Buzón de Voz
Rajoy al teléfono
Mariano Rajoy se ha desayunado este jueves con un ataque de sinceridad creyendo que hablaba con Carles Puigdemont, nuevo presidente de la Generalitat. Hay bromas que son de mal gusto, pero quedan justificadas cuando desvelan la verdad escondida bajo el velo de la solemnidad. La chufla de Ràdio Flaixbac contiene en un minuto más realidad política que mil declaraciones (y análisis) de los últimos días.
– Por más que se proclame que “no hay nada que hablar con quienes solo quieren la independencia”, no es cierto. Un señor llama a la Moncloa diciendo que es adjunto a la consejería de Presidencia de la Generalitat, pregunta por el presidente del Gobierno, y Rajoy devuelve la llamada de inmediato. (Un detalle que le honra, por cierto). Son humanos los políticos, incluso aquellos que dan la impresión de tirar cada cual de un extremo de la cuerda hasta que se rompa la soga o se caigan de espaldas. “¿Cómo va la vida?”, pregunta Rajoy al demonizado Puigdemont.
– Es significativa la disposición del presidente del Gobierno a concertar una reunión con Puigdemont en cuanto el supuesto Puigdemont le dice que “ya toca”.
– Es relevante la forma en que Rajoy se refiere al momento político, a esa incertidumbre que nos tiene a los periodistas enfermos de ansiedad y perpleja a parte de la ciudadanía. “Le propongo una cosa –dice Rajoy– Esta semana está el rey con las consultas, según cómo quede este asunto, porque claro yo no sé como va a quedar este asunto, yo creo que el lunes 25 le puedo llamar y, en función de si hay investidura o no hay investidura, como tengo la agenda muy libre, nos podemos ver en 24 o 48 horas”. Para Rajoy lo que nos ocupa es “este asunto”, como si fuera uno de esos “líos” que tanto parecen aburrirle.
– Es destacable el fair play que demuestra Rajoy cuando se le aclara que se trata de una broma (aunque pregunte de qué emisora se trata con ese tono característico del que barrunta un “se van a enterar”).
– Quienes mejor conocen al personaje se sonríen cada vez que leen un titular que arranca con “Rajoy planea”, o “Rajoy prepara” o “Rajoy baraja” o “Rajoy tiene previsto”… Porque sobre prácticamente todos los “asuntos” o “líos” que ha gestionado ha ejercido siempre la posición de la estatua. Nadie conoce a nadie que haya escuchado de sus labios algo como “lo que voy a hacer…”
– Por eso resulta significativo que muestre aceleradamente y sin mayores comprobaciones telefónicas (responsabilidad obviamente de su equipo) la disposición a llamar a Puigdemont y a organizar un encuentro “oficial”. Alguien que descarta volver a ser investido presidente habría despachado educadamente el “asunto” aplazándolo a la resolución de la incertidumbre política, y no al lunes que viene. Salvo que considere que el encuentro conviene a sus intereses inmediatos.
– En los últimos días han circulado teorías (y hemos visto titulares) que sostenían que Rajoy “barajaba” la posibilidad de no presentarse a la investidura, de decir “pasapalabra” ante el rey y reservarse para un posible descalabro de Pedro Sánchez. El propio Rajoy ha tenido que aclarar a última hora del jueves que “evidentemente” se someterá a la investidura aunque no tenga los votos necesarios. Pues claro. Sólo faltaba que Rajoy despidiera su longeva carrera política con una espantada insultante hacia el propio electorado.
– No hacen falta trampas telefónicas para deducir que Rajoy busca una gran coalición o una repetición de elecciones mientras Pedro Sánchez pretende formar gobierno a toda costa. Cada uno de los dos se juega su ser o no ser en la política. Y cabe la sospecha de que ese cálculo personal esté incluso por encima de los intereses de sus respectivos partidos y por supuesto de los de la ciudadanía.
– Sabemos que Juan Carlos I recibía a los representantes de los principales partidos con una pregunta: “¿cuántos votos me traes?”. Es posible que este viernes Felipe VI lance la misma cuestión a Pedro Sánchez y a Mariano Rajoy. Hasta el momento la pregunta reiterada a cada portavoz ha sido: “¿a quién cree que debo proponer?” La situación es inédita, y ahora no basta con la calculadora y las garantías que cada cual presuma sobre los apoyos a obtener.
– Este viernes finaliza la (primera) ronda de contactos del rey, que a su vez afronta la más compleja prueba para su credibilidad como jefe del Estado. Su papel está reglado en la Constitución, aunque con algunas lagunas y cierto margen de interpretación, que es precisamente donde se la juega. Consejeros, analistas y espontáneos vienen reclamándole que “contribuya” a la defensa de los intereses de España enfocando su labor intermediaria a favor de “un gobierno fuerte y estable”.
– Obviamente esas voces defienden una visión interesada sobre lo que conviene a España, que sigue siendo (aunque a más de uno le cueste admitirlo) una democracia parlamentaria. La obligación del jefe del Estado es no olvidar que aquí se trata de dar cauce lo más estrictamente posible a lo que expresaron las urnas, no a las ocurrencias de unos cuantos empresarios, editores o aspirantes a cortesanos.
Conviene calmar múltiples ansiedades, porque esto acaba de empezar, y de cómo evolucione y termine este proceso depende en parte que el recién nacido pluripartidismo fortalezca la democracia o genere una frustración colectiva. Es hora de empezar a hablar a fondo del qué para concluir la idoneidad del quién o con quiénes.