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El Gobierno recompone las alianzas con sus socios: salva el paquete fiscal y allana el camino de los presupuestos

Nacido en los 50

En defensa de la democracia

El Gran Wyoming

Con respecto a lo que llaman “negociación”, que también podría llamarse “o tragas o te aplasto”, de la troika con el Gobierno griego, la unanimidad de los medios de comunicación y de los analistas políticos y económicos, así como de los líderes de todos los partidos políticos salvo Podemos, cuya opinión es irrelevante porque ya se han encargado de desactivarla al no tener experiencia en gestión, es alarmante. De nuevo recuerdo lo que me dijo el profesor Josep Fontana con respecto a la novela 1984, de George Orwell: “Acertó, pero se equivocó de fecha en treinta años”. Estamos en ello, amigos, sólo hay una opinión válida, lo demás es demagogia, populismo, intransigencia y extremismo.

El caso griego ha puesto sobre el tapete la gran trampa de lo que llaman democracia, que no es otra cosa que un Sistema para el que los ciudadanos, con sus necesidades, aspiraciones de vida y exigencia de Justicia, suponen el principal problema. Un Sistema que se alimenta de la miseria de los administrados, que basa su supervivencia en la restricción de los derechos y libertades, en la anulación de la capacidad de los pueblos para decidir su destino, para escoger el mundo en el que quieren vivir. Un esquema de rapiña y usura que camina hacia el nuevo totalitarismo económico que es más sutil, pues incauta las riquezas de los pueblos sin necesidad de invadirlos. Ya han sugerido desde Alemania que Grecia no puede hacer frente a su deuda, pero que tiene muchas islas. ¿Queda claro?

En estos planteamientos intransigentes que la UE disfraza de negociación coinciden también, de manera sorprendente, partidos que se llaman de izquierda, y que apoyan sin reservas las decisiones de los que se han mostrado sin pudor como enemigos del pueblo, cuando fue la lucha para combatir los abusos de estas fuerzas explotadoras, saqueadoras, la razón por la que surgieron. Se fundaron para unir las aspiraciones, los anhelos de los trabajadores para luchar por un mundo más justo, donde sus hijos tuvieran un espacio al margen de la miseria hacia la que conduce el capitalismo cuando no encuentra oposición.

Ahora son aliados de aquellos a los que combatían. Se han convertido en unidades paliativas del dolor que infringen los que lo tienen todo, pero evitando cuestionarles. Se postulan como un bálsamo ante lo inevitable. La Justicia ya no está sobre el tapete, hace tiempo que no entra en sus aspiraciones. Ante el poderío de estas fuerzas globalizadas parecen haber arrojado la toalla.

Yo ya descubrí hace tiempo eso que Camus llama el absurdo, donde el hombre se siente extranjero en su propia tierra. La lucha de hoy tiene un doble frente, la defensa de la Justicia y plantar cara a la resignación. No hay que dejarse doblegar por el fantasma de lo inevitable, esa bola de nieve crecerá y aplastará tu hogar mañana. Existe una posición más noble, la que se decanta del lado de los hombres honrados contra los delincuentes.

Camus lo expresa a la perfección: “Una de las pocas posiciones filosóficas coherentes es la rebelión. Este es un enfrentamiento perpetuo del hombre con su propia oscuridad. Esta rebelión da valor a su vida. Entendida a lo largo de una existencia, le restituye su grandeza”. “La lucha por llegar a las cumbres basta para llenar un corazón de hombre”.

El caso del pueblo griego es paradigmático porque la situación en la que se encuentra es consecuencia de la aceptación de las políticas impuestas por aquellos que ahora lo tachan de irresponsable. Es como si una mujer fuera condenada por puta, precisamente, por aquellos que han participado de forma colectiva en su violación.

El actual Gobierno griego nada tiene que ver con la situación que se ha encontrado, más bien al contrario, llega al poder a través de las urnas porque el pueblo se cansó de votar a políticos corruptos que, conchabados con personajes que en este momento están formando parte de las altas instancias europeas, así como de la cúpula de algunos Gobiernos, saquearon el país, dilapidaron el dinero público en contra de los intereses de los ciudadanos para beneficiar a las potencias hegemónicas que hoy dominan la troika.

Un ejemplo de ello es la condición del Gobierno alemán en la concesión de crédito en la que imponían recortes en sanidad, educación, pensiones, reducción del salario y número de los funcionarios, pero manteniendo intocable una desmesurada e injustificable partida de gasto militar, una compra de armamento que los griegos no necesitaban y, menos aún, en la situación de emergencia en la que se encontraban. Es decir, les dejaban dinero incrementando la deuda pública, pero tenían que comprarles armas con ese dinero. Así, Grecia tiene en la actualidad más carros de combate que entre Alemania, Francia e Italia juntos, superando con creces las recomendaciones de la OTAN, que ya están bien, que son de un gasto en armamento del 2% del PIB, mientras Grecia llegó a tener un pico, antes del rescate, del 6% impuesto por sus actuales acreedores.

Esta estafa orquestada desde Europa con la colaboración de políticos corruptos y amenazas permanentes si no aceptaban dichas imposiciones y recortes, que han llevado al país a la ruina, advirtiéndoles una y otra vez de lo que les esperaba si no votaban con responsabilidad, es decir, si no perpetuaban ese latrocinio institucional, se ha vuelto contra un pueblo cansado de verse empujado hacia el abismo. Ahora y sólo ahora es cuando el universo se ha conjurado contra el Gobierno griego tachándole de intransigente, radical y soberbio. Antes Grecia, como le ocurrió a Ecuador o Bolivia, no existía. Mientras vivían sumidos en el latrocinio y la corrupción no suponían problema alguno.

