le ha tocado” permite un tópico muy cinematográfico, que le daba una asidera para construir un personaje interesante.

El fiscal que ha pasado a la historia argentina por liderar la acusación en este caso no era previamente un elocuente defensor de los derechos civiles. Julio César Strassera había sido hasta entonces un funcionario cascarrabias que había ejercido su profesión, también durante la dictadura, con una acción controvertida.

El milagro de su vida y de la historia de Argentina consistió, como se cuenta, en que, ante un reto único, este hombre hasta entonces pequeño se creció y supo estar a la altura. Casi sin medios y sin tiempo consiguió armar el caso contra los dictadores.

Ricardo Darín, su intérprete, fue incorporado al proyecto mucho antes de empezar con los ensayos, en la fase de escritura del guion, y se enfrentó por primera vez en su carrera a un personaje real, histórico.

Decidió junto al director no imitar a Strassera, sino captar algunos de sus principales rasgos. Su ácido sentido del humor, según quienes le conocieron, su mal carácter o su adicción al tabaco.

Un fiscal adjunto que no ha parado de crecer

Junto a Strassera, la suerte unió a otro personaje extraordinario, un joven fiscal de 32 años que no había llevado aún ningún caso, Luís Moreno Ocampo. Strassera falleció en 2015. Moreno Ocampo siguió llevando a cabo procesos determinantes para la historia de Argentina y posteriormente pasó a la actividad privada, dando clases en Stanford, Harvard o Yale. Fue Fiscal Jefe de la Corte Penal Internacional, encausando a varios dictadores, y vive actualmente en Los Ángeles.

Moreno Ocampo, interpretado por Peter Lanzani, reunió a un grupo de jóvenes que documentaron más de setecientos casos criminales en cinco meses para tratar de demostrar que las brutales tácticas que se repetían respondían a una orden centralizada, y que, por tanto, aun sin pruebas directas, los miembros de las Juntas habían sido los responsables.

Mitre, el director de la película, como Darín, ha abordado por primera vez un proyecto basado en la realidad. Diez años tardó la idea original en cristalizar. Los dos primeros se emplearon entrevistando y leyendo sobre el Juicio a las Juntas. Y fue el hallazgo de la pareja protagonista, el funcionario Strassera y el novato Moreno Ocampo, rodeados de jóvenes, lo que convenció a Mitre de que había que hacer el filme.

Como explicó en el Festival de cine de San Sebastián, se valió de los géneros narrativos clásicos del cine para contar los hechos reales con potencia, acercarlos a públicos mucho más amplios. Mitre se refiere concretamente al thriller judicial, que recorre su película y la llena de ritmo y vértigo.

La relación de los dos investigadores, Strassera y Moreno Ocampo “llevaba la historia a la condición de película vieja, de un Hollywood clásico” que Mariano Llinás, su compañero en la escritura del guion, y él mismo encontraban atractiva.

El histórico alegato final

Uno de los retos del relato audiovisual era el alegato final. Por un lado, se encontraba su naturaleza de pieza clave de la historia argentina, (puede verse aquí). Por otro, se había producido de forma más estática que la mayoría de discursos que han conformado nuestra memoria, en los que abogados y fiscales deambulan por la sala interactuando con miembros de jurados.

La película resuelve la situación sobresalientemente y la escena no tiene nada que envidiar a los encendidos alegatos anglosajones. La trascendencia, la atmósfera atestada de la sala y las claves con las que se construye cada argumento resuenan con enorme emoción.

El público presente vibró con la referencia a “Nunca más”, la consigna que se había hecho famosa el año anterior repudiando el terrorismo de Estado. “Nos cabe la posibilidad de fundar una paz basada no en el olvido, sino en la memoria; no en la violencia, sino en la justicia” dijo el fiscal aquel día.

Para llegar a este punto se tuvieron que escuchar en aquel tribunal testimonios escalofriantes. Uno de ellos lo cambió todo. El de Adriana Calvo, una joven física secuestrada por la dictadura cuando estaba terminando su embarazo y que dio a luz durante su cautiverio de manera terrible. Muchos argentinos descubrieron aquel día los métodos reales de la Junta militar.

Emoción máxima en el rodaje del juicio

Tanto Darín como Mitre recuerdan en sendas entrevistas como durante la grabación del alegato o del testimonio de Adriana Calvo, a pesar de la parte mecánica de un rodaje, con una, dos, tres, cuatro tomas, los ojos de muchos extras, de los cámaras, del propio director se empañaban una y otra vez. Un extra inconsolable contó que había sido compañero de Adriana en la universidad.

En muchos cines argentinos las reacciones del público también han sido muy emotivas, con lloros y aplausos. En redes sociales o entrevistas, el equipo de la película sigue recibiendo con frecuencia testimonios especialmente conmovidos.

Toda esta emoción, toda la relevancia histórica, está atravesada a la vez de ligereza y de humor. Según Darín en el Festival de Cine de San Sebastián: “En el caso de mucha tensión es un mecanismo de defensa. Quienes trabajaron con Strassera hablaban de su peculiar sentido del humor y de que era gruñón”.

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Esta es también una historia profesional de abogados, de colegas, de trabajar contra las circunstancias y terminar defendiendo la labor propia con uñas y dientes, llena de compañerismo, orgullo, satisfacción por los logros y optimismo al ir dándose cuenta de que estaban consiguiendo de forma insospechada algo excepcional.

“La ley sirve para algo”

Así lo recuerda Luis Moreno Ocampo en una entrevista en el programa Perros de la Calle. “La ley sirve para algo. Se puede investigar a gente con poder y se pueden ganar partidos difíciles. Eso es lo que yo aprendí.”

En otras declaraciones para La nación en vivo, el ex fiscal adjunto del Juicio a las Juntas reivindica: “Mantener la memoria nos permite entender el pasado para planear el futuro. Esta es una película completamente proyectada hacia el futuro, para recuperar el sentido de la moral, de la ética, para recordar que lo que está mal está mal y siempre va a estar mal y que lo que está bien está bien. Porque a veces con la velocidad del presente nos olvidamos”. Argentina, 1985 ha conseguido combinar esta reflexión profundamente moral con un tratamiento ágil y entretenido.

Prime Video, es decir, Amazon, ha producido una de las películas del año. Tras un breve y estipulado pase por las salas de cine, ya puede verse en su plataforma Argentina, 1985. La reflexión que aviva en España sobre la memoria histórica, sobre el juicio a la dictadura y la revisión de un pasado traumático ha sido recientemente analizada en infoLibre por David Gallardo.

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