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Portadas de 'Nacer en otro tiempo' y 'Contemporáneos/Contemporaries'.

Josep M. Rodríguez

En uno de los versos más celebrados de la Generación de los 70, Pere Gimferrer compara el amor y sus símbolos con la mecánica del mar. Me pregunto si la poesía no tiene también un engranaje hasta cierto punto parecido. Ola tras ola, jóvenes autores van llegando a nuestra orilla de arena blanca, de libro abierto. De hecho, este 2016 se ha presentado en sociedad una promoción nueva. Otra más. Primero con la antología Re-generación, al cuidado de José Luis Morante (y ya reseñada por Carmen Canet en este mismo suplemento), y ahora con la publicación de Nacer en otro tiempo(Renacimiento), con prólogo de Álvaro Valverde, pero cuya selección y, por tanto, autoría se debe a Miguel Floriano y Antonio Rivero Machina.

Ambos volúmenes reúnen a una veintena de poetas nacidos a partir de 1980. Frente a la propuesta de un lector experto en estos avatares (Morante se ha ocupado de la obra de Joan Margarit, Eloy Sánchez Rosillo, Luis García Montero...), llama la atención que, en la segunda, los antólogos compartan la edad de los autores antologados. Rivero Machina nace en 1987. Floriano, en 1992, el mismo año que la aragonesa Gema Palacios, cuarta poeta más joven de Nacer en otro tiempo. Quizá esa juventud y lógica inexperiencia puedan parecer una desventaja. Pero, en cambio, les añade valor, porque nos permite acercarnos a una promoción nueva desde la visión de dos de sus compañeros de viaje (pues, tal y como se señala en la línea final del prólogo, ambos son también poetas).

En el mencionado texto introductorio, Valverde se confiesa lector habitual de antologías: “Me han ayudado a desbrozar el bosque, a encontrar los senderos que conducen a alguna parte, a tal o cual lugar, a este o a aquel árbol”. Coincido plenamente. Las antologías siguen teniendo ese valor orientativo. Nos ayudan a asentar nombres, ofrecen nuevas lecturas o, en el caso de Nacer en otro tiempo, permiten descubrir no sólo a un poeta sino a una nueva generación (por decirlo con un término al que la crítica actual ya le ha visto las costuras). Autores con una trayectoria que merece ser tenida en cuenta, como Javier Vela, Ben Clark, Laura Casielles, Unai Velasco o Berta García Faet; junto a otros que con apenas uno o dos libros publicados merecen ya estar en cualquier futuro recuento de poesía: Constantino Molina, Gonzalo Gragera, Xaime Martínez... O el más joven de todos, Óscar Díaz (1997).

La verdad es que me hubiese gustado analizar a cada uno de ellos, incluso poner el acento sobre algunos nombres propios. Pero si Nacer en otro tiempo confirma que hay relevo para la primera promoción poética del siglo XXI, lo cierto es que no permite ir más allá, porque sólo incluye dos o tres poemas de cada antologado. Sin duda insuficiente. Mucho más si tenemos en cuenta el número de buenos libros que estos autores han publicado en los últimos años: Cerrar los ojos para verte (2011), La educación física (2012), Ahora solo bebo té (2013), Todas las fiestas de mañana (2014), Wendy (2015), Las dimensiones del teatro (2015), Fidelidad de una sombra (2015)...

Y eso que ni siquiera están nel mezzo del camin. Por supuesto, deben acabar de definir su voz. Pulirse. Tengo la sensación de que alguno de ellos se deja seducir en exceso por las luces LED de la contemporaneidad. Es lo mismo que le sucedió a los futuristas: nombrar la modernidad y sus ingredientes no convierte ningún poema en moderno. No creo que haya nada más caduco que lo actual. En el XIX, Bécquer escribe: “Dices que tienes corazón, y sólo / lo dices porque sientes sus latidos; / eso no es corazón..., es una máquina / que al compás que se mueve hace ruido”. El autor sevillano escribe “máquina” y la compara con el frío corazón de la amada. Aunque no lo parezca, esto es mucho más moderno que aludir a Facebook, los smartphone o las series televisivas. ¿Cuántas notas a pie de página necesitarán algunos de estos poemas dentro de un siglo?

Dicho lo cual, que es poco menos que una anécdota, conviene recalcar que Nacer en otro tiempo es una antología repleta de poemas sobresalientes, como “Había también otra forma junto a él...”, “Canción”, “El silencio”, “La espera” o “Quedó el intento”. Por más que, repito, tres poemas sepan a poco. Una sensación de carencia que se habría amortiguado de acompañar los textos con una propuesta estética (en forma de cuestionario, de poética...), tal y como viene siendo habitual en las antologías últimas. Literarias y no literarias. Ahí está Contemporáneos/Contemporaries(La Fábrica): una selección de treinta fotógrafos nacidos a partir de 1958 o, lo que es lo mismo, a partir de Alfonso Zubiaga.

