El amor verdadero

La mentira se ha tragado la verdad. Cada día cuesta más encontrarla. Ni tan siquiera cuando se acredita que algo es falso hay consecuencias. Puedes decir cualquier cosa. No hay límite. ¿Cómo pararlo? Nos preguntamos ante la dimensión que va tomando. Y resulta que Pedro Sánchez nos ha dado hoy la respuesta: con amor verdadero. “No me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia el fango que esparcen sobre ella día sí y día también”. Y entonces hemos visualizado La princesa prometida con su defensa del amor verdadero por encima de todas las dificultades. 

Ese es el mensaje más importante, el que justifica que Sánchez haya anunciado por carta que se toma un respiro hasta el lunes para pensar si le merece la pena seguir en el cargo. De pronto, el aura de frialdad que no logra quitarse de encima se ha derretido. Se ha presentado vulnerable, humano a más no poder y ha desenfundado el amor, así simple y llanamente, como un límite que no va a permitir que se cruce. Un héroe romántico, capaz de renunciar a todo con tal de que dejen de mortificar a su amada. 

Ya es casualidad que un día antes del arranque de la campaña de las elecciones catalanas, un juzgado decida abrir diligencias contra la mujer del presidente del Gobierno en base a una denuncia del pseudosindicato de ultraderecha Manos Limpias acusándola de tráfico de influencias. Da igual que al final, como suele suceder con las demandas de esta infame organización, sea falsa una vez más. En el Gobierno son varias las voces que calificaban de “broma” la demanda pero a Sánchez no se lo ha parecido. 

La maquinaria de rentabilizar mentiras ya se ha puesto en marcha. Ahora hay argumento judicial para seguir copando titulares y tertulias, para que PP y Vox señalen a Begoña Gómez en cualquier ocasión desde el altavoz del Congreso de los Diputados, para cuestionar la imagen internacional de Sánchez o para las mil y una ocurrencias que vayan surgiendo. Porque es gratis mentir. A lo que contribuye la agitación ideológica en la que cada vez más jueces han entrado de cabeza, poniendo por delante de su deber deontológico salvar una España que consideran que está en peligro, como cruzados de la patria.

La maquinaria de rentabilizar mentiras ya se ha puesto en marcha. Ahora hay argumento judicial para seguir copando titulares y tertulias, para que PP y Vox señalen a Begoña Gómez en cualquier ocasión desde el altavoz del Congreso de los Diputados. Porque es gratis mentir

El votante progresista no es inmune al desgaste, ni tiene ganas o capacidad para indagar en la veracidad de las falsedades. Está en grupos de whatsapp de amigos o familia en los que los votantes de derechas celebran cada manipulación de Miguel Ángel Rodríguez con fervor, deseando con todas sus fuerzas creer que de veras hay una cacería contra Ayuso y que están usando a su novio para desgastarla. Seguro que pagan los impuestos religiosamente pero prefieren considerar un mártir a un tipo que pega un pelotazo gracias a la pandemia y pasa de pagar al fisco lo que le corresponde.

El hecho es que los comentarios hacen mella también entre la gente de izquierdas y se extiende la sensación de que lo ideal sería convocar elecciones de nuevo. Como si tirar la toalla fuese lo correcto. Un clima que Sánchez ha sabido intuir y no ha dudado en compartir su inquietud. Hay quienes lo interpretarán como un farol. Pero el presidente conecta con un pensamiento que muchos pueden compartir: ¿de verdad merece la pena?

Lo cierto es que ningún político anterior recuerda una época tan mezquina como esta aunque tienen muy claro que cada vez que el PP ha estado convencido de que iba a ganar unas elecciones y no ha sucedido finalmente, ha desatado una escalada desenfrenada de acoso al poder legitimado por las urnas. “Esto no parará hasta que el PSOE pierda las elecciones. Las diligencias contra Begoña Gómez justificarán que se diga lo que se quiera con el objetivo de maltratar al presidente todo el tiempo que dure”, asegura un político veterano que ha sido clave en varios gobiernos socialistas. 

Pasar revista a lo que ha venido sucediendo no viene mal. Todo comenzó en el año 1993 cuando el PP dio por hecho que ganaría las elecciones y las perdió. Ahí Aznar enloqueció. Registradas quedan en el diario de sesiones todas las veces que soltó el popular "Váyase, señor González" a Felipe. En el 96, aunque ganó el PP, el PSOE se llegó a plantear un gobierno de coalición con sus dos socios naturales, CiU y PNV, pero decidió no hacerlo para no calentar más el ambiente.

En el año 2004 el PP preveía ganar de nuevo, pero ellos mismos se cargaron la posibilidad al mentir vilmente sobre los atentados del 11M. Esta vez, la sociedad no se lo perdonó. Y Rajoy acuñó en mayo de 2005 el nauseabundo "usted ha traicionado a los muertos", acusando a Zapatero de resucitar a ETA. Así hasta que en 2011 por fin el PP regresa a Moncloa y se quedan tranquilos hasta la moción de censura. Desde entonces han puesto en práctica un compendio de barbaridades y bulos, incentivando actitudes golpistas. Cuando las cosas no suceden como quieren por las buenas, se abonan a las malas. En tiempos salvajes, hay quien ha decidido dar una lección. 

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