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Pamela Anderson y Georgina Rodríguez, verdades y medias verdades

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Acaban de estrenarse en las plataformas, tan complementarios que riman, los retratos de dos mujeres emblemáticas de la forma de ser famosas en su tiempo. Pamela Anderson definió una parte fundamental de la cultura popular de los años 90. Georgina Rodríguez encarna un buen puñado de tendencias del momento presente.

Anderson protagoniza una serie de ocho episodios en Disney +, Pam & Tommy, centrada en el video sexual que protagonizo con su marido, Tommy Lee. La cinta fue robada y difundida por internet, convirtiéndose en el primer vídeo viral. El escándalo que desencadenó salió muy caro a una inocente Pamela Anderson.

Georgina Rodríguez muestra su día a día en su serie documental en Netflix, Soy Georgina, a lo largo de seis entregas. Colabora su pareja, el futbolista Cristiano Ronaldo, y podemos acompañarla en sus mansiones y en su inmensa flota de coches, barcos y aviones, con una camarilla de íntimos.

En ambas series sentimos que nos han abierto las puertas a la intimidad de sus protagonistas. En ambas la sensación puede resultar engañosa y que hayamos atisbado menos de lo que creemos. La televisión proporciona a menudo una potente sensación de credibilidad, lo estamos viendo por nosotros mismos, que nos hace ignorar que hay innumerables formas de manipular la realidad.

Chucherías visuales

Ambos productos son chucherías visuales. Difícil no querer pegarse un atracón independientemente de lo que recomiende cualquier nutricionista. El estilo de vida de Georgina combina la cercanía de una mujer natural que tiene mucho en común con cualquiera con el bling bling de tanto dinero que se parece más al videoclip de un rapero que al mundo real.

La caracterización de los icónicos Tommy Lee y Pamela resulta adictiva. Los pechos más famosos de su generación, las cejas inconfundibles, el maquillaje característico, los peinados de fantasía de Pamela Anderson y su bronceado pre protección 50 se han recreado para ganar todos los premios de maquillaje.

Cuatro horas diarias ha costado lograr el particular aspecto de la famosa vigilante de la playa. La actriz Lily James además borda los mohines de Anderson con ecos de Marilyn Monroe. Los tatuajes, el despeinado, y el relleno mayor en cada nuevo plano de los tangas de Tommy Lee parecen un scketch humorístico a su lado.

El atractivo del exceso

Ambas series biográficas apabullan por el exceso, combinado en los dos casos por la fama en grado máximo. Pamela fue el mayor icono sexual de su momento, Cristiano es la persona del planeta con más seguidores en Instagram, cuatrocientos millones.

En ambos casos, además de por sus méritos profesionales, la fama les llega gracias a cuerpos inventados por ellos mismos. Cristiano con retoques estéticos y deporte enfocado no solo al fútbol, también a conseguir una imagen imponente. Pamela con unas prótesis XL que no solo crearon tendencia, sino que ahora tienen su generosa réplica en los glúteos de las hermanas Kardashian.

Famoso+famoso=famoso al cubo

Aún otra similaridad entre los protagonistas de estas dos series es el tipo de pareja que forman. En ambos casos se han unido dos famosos, que no suman, multiplican, como bien sabe Isabel Preysler. Los americanos, que con tanta puntería bautizan los fenómenos pop las llaman power couple, parejas poderío, podríamos decir. En estas uniones, los seguidores de un miembro de la pareja se añaden a los del otro y se complementan, especialmente si son celebridades en profesiones diferentes, como ocurre en estos dos casos.

Georgina no era famosa cuando comenzó a salir con Cristiano en 2017. El noviazgo la convirtió instantáneamente en noticia. La entonces dependienta en Gucci se ha adaptado tan espectacularmente bien a su nuevo estatus que se ha convertido en la española más seguida en Instagram, con 33,5 millones de personas pendientes de su cuenta en esa red social.

Supera a las actrices de Élite, La casa de papel y a la cantante Rosalía. Instagram es un indicativo de su capacidad publicitaria, de la gestión que hace de si misma como marca para lograr ingresos. En la dimensión lograda por Georgina se trata de un magnífico negocio.

¿Qué esperar de las series?

La serie sobre Georgina ofrece una producción sensiblemente mejor que la de otros programas parecidos emitidos en España, como el que hacía lo mismo que este con el cantante Omar Montes, también interesante. Se transmite una sensación de conocer realmente la vida actual de la modelo y empresaria.

Permite acompañarla en el avión privado, en el barco -ay, la huella de carbono-, acarreando cajas para una mudanza, ejerciendo de cariñosa madre o eligiendo vestido para su aparición en el Festival de Cannes.

