Buzón de voz

Conectamos... ¿quiénes?

Mil delegados y 1.500 observadores asisten a la Conferencia Política del PSOE 2013 bajo el lema '¡Conectamos!'. Se pretende inyectar un chute de adrenalina política a una organización noqueada por las encuestas casi dos años después de su peor derrota electoral. Tan tocadas están las siglas PSOE que ni siquiera aparecen en la escenografía y han sido sustituidas por 'socialistas'. Y los socialistas discuten miles de enmiendas a una ponencia-marco de 386 páginas repletas de argumentos y propuestas sobre fiscalidad, laicidad, empleo, Estado del bienestar, renovación democrática o reformas constitucionales. Más allá del ruido de los pasillos y del impacto de los discursos, la pregunta es: ¿Sirve esta conferencia para que el PSOE "conecte" con su hipotético electorado?

Conectar... cómo

Este mismo viernes, el ObSERvatorio que dirige la socióloga Belén Barreiro publicaba un estudio según el cual casi un 40% de los españoles se autodefine como socialdemócrata frente a un 25% de centristas y un 24,5% que se describen como conservadores. Ya se sabe que hacen falta tres vidas para conocerse a uno mismo, de modo que tampoco hay que fiarse por completo de los autorretratos. De las urnas salen luego dibujos muy diferentes. Esa misma encuesta de MyWord da al PP una ventaja de 4,4 puntos sobre el PSOE, algo menos de lo que dos días antes pronosticaba el CIS (7,2 puntos a favor del PP). Se puede culpar de esos resultados a la metodología o a la cocina, y quedarse con el vaticinio de la revista Temas de José Félix Tezanos editada por la fundación presidida por Alfonso Guerra, única encuesta que calcula más de 6,5 puntos de ventaja a favor del PSOE. Lo cierto es que nadie puede negar que el enorme desgaste del PP no es recogido por los socialistas, mientras se triplica el apoyo a UPyD y se duplica el que recibe Izquierda Unida.

Si se pretende "conectar", es prioritario asumir los motivos por los que millones de ex votantes socialdemócratas han "desconectado". El ObSERvatorio da alguna pista actual, más allá de la muy analizada frustración y hasta indignación del electorado socialista con los recortes aplicados desde mayo de 2010 por el Gobierno de Zapatero. Siete de cada diez votantes socialdemócratas creen que hay una diferencia clara entre PP y PSOE en lo que se refiere a políticas de bienestar social, y el 65% también diferencia las propuestas sobre derechos civiles y costumbres sociales. Sin embargo, la mitad de los encuestados progresistas no aprecian apenas diferencias entre los discursos del PP y el PSOE en materia económica y política territorial. Es más: el 75% de quienes recuerdan haber votado al PSOE en las últimas elecciones opina que los socialdemócratas llegan al Gobierno con programas de cambio ambiciosos y que responden a las prioridades de sus votantes, pero que luego "no son capaces de ponerlos en práctica", ya sea como consecuencia de la globalización, de la interdependencia con otros países o de la presión de los grandes grupos económicos. 

La actual dirección socialista afirma que esta Conferencia Política pretende comunicar un giro a la izquierda en el discurso del partido. Más de quinientos expertos y miles de militantes llevan un año largo desgranando propuestas de contenidos para este cónclave. Y han surgido muchas y muy interesantes, pero es sintomático que el documento se abra con unas Observaciones Previas, firmadas por la Ejecutiva Federal, en las que se explica lo que "no es" esta Conferencia. No es un congreso, no elabora resoluciones, de ella no puede salir un programa electoral, no elige un candidato... Así que, salvo sorpresas no contempladas, lo que pretende la dirección socialista es lanzar el mensaje de que el PSOE tiene ideas, hoja de ruta, está vivo, existe. Se adopta una posición a la defensiva, la de quien informa al personal de que no padece una enfermedad incurable por malo que sea su aspecto. De aquel "no estamos tan mal" que pronunció Zapatero cuando ganó a José Bono el Congreso de 2000, se ha pasado al "no estamos bien" proclamado este sábado por la andaluza Susana Díaz.

Aclarado lo que "no es" la Conferencia, la apuesta consiste en establecer una base de contenidos capaz de "conectar" con las prioridades de los ciudadanos. Quienes se autocalifican como socialdemócratas en las encuestas señalan como prioridad la reducción de las desigualdades sociales y la lucha contra la pobreza, así como la protección frente a las grandes empresas y la banca. Que el PSOE plantee una profunda reforma fiscal, un plan para equiparar la recaudación a la media europea y redistribuir las cargas de forma más justa y equitativa parece obligado, como lo es la defensa de lo público y la recuperación de los mimbres que sostienen el tambaleante Estado del bienestar. El problema es cómo convencer al citado 75% de votantes socialdemócratas de que "esta vez sí": se cumplirá desde el poder lo prometido desde la oposición. Algunos militantes, como el ex alcalde Odón Elorza, proponen una especie de 'Contrato con la ciudadanía' por el que se adquiera el compromiso de que cualquier engaño en la ejecución del programa tenga consecuencias.

