Librepensadores

Urnas de cartón

Andrés Herrero

¿Los norteamericanos son tontos y han permitido que sean los rusos los que les elijan presidente? Oiga, no me tome el pelo, ¿de verdad me dice que los habitantes de la primera potencia de la Tierra se han dejado engañar como niños? Increíble; por poco me muero del susto.

Pero lo más sorprendente: ¿hasta tal punto se puede llegar a manipular a 200 millones de personas?, y si eso es posible, ¿sólo ha sucedido en esta ocasión, u ocurre así en todas las elecciones?, ¿nos encontramos ante un comportamiento político normalizado, o ante una anomalía histórica, una aberración del sistema?

Muy dura ha tenido que ser la pugna para obligar a emplear toda la munición disponible, haciendo que afloraran con tanto descaro y sin pudor los juegos turbios entre bastidores.

Lo que todavía es peor y resulta más preocupante: ¿son los medios los que hacen ganar la carrera electoral a un candidato?, ¿existen poderes capaces de adueñarse de la voluntad de los ciudadanos, o lo hemos soñado?, ¿vivimos en una democracia intervenida, de urnas de cartón, para que el pueblo no se equivoque de papeleta al votar y elija siempre al que conviene, o somos unos mal pensados?

Por otra parte, ¿existen pruebas objetivas y concluyentes de la injerencia rusa, o los servicios secretos americanos se han dejado llevar por la imaginación, como cuando veían armas de destrucción masiva en Irak? ¿Acaso han enloquecido de repente y se han vuelto conspiranoicos?, ¿o es que les ha salido el tiro por la culata, precisamente a ellos, a los servicios secretos de inteligencia encargados de organizar oficialmente las conspiraciones reales que luego son los primeros en desmentir cuando se descubren? El cazador cogido en su trampa.

Y en esta guerra mutua de influencias subterráneas, que ha podido sin duda afectar al resultado final, ¿a quién tenemos que creer y dar más cancha, a Hillary, a Trump, al FBI, a la CIA, a la NSA, a Putin, a Obama, o a ninguno? Recordemos como el aparato demócrata maniobró para conseguir que Bernie Sanders perdiera las primarias de su partido, sin que nadie se rasgara las vestiduras por ello ni se exigieran responsabilidades y dimisiones a nadie, porque se sobreentiende que el juego está amañado. El que esté limpio que tire la primera piedra. Las denuncias a posteriori lo único que persiguen es cuestionar al ganador y torpedear su mandato.

Señalan sus detractores que todos los ataques, o más propiamente revelaciones de los trapos sucios de la señora Clinton, se hicieron desde el ciberespacio -basándose en las habilidades del hacker Guccifer, oportunamente extraditado por Rumania a EEUU y todavía más rápidamente suicidado en la cárcel-, informaciones que, naturalmente, no afectaron al recuento de votos, sino, como mucho, a las cabezas de sus votantes, que dispusieron de una información alternativa que no les gustó demasiado, puesto que prefirieron inclinarse por el flequillo del señor Trump, en vez de por la melena rubia de la secretaria de estado.

Todo un detalle capilar. La democracia puesta a remojo en el barbero.

Andrés Herrero es socio de infoLibre

 

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