Además de a los niños, conocemos a la hermana de Geo, como la conocen en su entorno, a sus colaboradores y a su cuadrilla de amigos, autodenominados ‘las queridas’, por la forma de referirse a ellos de Georgina. Las cámaras viajan con ella hasta Turín, Montecarlo, Madrid, Jaca, Lisboa, Cannes y varios destinos más.

Dinero por todas partes

Apabulla la presencia del dinero. Cada espectador será más sensible a unos juguetes que a otros, pero destaca la presencia de la alta joyería. Georgina la promociona y la luce. Y la regala. En su mundo equivale al frasco de perfume en el resto. Anuncio del sexo de un bebé, diamantes. Cumpleaños, más diamantes. Unos vienen y otros van, los regala y los recibe.

Señalaba el agudo ensayo BoBos en el paraíso, de David Brooks, que los millonarios de tercera generación de universitarios bien alimentados llevan su dinero con cierta discreción. Aunque gasten igual, no todo tiene que brillar. Lo atribuía en parte a que saben que sus antepasados les colocaron en una posición ventajosa. Aunque sea subconscientemente ello conlleva cierta mala conciencia.

Por el contrario, quienes son los primeros de su familia en ganar dinero a lo grande se muestran orgullosos y quieren exhibirlo con cada gesto público. Georgina y su pareja pertenecen claramente a esta categoría. Rodríguez recuerda su infancia sin caprichos y sus precarios comienzos laborales, y acto seguido nos mete en el sector de su armario que alberga los bolsos de marcaza.

Georgina triunfa en su publirreportaje, aparece como una mujer sensata, inteligente y con una enorme determinación. Una buena amiga, pareja, madre y compañera.

Investigación periodística sobre el robo del video sexual

La serie Pam & Tommy presenta hoy su cuarto episodio de los ocho que la componen. En los tres primeros se explica a los personajes y la motivación para el hecho clave, el robo y exhibición del vídeo sexual. La ficción parte de un artículo de la edición americana de la revista Rolling Stone que puede leerse aquí. Se ha enriquecido con más documentación sobre el tema. Por ejemplo, la autobiografía de Tommy Lee, Tommyland, en la que el batería cuenta que hablaba con su pene cuando iba drogado.

La serie es divertida, llamativa y con mucha marcha, especialmente en lo que atañe a Pamela y Tommy. El ladrón de la cinta, un electricista maltratado por el roquero, carpintero en la ficción, está interpretado por Seth Rogen, que también es uno de los creadores de la propuesta.

Puede que ser creador e intérprete le haya llevado a estirar artificialmente la trama que protagoniza, que en ocasiones ralentiza un poco el ritmo general. Empieza a ser frecuente que las miniseries estén alargadas. Una cosa es que haya historias que excedan la duración de una película y otra que tengan que llegar hasta las ocho horas que ofrecen actualmente muchas series limitadas.

Dos maneras de no contar toda la verdad

Pamela Anderson no ha querido colaborar ni siquiera hablar con el equipo creador de la serie sobre un acontecimiento destacado de su vida. Tampoco atendió a la actriz que la interpreta. Se ha removido un acontecimiento que le generó gran sufrimiento sin su consentimiento a pesar de que se reivindique su figura. Costará saber si el retrato que se hace de ella y de sus sentimientos es fidedigno.

Georgina lleva la batuta en su serie. Sin embargo, elude contar algunos de los episodios principales de su biografía. Al buscar documentación sobre ella aparece un padre, ya fallecido, traficante de drogas y condenado a prisión mencionado de pasada en Netflix.

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Su progenitor llevó una doble vida durante años y como resultado, Geo tiene una hermana por parte paterna a la que no se alude. Cristiano no ha desvelado quien es la madre de su hijo mayor y dos de los pequeños nacieron de un vientre de alquiler. Solo uno de los que aparecen en el documental es hija biológica de Georgina, que ahora espera gemelos. El tema es obviado en la serie.

Soy Georgina incluye como epílogo algunas tomas falsas. En una, Cristiano y Georgina toman un cóctel elegantemente. En la versión descartada se vierte el líquido y Ronaldo pide no repetir la toma. Dice entre risas que ya ha hecho bastante, que, al fin y al cabo, este no es su documental. Ese momento desvela mucho de como se ha construido lo que se muestra en pantalla.

En ambos casos conviene recordar que hemos accedido a una parte de la verdad y que detrás respiran personas reales, con sus zonas de luz y sus rincones oscuros. Aquí se ofrecen dos interesantes relatos que tienen autores con sus propios propósitos.

Acaban de estrenarse en las plataformas, tan complementarios que riman, los retratos de dos mujeres emblemáticas de la forma de ser famosas en su tiempo. Pamela Anderson definió una parte fundamental de la cultura popular de los años 90. Georgina Rodríguez encarna un buen puñado de tendencias del momento presente.

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