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Buzón de voz

La cólera (o la técnica) de Aguirre

La demostrada capacidad de este país para convertir en comedia cualquier drama facilita que personajes como Esperanza Aguirre hayan adquirido la habilidad de burlarse de la ciudadanía en lugar de asumir responsabilidades políticas cuando les corresponde. A base de puro desparpajo, haciendo de la realidad una caricatura, Aguirre (y no solo ella) logra salir airosa de los asuntos más turbios.

Solo los buenos resultados de esa técnica pueden explicar que esta señora se permita el lujo de dejar plantados a los agentes que la están multando, golpear la motocicleta de uno de ellos, hacer caso omiso a la orden de parar en una persecución por las calles de Madrid y delegar en guardias civiles que vigilan su domicilio la atención a sus perseguidores.

No merecería gastarse un minuto en discutir que cualquier ciudadano que actuara de este modo habría sido conducido directamente a comisaría e incluso al calabozo si continuara resistiéndose a la autoridad. Ofende a la inteligencia la simple puesta en duda de esa obviedad.

Si la presidenta del Partido Popular de Madrid, después de semejante comportamiento, hubiera pedido las disculpas pertinentes y se hubiera prestado voluntariamente a un juicio rápido y a realizar un curso de seguridad vial, cabría al menos la discusión sobre la exigencia o no de otras consecuencias políticas. No ha habido tal cosa. Al contrario: Aguirre se ha dedicado durante las horas siguientes al suceso a despreciar el comportamiento de los agentes (“buscaban una foto”, sufrían un “ataque de ansiedad” por multarla a ella, actuaron por "machismo", tenían la moto “malísimamente aparcada”, no encontraron “mejor cosa que hacer que perseguir a una sexagenaria”...)

Cosas que nunca supo

Esperanza Aguirre no actúa así porque haya sufrido una enajenación transitoria, sino porque dar la vuelta a la realidad y burlarse de ella ha sido su fórmula de actuación durante décadas de ejercicio del poder. Basta recordar un ramillete de ejemplos:

   - Se construye una estación del AVE en Guadalajara, no en la ciudad sino en mitad de la nada, y esa nada se recalifica para urbanizar. La nada es propiedad de la familia del marido de Aguirre, pero todo eso son “fabulaciones”, “insidias”, “campañas políticas”. Amenazó a los pocos medios que en su día lo publicaron con mil querellas que nunca interpuso. La estación sigue en mitad de esa nada. A la urbanización la ha afectado la burbuja.

   - Se documenta que Fundescam, fundación del Partido Popular de Madrid, recibía dinero de empresas y empresarios y que ese dinero iba a parar a la financiación de las campañas electorales de Aguirre en 2003 y 2004 a través de empresas de la trama Gürtel. Pero Aguirre dice que le pregunten “a Pío, Pío, Pío”, en referencia a Pío García Escudero, por aquellas fechas responsable de Fundescam.

   - Gran parte de los contratos de esa red Gürtel se realizaban con responsables de la Comunidad de Madrid, nombrados directamente por Aguirre. ¿Ha asumido alguna vez la menor responsabilidad por que miembros de su equipo, algunos de su entorno inmediato, fraccionaran contratos para favorecer a esas empresas? Muy al contrario, Aguirre ha presumido siempre de haber sido ella, personalmente, la única que ha reaccionado en el PP de forma contundente y rápida contra la corrupción.

   - Ha proclamado que se enteró del caso Gürtel por la prensa, pese a haber reconocido ante el juez que en 2004 (cinco años antes de la investigación de Garzón) mantuvo una reunión tormentosa en la sede de Génova con el tesorero Álvaro Lapuerta y con el propio Rajoy sobre el llamado “pelotazo de Arganda”, una de las operaciones más importantes de la trama Correa. 

   - Por supuesto fue también la última en enterarse del caso de espionaje que afectó al PP de Madrid y salpicó a algunos de sus más directos colaboradores.

   - La sucesión de asuntos oscuros en los que se ha visto implicado Ignacio González, número dos, mano derecha e izquierda, delfín y sucesor de Aguirre, jamás han levantado la más mínima duda en la Jefa.

   - El anecdotario del desparpajo de Aguirre da para mucho. Baste recordar que en su biografía autorizada llegó a quejarse de las dificultades que tenía para “calentar” el palacete que habita en el centro de Madrid, y los problemas para “llegar a fin de mes”. Como presidenta de la Comunidad de Madrid ganaba entonces más de 100.000 euros. Su marido, Fernando Ramírez de Haro, conde de Murillo y Grande de España, posee fincas e inmuebles en al menos cinco provincias.

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La España eterna

Aguirre nunca se ha cansado de alimentar esa imagen de liberal-campechana-popular-cercana que habla un perfecto inglés y un castellano salpicado de tacos. Si le protestaban médicos de hospitales públicos, para ella se trataba de “sindicalistas profesionales”; si eran profesores de institutos, para ella eran “funcionarios que tienen muchas horas libres”; si la Puerta del Sol se llenaba de jóvenes, ancianos, mujeres y hasta niños que se manifestaban pacíficamente, para ella se trataba de “perroflautas”...

La condesa consorte representa ese liberalismo que se pretende anglosajón sin llegar a quitarse tampoco la caspa caciquil de la España eterna. La de “¡Usted no sabe con quién está hablando!” En cualquier caso, ese liberalismo alérgico a todo lo público que estaría encantado con privatizar la seguridad y hasta el tráfico. De ese modo, los agentes que osaron retenerla y multarla en la Gran Vía se habrían limitado a cuadrarse y ponerse a sus órdenes. Lo que viene a ser la costumbre: mandar, usar la política como si se tratara de un cortijo de propiedad heredada. La técnica incluye un cuajo muy especial a la hora de convertir al culpable en víctima y viceversa. De modo que un policía que la sigue tras haberse dado a la fuga termina siendo un “acosador de sexagenarias”. Y no pocos ríen la 'gracia'.

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