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‘Cómo cazar a un monstruo’: Carles Tamayo, el Broncano de los documentales

El creador de contenido digital Carles Tamayo ha dirigido el imponente documental Cómo cazar a un monstruo que puede verse en Prime video. Con la colaboración de Ramón Campos, productor que dirige Bambú, ofrece tres episodios de una historia contada con los mayores niveles de periodismo de investigación

Al mismo tiempo, milagrosamente reúne una concentración casi increíble de momentos cumbre. Cuando parece que no podemos ver nada más asombroso llega algo aún más sorprendente.

Contra la impunidad

Según su director y coprotagonista, Carles Tamayo, el tema del documental es la impunidad. La casualidad hizo que una historia importante con muchas derivadas fuese a buscar a un periodista preparado para contarla.

Esa historia comienza con un pederasta condenado a 23 años de cárcel. Pese a tener una sentencia no había ingresado en prisión. Conocía a Tamayo desde que este era adolescente y quiso encontrarse con él.

Lo primero las víctimas

Tras la insistencia del culpable judicial, Lluís Gros Martín, en contar su versión de los hechos, Tamayo se puso en contacto con alguna víctima. Solo así se sintió legitimado para acceder a una cita con Gros, cámara en mano. La consigna de Tamayo es grabarlo todo.

A pesar de que un psicólogo con quien consultó le avisó de lo improbable del arrepentimiento de Gros, el cineasta le pide que se disculpe con las víctimas, cosa que no hace.

Seis meses con un pederasta

Tamayo avisa a Gros desde el principio de que él va a investigar el caso y no a blanquear su imagen, aunque se conocieran previamente. A partir de ahí, el metraje resume seis meses de seguimiento a una persona desalmada con la fachada compensatoria de un simpático profesor amante del cine.

Evidentemente el contenido es la clave del gran resultado. También resulta fundamental el tono. Y en esta ocasión se logra una impecable sensatez en el enfoque con el que se aborda un material tan delicado y con víctimas que buscan una justicia reparadora. Gracias a esta seriedad y compromiso con el fondo del asunto el propio documental contribuye a dicha justicia.

Documental y making off en uno

Pero también destaca en esta pequeña serie, que no llega a tres horas de duración, su estilo. Carles Tamayo lo inunda todo. El documental es al mismo tiempo su propio making off, la explicación del cómo se hizo. 

La acción siempre transcurre en presente. No se reconstruyen hechos del pasado, sino que se investiga en tiempo actual sobre ellos o se vive directamente lo que está pasando. Eso permite acompañar la acción con la misma perplejidad absoluta que Tamayo y su pequeño equipo de colaboradores.

Calidad buena, calidad mala

La calidad de la realización y la imagen es a veces buena y a veces mala. Por lo menos se oye bien siempre. El sonido es una prioridad mayor que la imagen para el director. Otra cosa son los planos. A veces parecen descuidados y no solo en los momentos de vértigo.

Hay una gran parte deliberada en traer a las plataformas un estilo amateur propio de Youtube, de un periodismo de guerrilla y sin medios. Tamayo aun no ha cumplido 30 años, nació en enero de 1995. Su cultura visual es muy distinta de las generaciones criadas viendo horas diarias de televisión.

Un lenguaje nuevo en las plataformas

Tamayo ha combinado un tema de interés general con las referencias audiovisuales propias de su edad. Como David Broncano, ha incorporado a la televisión en abierto el lenguaje más libre y menos prefabricado que podía permitirse en su etapa de Movistar+.

Y ambos están demostrando que la audiencia está deseando estas innovaciones. Hay demanda para ver a quienes arriesgan, aunque no sean perfectos. ¿Quién quiere ser perfecto pudiendo ser espontáneo, cercano, veraz?

Broncano y Tamayo, hacerse los amateurs

Tanto Tamayo como Broncano incluso juegan a parecer menos profesionales de lo que son. Broncano insiste en que no sabe nada de los invitados, que no prepara el programa. Luego, en más de mil entregas, ha tenido muy pocos patinazos en sus entrevistas. Pero mantiene una expectativa de que todo puede pasar, de que no está todo pactado y repactado de antemano.

