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En la sala de máquinas de ‘El Intermedio’

"Ya conocen las noticias, ahora les contaremos la verdad". El espacio conducido por el Gran Wyoming es desde el primer minuto toda una revelación de intenciones. Actualidad informativa y humor son los dos pilares sobre los que se yergue un programa que desde hace diez años se ha convertido en el compañero de cena por excelencia para los espectadores de La Sexta.

El equipo encargado de recoger todo el material y transformarlo en el contenido que se emitirá al final del día está formado por un nutrido conjunto de profesionales que se mueven entre teléfonos, prensa, pantallas de ordenador y montañas de folios. Miguel Sánchez Romero, Maikol, director y productor ejecutivo del programa, y Carmen Aguilera, la subdirectora, acompañan al elenco de guionistas y redactores. Todos juntos forman los pulmones de El Intermedio.

La estructura del programa, el motor fundamental, viene de la mano del grupo de guionistas que trabajan desde primera hora de la mañana. Se trata de jóvenes que forman parte del espacio (en su mayoría) desde sus inicios. InfoLibre ha tenido la oportunidad de charlar con todos ellos, en lo que han definido (en 'modo ironía') como "la primera entrevista colectiva en prensa", un auténtico privilegio.

Nueva temporada

El espacio regresa a la pequeña pantalla este lunes a las 21:30. Promete venir con las pilas cargadas y no es para menos: el nuevo curso político se presenta más tenso que nunca. "Nosotros lo afrontamos… con ansiedad", bromean algunos de los guionistas. Carmen Aguilera aporta una mirada sobria y asegura que "es un momento muy emocionante, histórico".

Precisamente, aseguran, las novedades de esta temporada vendrán dadas en función de la actualidad: "nosotros siempre decimos que no hay novedades en sí, porque el contenido viene determinado por la actualidad", explica uno de los guionistas, Sergio Sarria, quien añade que "lo verdaderamente complicado es hacer chistes sobre ello. Con Cataluña estaremos bromeando todo el mes, y eso no es tan sencillo". Maikol coincide con él: "la gente suele pensar que lo tenemos muy fácil, que hacer humor sobre el Gobierno o los políticos, en el panorama actual, es muy sencillo. Pero cuando llevas cinco meses haciendo chistes sobre Bárcenas innovar no es tan simple".

Diego Saucedo recuerda lo que él considera uno de los momentos más complicados para el equipo. "¿Os acordáis de la época Gürtel? Fueron dos años de Gürtel cada día", dice, dirigiéndose al resto de sus compañeros. "Dices la época Gürtel como si ya hubiera pasado", le responden entre risas. Estas últimas, las risas, son una constante. Aunque el humor, a veces, se ve obligado a pasar de puntillas sobre un campo minado.

Los límites del humor

El debate está sobre la mesa. Y la respuesta no siempre es clara. "¿Los límites del humor? Buf, ser concejal de cultura", bromean. A la hora de hablar de limitaciones, destacan la importancia de distinguir entre las individuales y el límite colectivo. "Yo hay cosas de las que me puedo reir en privado, pero en público hay que bajar el listón", asegura Maikol, quien añade que "tampoco se trata de ser políticamente correctos, sino de no caer en el mal gusto, la ofensa gratuita".

El tipo de humor de El Intermedio "viene un poco definido por los espectadores", señala Sarria, "no es lo mismo tener un programa en prime time, para todo tipo de públicos, que otro donde tienes menos espectadores y puedes explayarte más". El incremento de audiencia del programa, que en la última temporada alcanzó su máximo, implica para los guionistas una cierta prudencia sobre la forma de abordar determinados temas. "Antes teníamos la posibilidad de ser más frívolos, es el mayor cambio si nos comparamos con las primeras emisiones", apunta Maikol.

El director de El Intermedio dice que "a pesar de tener una audiencia principalmente progresista, dentro de ese espectro hay personas de muchas opciones políticas, y contentarlas a todas es imposible, lo vemos sobre todo cuando la gente se cabrea. Hay días que se cabrean los de una opción, otro día los de otra…", asegura. "Y luego está Hermann Tertsch, que se cabrea todos los días", añade Sarria, entre las carcajadas de sus compañeros.

Informar desde la sátira

Aunque las raíces satíricas y el humor ácido siguen siendo la base, la información ha ido copando gran parte del contenido de El Intermedio. "Antes era un 40% ó 50% actualidad informativa, ahora lo es mucho más", sostiene Sarria. De hecho, una parte importante de los espectadores se nutre del programapara estar al tanto de la actualidad, tal y como constata Raquel Haro, una de las cuatro firmas femeninas de guion: "mucha de la gente que ve El Intermedio lo hace para estar informada sobre la actualidad", aunque todo el equipo coincide en que no es un informativo.

La principal diferencia, asegura David Navas, es que "nosotros tratamos de ser didácticos, porque muchas veces nos toca hablar de temas más complejos, y queremos que la gente lo entienda. Eso lo conseguimos con el plus del humor, que hace que lo que contamos sea más ameno".

El motivo del giro hacia el lado más informativo ha venido dado "por la situación", tal y como afirma Sergio Valera, "esta va cambiando y entonces el contenido también cambia continuamente", añade. Quizá como consecuencia de esto, "la gente quiere ahora otro tipo de contenidos, y por eso tenemos que adaptarnos a lo que les preocupa e interesa", explica Diego Saucedo.

Su mayor presión, la autoexigencia

Para el equipo de guionistas el compromiso con el público es la mayor exigencia.  Optan por no dar demasiada importancia al ya tan manido tema de las presiones políticas o económicas, pese a los rumores constantes alrededor del cese del programa. "Siempre hay rumores de presiones. Una vez no pudimos emitir por problemas técnicos,  e inmediatamente todo el mundo dijo que se iban a cargar el programa. Al día siguiente lo emitimos y el rumor siguió", cuenta Navas.

"La trascendencia de lo que dices te la da el volumen de gente a la que llegas, y eso significa que la gran presión es la propia", explica Maikol, quien además resalta la magnitud que tiene cometer un error en este tipo de programas. Raquel Haro sostiene que "es verdad que tenemos que ir con mucho cuidado, pero teniendo en cuenta que es un programa diario, resulta imposible hacer un trabajo de investigación muy amplio". En El Intermedio, equivocarse significa recrearse en el error, mofarse y ahondar en él, por lo que "no basta con rectificar sin más, y eso sí es una verdadera presión", concluye Maikol.

Carmen añade que existe un "nivel de autoexigencia y cuidado". La subdirectora asegura que "después de diez años y muchas vueltas, tenemos un equipo realmente competente y comprometido con lo que hace". La evolución del programa y sus buenos resultados parecen darle la razón. "Además, cuando nos equivocamos y rectificamos suelen mandarnos regalos, y eso mola", concluyen, de nuevo, entre risas.

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