David Summers: "Compuse 'Sufre mamón' solamente por joder"

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“Esta canción se la quiero dedicar al novio de una niña muy morena y muy garbosa que tiene el cutis más fino que las hojitas de rosa. Para ti, pijín, mi amor”, exclama desde el escenario con sonrisa burlona un jovencísimo David Summers (Madrid, 1964) justo antes de rasgar la guitarra y tocar los primeros acordes de Sufre mamón.

Esta es una escena de la película sobre los orígenes de Hombres G que dirigió su padre, el director de cine y humorista Manuel Summers. Pero no dista mucho de lo que realmente sucedió aquella noche. Era un martes 9 de marzo de 1982 —lo sabe a ciencia cierta porque conserva las octavillas con las letras de aquel día— y tenían un concierto en Rock-Ola, uno de las salas más míticas de La Movida, hoy convertida en un Carrefour.

“Unos días antes, me contaron que iban a venir mi exnovia y el niño pijo con el que se había ido. Así que escribí la canción, me reuní con los chicos una tarde en casa y la montamos en un momento para tocarla en el concierto, pero solamente por joder —dice enfatizando el joder—, solamente para que la oyeran ellos dos. Esas eran mis motivaciones para hacer canciones en aquella época. Te lo digo en serio”, explica. Esta en concreto la compuso para “amenazar” con polvos picapica al tío que le había robado la novia: “Es todo en clave de humor… Creo que no hay nada mejor que hacer una broma con una tragedia amorosa para pasar página”.

– ¿Por qué te dejó?

– Porque decía siempre que “iba con pintas”. Así que se fue con un niño que tenía un jersey amarillo, un Ford Fiesta blanco y que iba a estudiar para ser notario...

La antítesis de lo que quería ser él. Al David Summers veinteañero le encantaban los Sex Pistols, vestía una chupa de cuero y llevaba los pantalones rotos y el pelo en punta: “Nosotros en aquella época éramos muy punkis”. Su vida giraba entre el Bar Rowland —al que rinde tributo en su próximo disco — y el Parque de las Avenidas, en el barrio madrileño de La Guindalera.

– Es curioso que habiendo sido tan punkis luego siempre os hayan tildado de banda pija…

– Supuestamente nuestra música le gustaba mucho a las niñitas pijas y tal, pero también lo reventábamos cuando tocábamos en Leganés, en Fuenlabrada o en los pueblos. No éramos ni jugadores de polo, ni hacíamos regatas ni hemos gastado un duro en ropa de marca. Llevo vistiendo con camisetas como esta de diez euros —señala con vehemencia la camiseta básica que lleva puesta— toda mi vida.

Los Hombres G tampoco encajaban del todo en el estereotipo de rockero: “Es que ir a Londres a comprarte ropita de rockero también era muy pijo… Siempre hemos sido gente normal, cuatro amigos que se lo pasan bien y que hacen canciones bonitas”. Antes de convertirse en una banda icónica de los ochenta, conseguían llenar los conciertos con los colegas del barrio y la gente de la universidad: “Ellos eran a quienes dirigíamos nuestras canciones... Quizás esa es la manera de conseguir que con un tema se identifique todo el mundo”.

Así pasó con Sufre mamón.

Dejó muy pronto de ser solo una historia personal para convertirse en un éxito internacional: “Cuando en el 87 fuimos a América Latina, a países en los que no habíamos estado en nuestra vida como Perú, Colombia, Venezuela, México… Llegábamos y arrasábamos con Sufre mamón. Al final, todo el mundo había tenido en su vida una situación parecida —no puede aguantar la carcajada—, a todo el mundo su novia le había dejado por otro”.

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¿‘Sufre mamón’ o ‘Devuélveme a mi chica’?

Aunque él siempre se refiere a ella como Sufre mamón, en el disco la titularon Devuélveme a mi chica. Incluso hoy en día en plataformas como Spotify sigue manteniendo este nombre más políticamente correcto: “En la compañía nos dijeron que igual en las radios nos decían algo por lo de ‘mamón’. Me sugirieron que le pusiera Devuélveme a mi chica, pero yo la he llamado y la llamaré toda mi vida Sufre mamón porque es así como tenía que haberse llamado”.

Cuarenta años después, el tema que compuso como una auténtica y absoluta provocación, sigue igual de vivo que siempre. Por eso David Summers se emociona mucho cuando, por casualidad, se la escucha cantar a los niños pequeños. “Le debo todo... Ahora mismo estoy hablando contigo porque un día hice Sufre mamón. Estoy convencido de que he compuesto canciones mejores, pero esta fue la que encendió un fuego al que le he ido echando palos toda mi vida”.

“Esta canción se la quiero dedicar al novio de una niña muy morena y muy garbosa que tiene el cutis más fino que las hojitas de rosa. Para ti, pijín, mi amor”, exclama desde el escenario con sonrisa burlona un jovencísimo David Summers (Madrid, 1964) justo antes de rasgar la guitarra y tocar los primeros acordes de Sufre mamón.

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