Tamayo a veces se regodea en la falta de medios. Hay muchas secuencias memorables en su documental. Pero una de ellas aborda el núcleo de la investigación. El director explica directamente a cámara que los reiterados abusos de Lluís Gros se podían haber parado en los años setenta, o en los ochenta, como mal menor, o en los noventa, o en los dos mil, o en los diez… pero aquí seguimos.

La pizarra más cutre para la explicación más importante

Para esta secuencia clave no utiliza la modulada voz de un locutor o locutora profesionales. No recurre a grafismos ni montajes. Utiliza la pizarra más cutre del mercado, unas fotos pequeñas como cromos, tres imanes. Por si fuera poco, incluso escribe con rotuladores de varios colores al tuntún, para romper la poca armonía que pudiera haber en la escena.

En otros momentos clave encontramos movimientos de cámara mal hechos y pérdidas de foco tan frecuentes que llevan a pensar si se han hecho así en parte voluntariamente. 

Esto es algo personal

Esta falta de recursos consigue la ilusión de hacernos partícipes de los hechos. Así es como se graba un momento cotidiano en nuestra vida. Ese estilo lo reconocemos como verdadero. A veces vemos superproducciones y televisión de alto presupuesto. Pero también somos espectadores del vídeo que grabamos o nos envían familiares y amigos. 

Y Tamayo logra que la historia, importante e impactante, no sea algo distante, que acabe siendo casi algo personal. En la escena de la pizarra sentimos que no hay la distancia que impone la técnica. Es como si nos lo contara un amigo. Es tan poco profesional que es personal. Y esa es precisamente su intención. 

Conservar la frescura, no hacerse mayor

Al igual que El proyecto de la bruja de Blair revolucionó el terror con su falso amateurismo, Tamayo no ha querido utilizar el respaldo de una gran productora como Bambú para estandarizar su estilo de filmar. De manera similar, Broncano ha rechazado cambiar su lenguaje o su tipo de invitados para competir contra Pablo Motos.

Bambú ha puesto medios para la producción de Cómo cazar a un monstruo, pero especialmente ha aportado la implicación de Ramón Campos, que firma también el reportaje. 

Bambú tiene una línea de documentales entre los que ha tratado los casos españoles de Alcasser y Asunta en cuyos guiones Campos ha participado personalmente. De este último también han presentado recientemente la serie con intérpretes.

Hacer crecer el estilo Youtube

En una entrevista conjunta para Kinótico, Campos explica que se involucró en el proyecto al ver vídeos que Tamayo había colgado en Youtube sobre el asunto. Campos ha querido preservar el estilo característico de Tamayo y “hacerlo un poquito más grande”.

Tamayo insistió en que “quedara claro el tono y el estilo del tipo de trabajo que hago en Youtube”. Campos le iba pasando documentales de diferentes décadas y Tamayo adoptaba o descartaba libremente. Cita entre sus favoritos Grizzly man, del cineasta Werner Herzog.

Un fallo del sistema a las víctimas

El objetivo final no es exponer a un personaje demencial, a un violador en serie. Se trata de denunciar un sistema que ha fallado estrepitosamente a las víctimas. Según cuenta Tamayo a Mundo deportivo, en 2007 se archivó una denuncia de varios chicos, todos magrebíes. 

Tuvo que darse una nueva denuncia en 2011, en la que el chico no era magrebí, para que se tomara en serio el caso judicialmente. Y aún entonces se sometió a unos afectados que en su momento eran menores a un proceso que duró doce años.

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Denuncia a sectas y estafas

A cambio, es una satisfacción ver un trabajo que desarrolla un lenguaje novedoso y contemporáneo pero que es un clásico en su rigor y compromiso social. Y ofrece un hilo del que tirar para conocer el trabajo de un youtuber que ha investigado sectas y estafas y ha conseguido en varias ocasiones que se haga justicia tras sus denuncias

Tamayo se ha ganado también amenazas y bajos ingresos con sus vídeos, al menos hasta este documental. Será difícil que una historia tan potente le toque tan de cerca otra vez. Por si acaso tiene un plan b, hacer películas y estar calmado. Habrá que seguir su trayectoria.

El creador de contenido digital Carles Tamayo ha dirigido el imponente documental Cómo cazar a un monstruo que puede verse en Prime video. Con la colaboración de Ramón Campos, productor que dirige Bambú, ofrece tres episodios de una historia contada con los mayores niveles de periodismo de investigación

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