EXPOSICIÓN

Cuando Lisboa era un nido de espías antinazis

Centinela de la Legión Portuguesa en el Terreiro do Paço, 1942.

FRANCISCO CHACÓN

Antoine de Saint-Exupéry no pudo sustraerse a iniciar su Carta a un rehén con una descripción melancólica de la ciudad donde buscaba un lugar bajo el sol. Fue un año después de publicarse El principito. La Lisboa espectral de los primeros años 40 se despliega en toda su intensidad. "Un paraíso diáfano y triste", escribe el mítico autor francés.

Y ahora una exposición en la capital portuguesa retrata aquellos días de incertidumbre, cuando la ciudad era un nido de espías y los europeos con dinero viajaban hasta allí para huir de la barbarie nazi. Se citaban en la puerta del Océano Atlántico bajo la esperanza de hallar un pasaje en uno de los barcos que ponían rumbo a América.

Fotografías con niebla, imágenes humeantes, revistas de la época y otros documentos ponen de relieve que el fado bebía del cabaret decadente de entreguerras.

Muelle de Lisboa, a la espera de salir hacia América, 1940 | Colección Moisés Fernandes

La muestra, alojada en la sala municipal del Terreiro do Paço hasta el 15 de diciembre, permite contemplar aquellas portadas donde intelecuales y artistas cobraban protagonismo: Alfred Döblin, Heinrich Mann, el propio Saint-Exupéry o la bailarina y cantante Josephine Baker.

Esta legendaria mujer, de origen estadounidense, se entregó a la causa de la resistencia francesa. Escondió en su casa (un castillo) a ciudadanos perseguidos por las tropas de Hitler en su avance hacia París y se trasladó a Lisboa con la excusa de ofrecer una serie de conciertos. En realidad, ella era una espía antinazi que viajaba para contactar con miembros del colectivo Francia Libre exiliados en Portugal.

Las ventanas están abiertas de par en par en este enclave de la Praça do Comércio donde la exposición abruma al visitante con su clima fantasmagórico. Delante se extienden la desembocadura del río Tajo y el esplendor del Atlántico. Un espectáculo visual que contextualiza perfectamente la materia expositiva.

De noche en la Plaza de Restauradores, 1941 | Fundación Gulbenkian

El libro Lisboa, una ciudad en tiempos de guerra, de Margarida Magalhaes Ramalho, sirve de base a la retrospectiva, donde la autora misma ejerce de comisaria junto a António Mega Ferreira.

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El blanco y negro de corte expresionista domina un itinerario histórico que se remonta a la neutralidad declarada por el gobierno portugués en cuanto estalló la Segunda Guerra Mundial.

Corrían fuertes rumores de que el eje hispanoalemán (Franco y Hitler) planeaba invadir Portugal para exterminar el limbo de la dolce vita en el Casino de Estoril. De hecho, las autoridades ordenaron proteger los principales monumentos por si los ataques aéreos dejaban de ser una simple amenaza.

Lisboa se echa su pasado a la espalda, como demuestra también otra exposición en el Palacio de Loreto, a mayor gloria de la remodelación del Chiado para recuperar el emblemático barrio después del devastador incendio de 1988. Se cumplen 25 años de aquella tragedia, mtigada en sus huellas urbanísticas gracias al plan diseñado por el arquitecto Álvaro Siza.

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