Conectar... quiénes

Pese a la insistencia de algunos barones y la reclamación de sectores de las juventudes socialistas o foros de debate internos, la dirección del PSOE que surgió del congreso de Sevilla en febrero de 2012 se ha negado a poner fecha a las primarias que elijan candidato o candidata a la presidencia del Gobierno. Ha preferido colocar varios vagones cargados de contenidos políticos sin identificar a la locomotora que tirará de ellos (aunque con derecho a deshacerse de los que considere inoportunos). Las encuestas, sea cual sea el medio que las encarga, coinciden en un dato letal: entre el 85 y el 91% de los propios votantes socialistas no confían en el liderazgo de Alfredo Pérez Rubalcaba. Hasta su histórico mentor, Felipe González, lo ha reconocido en vísperas de la Conferencia, al tiempo que apoyaba no hablar de primarias porque, según él, "no se pueden convertir las primarias en una especie de segunda vuelta de un congreso". Es cierto que hay una crisis generalizada del liderazgo político, que tiene que ver con la "megacrisis" (en expresión del filósofo Edgar Morin, que explica en 'La Vía' cómo se retroalimentan el desarrollo, la occidentalización y la globalización para derivar en una crisis de carácter múltiple que también afecta al fondo y a las formas políticas). Y es cierto que en España se añaden factores singulares como el peso de una Transición política que algunos sectores pretenden eternizar y que no pocos simbolizan ya en "las tres R": Rey, Rajoy, Rubalcaba. Hay una crisis de liderazgo general y otra particular en las filas socialistas.

Pero se ha decidido que "no toca" hablar de liderazgo sino comunicar un giro a la izquierda, similar al que han adoptado casi todos los partidos socialdemócratas en Europa, aunque sin un modelo claro de referencia al que parecerse. Por más que se pregunta, nadie sabe en el PSOE si el camino propuesto por su actual dirección es el de Ed Miliband en el Reino Unido, el de François Hollande en Francia, el de José Sócrates en Portugal, el de Hakan Juholt en Suecia o el del SPD en Alemania. Nadie quiere ni oir hablar del PASOK griego, que en pocos meses cayó desde el Gobierno a la irrelevancia política ante el avance de Syriza por la izquierda. Hay terror a las comparaciones, pero quienes hace sólo un año ponían de ejemplo el triunfo en Francia de Hollande sobre Sarkozy prefieren ahora no verse contaminados por la decepción que reflejan todas las encuestas galas. Desde 2011, las nuevas voces socialdemócratas surgidas en Europa han supuesto un viraje común hacia la izquierda desconocido en 25 años, lo cual tampoco era difícil partiendo de aquella Tercera Vía liderada por Tony Blair en los noventa o de la Agenda 2010 de Gerald Schoroeder, artífices de políticas más cercanas al neoliberalismo que a cualquier postulado socialdemócrata.

Lo cierto es que las dos etapas de grandes cambios en el PSOE en las últimas décadas han respondido simultáneamente a nuevos discursos ligados a nuevos liderazgos: Suresnes con Felipe González en 1974 y el triunfo contra pronóstico de la Nueva Vía de Zapatero en 2000. Ese "conectamos" que encabeza esta Conferencia no considera imprescindible la urgencia de poner nombre y rostro a un nuevo liderazgo que intente aportar un plus de credibilidad al guión que de ella salga. Los discursos oficiales se han reservado para la dirección y para los líderes que mantienen poder territorial: Susana Díaz en Andalucía (quizás la más aplaudida) y Javier Fernández en Asturias. Se ha dado protagonismo a Felipe González y a Zapatero en dos foros que han tratado, respectivamente, la globalización y la igualdad. Dos asuntos que precisamente son ejes de la renovación de discursos en todos los partidos socialdemócratas europeos, y en los que quizás habría sido oportuno incorporar otras voces capaces de enlazar con los 'Miliband' que parecen estar consiguiendo recargar pilas sin los lastres de la gestión de Gobierno. Se ha otorgado también visibilidad a dos de los 'precandidatos', Patxi López y Eduardo Madina, pero no a Carme Chacón ni a Emiliano García Page, lo cual abona la sospecha de que la dirección "conecta" más con unos que con otros.

Conectar... cuándo

La misma argumentación empleada para no situar los focos sobre los nombres sirve para dilatar el debate sobre la fecha de unas primarias abiertas cuyo formato queda dibujado en esta Conferencia Política. Cuanto más se pretenda acercar a las generales, con la excusa de una mayor movilización electoral, más se extiende la impresión de que se estrecha el margen para que surjan opciones internas con posibilidad de éxito. Ya ocurrió en 2011, tras la renuncia de Zapatero. Parece que se apuesta al todo o nada en las europeas del próximo año, como si bastara obtener un voto más que el PP para consolidar el establishment del partido. establishment

En el Reino Unido, Ed Miliband tomó el mando tres meses después de la derrota de Brown, trazó una raya nítida respecto a su antecesor y más aún respecto a Blair. A partir de ahí, ha ido construyendo un discurso centrado en señalar que los conservadores utilizan la excusa de la austeridad para defender intereses privados mientras los progresistas defienden los intereses de todos. La última conferencia política, laborista, celebrada en septiembre, sirvió para añadir un nuevo eje en el discurso: hay que frenar a las grandes empresas energéticas congelando los precios durante veinte meses, hasta que se apruebe una reforma que acabe con el comportamiento monopolístico. (Como en España).

Dilatar la fecha de las primarias puede ir restando también credibilidad a ese mensaje insistente de que el desmantelamiento de lo público es "recuperable". Los debates más recientes organizados por think-tanks progresistas europeos coinciden en que la socialdemocracia no tiene fácil volver al poder si no consigue sumar hacia la izquierda y demostrar tanta convicción política como competencia económica. Para ello se precisa una coherencia en las ideas y una credibilidad en los nombres. Sustituir las desgastadas siglas PSOE por el término más plural de 'socialistas' tiene sentido, porque humaniza la política. Siempre que no se quede exclusivamente en una cuestión de márketing. Y para ello faltan fechas, nombres y votos.

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