La demonización del verbo “auditar” da una idea de hasta qué punto los acreedores son conscientes de la ilegitimidad de la deuda. También aquí, en España, se hace sinónimo auditoría de “negación del pago”. En efecto, saben que una revisión de cómo se ha producido esa deuda pondría al descubierto esas maniobras torticeras para convertir deuda privada en pública, que sumadas a que en este nuevo Sistema las grandes corporaciones, gracias a la tolerancia de los Gobiernos para consentir su radicación en países como Irlanda, donde apenas tributan impuesto alguno, eluden su contribución al desarrollo de los pueblos, consintiéndoles, además, que deriven sus beneficios a paraísos fiscales, que son la madre de todos los corderos, descapitalizando y llevando a la ruina a los países que algún día fueron soberanos.

Los Gobiernos, al consentir que las grandes empresas no tributen, se ven obligados a exprimir al máximo a los ciudadanos a través de impuestos directos e indirectos como el IVA, así como sanciones abusivas, desproporcionadas con respecto a los ingresos medios por cualquier estupidez. Sangran al ciudadano para compensar la exención fiscal de los poderosos.

Todos los técnicos, sin excepción, reconocen que las políticas de austeridad han arruinado a los pueblos, a los que se les han aplicado impidiéndoles, de paso, hacer frente a su deuda. Sin embargo, se insiste en continuar por ese camino.

Olvidan los demócratas del Norte que es precisamente la promesa de abandonar esas políticas y sentarse a negociar, como socios, en lugar de aceptar con sumisión cualquier imposición, lo que ha llevado a Syriza al poder y, por tanto, se ve en la obligación de consultar a su pueblo si acepta las nuevas exigencias de la UE.

¿Por qué genera tamaña alarma la consulta griega? ¿Por qué un acto democrático como someter a referéndum una decisión tan importante es tachada de radical? ¿Quién teme a la Democracia? ¿Qué se puede esperar de una institución que decide nuestro futuro donde no tiene cabida un hombre honrado? ¿Es demagogia convocar un referéndum antes de aceptar lo contrario de lo prometido en campaña?

Rajoy, del que todos sus colegas europeos saben que tiene un problema de corrupción sistémica que fluye a lo largo y ancho de toda nuestra geografía, no tiene el menor problema para pasearse por los pasillos de aquellas instituciones. Es el que consulta a su pueblo antes de aceptar una propuesta que sería entendida como una estafa a sus votantes el que no encaja en el esquema. Un entramado que requiere de mandatarios dóciles que den la espalda a sus pueblos a los que, de nuevo, como en tiempos pasados, no se les puede conceder espacio para decidir sus destinos porque no están cualificados, ni han alcanzado el grado de responsabilidad suficiente como para entender las necesidades de eso que llaman “los mercados”, cuyos intereses marcan la prioridad absoluta de esta UE de la que nos llamamos socios, aunque esos intereses pasen por condenar al hambre a sus súbditos.

Por otra parte, la falta de reacción de la mayoría de los medios de comunicación, de la televisiones y radios, evidencian el problema que supone la restricción de la libertad de información cuando estos están en manos de las grandes corporaciones y bancos. Somos testigos de lo que supone su pérdida de independencia. Ningún medio ha destacado los resultados de la auditoría de la deuda griega que los expertos han calificado como ilegítima y cuyas exigencias, dicen, atentan contra los derechos humanos. Más a más, como dicen los catalanes, el recientemente nombrado ninistro de Educación, Iñigo Méndez de Vigoreprocha a Syriza que no haya hecho dicha auditoría incumpliendo su programa y tachándoles de populistas por prometer cosas a sabiendas de que no las llevarán a cabo.

Bien, tal auditoría ya se ha hecho, y teniendo en cuenta que este señor era secretario de Estado para la Unión Europea pueden ocurrir dos cosas, que no se entere de nada o que mienta; o lo más probable, que se den los dos supuestos. Este es el perfil de nuestros responsables en la UE, que en un momento tan crítico como el actual se viene a España para ocupar una cartera que deja vacante el señor Wert, a unos meses de las elecciones, porque quiere unirse a su novia que se ha marchado a París, donde al parecer el señor Rajoy va a dar un puesto a Wert en la OCDE para que, a cargo de los españoles, pueda estar cerca de su amor y evitar así el efecto Monago y tener que desplazarse en avión cada vez que quieran tener un vis a vis. Tamaño descaro no ha tenido excesiva repercusión en los medios. Ya estamos acostumbrados a que la política sea esto: chollo tras chollo a cuenta de los que viven por encima de sus posibilidades. Luego se quejan cuando les llaman casta.

Sólo unos datos para constatar las consecuencias de esta gran estafa que ha convertido negocios ilegítimos en deuda pública en Grecia: desde 2009 los impuestos han subido más del 300% para las clases mas desfavorecidas, que han visto reducidos sus ingresos en un 82%. Estos impuestos sólo han subido un 10% para los que más tienen. Los salarios han bajado una media del 27%.

Frente a este estado de cosas, donde hasta EEUU está pidiendo una quita de parte de la deuda, se sigue imponiendo a los griegos que incrementen las medidas de austeridad. Les están empujando al abismo y pretenden que lo acepten de buen grado. Pretensión tan ridícula solo tiene una explicación: “Es la política idiotas”.

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La UE no se puede permitir este precedente: dar la razón a un gobernante que no trata a su gente como si fuera ganado incapaz de comprender los complejos vericuetos del pastoreo que se resumen en Si queréis comer, inclinad la testuz. Están dando una patada también a los españoles en el culo de los griegos.

La evidencia de la situación hace que se simplifique la consigna: estamos, probablemente, ante la última oportunidad de salvar la democracia.

Ante la duda, siempre con la Justicia.

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