La edición corre a cargo Rubén García. Y en ella se incluyen más de doscientas imágenes de artistas principalmente de España, pero también de América y Europa (como Robert Harding Pittman, Andrejs Kovalovs, Veronika Marquez o Fernanda Ramos). Una voluntad de antología global (y bilingüe) muy acorde con los tiempos que vivimos. Y que sin duda merece ser destacada e imitada. ¿Para cuándo una antología de poetas contemporáneos de todo el mundo? Una selección en la que Sharold Olds y Anne Carson compartan papel con Zagajewski, Alice Oswald o algunos de los grandes poetas en lengua española de la actualidad. A la manera de Against Forgetting, de Carolyn Forché, pero sin que los poemas tengan que versar sobre un tema común (en aquel caso los conflictos bélicos). Por supuesto, el riesgo y la exigencia serían mucho mayores para el antólogo. Triple salto mortal sin red. Si bien, todas las selecciones y clasificaciones tienen mucho de personal. Pongamos un ejemplo: el lector que soy no entiende que en ninguna de las dos antologías de poesía joven aquí referenciadas no se incluya a Juan Marqués, Álex Chico, Sofía Castañón o Alejandro Simón Partal. Y lo mismo sucede con la selección de Rubén García, en la que echo en falta a los fotógrafos Luis Díez Baylón, Gervasio Sánchez, Luis Vioque, Laura Torrado...

Como ya se ha comentado antes, Contemporáneos/Contemporaries aporta un breve texto acompañando las imágenes de cada fotógrafo, permitiéndonos así profundizar en su obra. Oliver Haupt reflexiona sobre lo transitorio: “¿Cómo se puede disfrutar de la belleza de las criaturas y de la belleza de un movimiento al ser consciente de que este desaparecerá en el siguiente instante para esfumarse en la nada? ¿O es ser finito lo que da sentido a la vida?”. Ely Sánchez, por su parte, entiende la fotografía como un espacio “de reflexión, de revelación, de encuentro privado, de desintoxicación, de universos abiertos, de alas desplegadas, de tentación al vértigo, de desafío frente a la nada. Y el todo en paz. Fugazmente. Porque más allá del decirse está el interpretarse”. Ahora que todos llevamos una cámara en el móvil y la capacidad de hacer pública o viral dicha captura, se agradece comprobar que detrás de estas imágenes hay también un discurso.

Alejandra Carles-Tolrá es el fotógrafo más joven de entre los seleccionados en Contemporáneos/Contemporaries. Nació en 1988, el mismo año que María Eugenia Motilla. La primera escribe: “En mis fotografías pongo el enfoque en las dualidades. (...) La violencia y la elegancia, la fragilidad y la fuerza, lo masculino y lo femenino”. Y uno presiente que esta afirmación podría acompañar los poemas de la joven escritora madrileña. Sin duda resulta un ejercicio muy interesante contrastar las conexiones y concomitancias entre los poetas de Nacer en otro tiempo y las fotógrafos más jóvenes de entre los seleccionados por Rubén García, nacidos todos ellos en los ochenta: Álvaro Calvo, Carlos Folgoso, Pedro Galisteo, Vittorio Mortarotti, Juan Rodríguez, Gabri Solera...

Así, la reflexión sobre el retrato fotográfico que propone Cristina Calvo frente a los “antirretratos” de Víctor Peña Dacosta. El poema “Sarajevo” de Paula Bozalongo, leído al hilo del trabajo de Manel Quiros sobre la pobreza en Burkina Faso. La realidad brumosa de Diambra Mariani (en la línea de Todd Hido) y el claroscuro metafórico de Ruth Llana. O qué decir cuando el artista tiene la inusual virtud de encontrar la belleza en el daño, como hacen Sergio C. Fanjul en su delicado poema “El mal de Alzheimer” y Rubén Plasencia en su particular ensayo sobre la ceguera. Y luego está la “Palabra / de celebración” de Luis Llorente, que podría ilustrarse con la imagen de Rafael Ayuso que sirve de portada para Contemporáneos/Contemporaries: sin duda una de las antologías de fotógrafos más interesantes de las publicadas en este país. “Cada periodo cultural produce un arte que le es propio y que no puede repetirse”, escribió Kandinsky. Sobre la mesa, veintiocho poetas jóvenes y treinta fotógrafos. El futuro, la constancia, el talento y por supuesto el azar tiran ahora los dados.

Un jardín en la infancia

Un jardín en la infancia

 

  • Nacer en otro tiempo, edición de Miguel Floriano y Antonio Rivera Machina, prólogo de Álvaro Valverde. Renacimiento, Sevilla, 2016. 
  • Contemporáneos/Contemporaries, edición de Rubén García y prólogos de Prólogos de María Isabel Fernández y José María Díaz-Maroto. La Fábrica, Madrid, 2016.

*Josep M. Rodríguez es poeta. Su último libro publicado es la antología Ecosistema (Pre-Textos, 2015).

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