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FERIA DEL LIBRO DE MADRID

Feria del Libro: un manual de uso

El cartel del la Feria, diseño de Juan Gatti.

EVA ORÚE

¿Escuchan las plegarias? Son los editores y los libreros, no necesariamente por este orden, pidiendo a los dioses de la Feria que les sean propicios. En realidad, deberíamos decir de las Ferias, porque en mayo el libro se da un homenaje en varias capitales españolas. Pero la de Madrid es, además de la más emblemática, la económicamente más relevante. Empieza el día 31 y cerrará el 16 de junio.

Romper la serie histórica no será fácil. En 2011, la cita que anualmente organizan al Gremio de Libreros de Madrid, la Asociación de Editores de Madrid y la Federación de Asociaciones Nacionales de Distribuidores de Ediciones en el madrileño Parque del Retiro clausuró edición con un sonoro ¡uf! de alivio: las ventas alcanzaron los 7,95 millones de euros, un 4% menos que el año pasado. Caída, pues, pero no tan pronunciada como la que venían padeciendo, ya entonces, las librerías, entre un 15 y un 20% respecto al año anterior. En 2012, el alivio se convirtió en luto: el descenso fue del 19%.

Entonces, se habló mucho de un necesario cambio de modelo. El coordinador general del Área de Gobierno de las Artes de Madrid, Timothy Benjamin Chapman, manifestó su intención de fijar “una hoja de ruta hacia un modelo de Feria que dé respuesta a las demandas de los madrileños y visitantes, lectores actuales, futuros autores, libreros, editores, distribuidores, y demás oficios del libro y de la edición”. Pero el Ayuntamiento capitalino ha vivido un año convulso con muchos cambios, el último hace apenas unos días, cuando tras asumir la Delegación de Las Artes, Deportes y Turismo, Pedro Corral (por cierto, un escritor) cesó a Chapman.

“Vamos muy justitos”, reconocen en la organización. Por lo demás, asegura Teodoro Sacristán, Director de la Feria, “detrás de la Feria no hay instituciones, lo que hay son personas, y los sectores llevan meses hablando”. Sacristán se felicita, además, de que el Ayuntamiento recupere parte de su protagonismo gracias a las actividades programadas en la recién inaugurada Biblioteca Trías, sita en el Retiro.

¿Qué podemos esperar?

“Creo que la feria puede ir bien, igual que Sant Jordi fue mejor que lo que se esperaba”. Como tantos compañeros, Blanca Rosa Roca (Roca Editorial) sabe que “el año está siendo complicado, no hay consumo, el sector se resiente mucho. Los libreros han perdido parte de las ventas a bibliotecas, y venden mucho menos. Espero que tanto las ferias ayuden a paliar algo de esta disminución de ventas tan fuerte”.

Eso ansían todos: un balón de oxígeno. “Espero, como dirían sus señorías: un brote verde —dice Jesús Egido, editor de Reino de Cordelia y Rey Lear—. La Feria supone el mejor escaparate posible, la única forma que tengo de encontrarme directamente con los lectores y, si todo va bien, una inyección económica para soportar la agonía económica que arrastramos desde hace más de dos años.”

Es cierto que lo mejor de la cita del Retiro es que tiene, en palabras de Sacristán, “el flujo de gente que falta en las librerías”. Lo cual puede paliar, al menos en parte, lo que Enrique Redel, editor de Impedimenta, llama el “muy trabajado desánimo que se ha ido cebando en el lector ocasional, el que ha hecho que las cosas funcionasen prodigiosamente desde hace tanto tiempo en un país que no lee de forma militante”. En su opinión, la Feria debería ser un antídoto ante esta atonía. ¿Cómo? “Vía precios, vía oferta, vía reconversión de tal oferta”.

Un revulsivo que todos necesitan, pero no todos creen posible. “No espero NADA de la Feria, no creo que la tónica de ventas vaya a cambiar —dice Mili Hernández, de la Librería Berkana y la Editorial Egales—. Nuestra crisis no es solo un problema económico, la piratería se está instalando en la vida cotidiana del ciudadano, justificada por el paro y la crisis. No hay día que algún cliente mío no me lo comente.”

Este año, la Feria tendrá (nos dice Teodoro Sacristán) más expositores. Curiosamente, hay quien pide una reducción del número de casetas porque, es el argumento de Hernández, “la mayoría ofrecen lo mismo. Y creo que al público se les hace muy pesado visitar las todas”.

Dado el esfuerzo físico y económico que supone, pide también una reducción en el número de días, petición a la que se suman Redel (“17 días es excesivo, máxime cuando las ventas se concentran en 6 o 7 de esos días, fines de semana y algún viernes”) y Roca, quien además sugiere otro cambio: “No ocultaría una realidad: el libro digital”.

Con lo digital hemos topado

Sacristán se declara satisfecho con “el giro que hemos podido dar a todo lo que se puede exponer de digital”, en referencia a las actividades programadas en el Pabellón Samsung (entre otras cosas, un encuentro de gentes que tras su paso por el mundo de los bits vuelven al papel).

Pero de lo que se trata es de entender por qué una Feria que se dice del Libro se limita al libro tradicional. La respuesta, obvia: porque está organizada por los libreros tradicionales.

El año pasado, Amazon intentó ir pero, dicen, “no nos dejaron”. Peor aún: Fernando Valverde, presidente de la Confederación Española de Libreros que es, además, secretario del evento, proclamó a la compañía “enemigo número uno” de las librerías. Desde entonces no ha habido tregua, como lo demuestran los cruces de acusaciones y los anuncios de demandas.

Un poco de feria para la crisis del libro

Un poco de feria para la crisis del libro

En Sant Jordi optaron por una aproximación desde la periferia, con actos en los márgenes del Día del Libro. De momento, no hay nada anunciado para Madrid.

En cualquier caso…

En lo que todos coinciden es en que la oportunidad que la Feria brinda es única. Cedamos la palabra a Egido: “No estaría mal que las instituciones madrileñas aprovecharan la feria como escaparate cultural y ofrecieran exposiciones y actividades en colaboración con los autores y editores. Yo estaría encantado de que me utilizaran en este sentido, porque tengo vocación de editor objeto. En definitiva, sin restar su interés comercial, convertirla en un medio para atraer a los madrileños y a todos los que visiten la Feria del Libro a divertirse con la lectura y todo lo que la rodea. Es decir, a hacer cantera, que falta nos hace a todos.”

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