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El PSOE, culpable

La undécima legislatura ha acabado en fracaso. Convocadas nuevas elecciones, las primeras encuestas realizadas indican que la ciudadanía no premia el “esfuerzo” realizado por Sánchez. Según el barómetro de La Sexta, realizado por Invymark, el 43,6% de los entrevistados responsabiliza al PSOE por la ausencia de un nuevo gobierno, seguido por el PP (20,5%), Podemos (18,6%) y Ciudadanos (7,1%). En la misma línea, la encuesta de Metroscopia para El País indica que el principal responsable de que no haya habido gobierno en España es el PSOE (el 36% así lo piensa, frente a un 25% que culpa al PP, un 19% a Podemos y un 2% a Ciudadanos). ¿No resulta sorprendente que frente a la pasividad del PP, sea el PSOE, que llegó a un pacto con Ciudadanos, quien aparezca como culpable de que hayamos acabado yendo a elecciones?

Como he argumentado en los artículos que he ido publicando en infoLibre desde enero, creo que el PSOE no ha planteado correctamente su estrategia. Los dirigentes del PSOE pensaron que si Pedro Sánchez asumía ante el rey la responsabilidad de formar gobierno e intentaba un pacto con Ciudadanos, el electorado valoraría la posición central y constructiva del partido frente al bloqueo de PP y Podemos. Los datos de las encuestas muestran, sin embargo, que los ciudadanos no lo han visto así. Me parece que esa opinión ciudadana se funda en buenas razones.

En primer lugar, el PSOE ha actuado en contra de las preferencias de sus propios votantes y más en general del electorado de izquierda, que reclamaban un pacto del PSOE con Podemos, las “confluencias” e IU. Los socialdemócratas han preferido sucumbir a las presiones de los poderes económicos y de grandes grupos mediáticos antes que atender las demandas de sus electores. Puede que Podemos no quisiera tampoco el pacto de las izquierdas; es más, hemos visto gestos y maniobras de este partido que iban destinados a torpedear al PSOE más que a sentar las bases para un acuerdo. Pero, en cualquier caso, debe recordarse que quien asumió la responsabilidad de formar gobierno fue el PSOE y que este ha dejado claro en todo momento que no estaba dispuesto a integrar a Podemos en un posible ejecutivo.

En segundo lugar, el PSOE ha utilizado públicamente argumentos de consumo interno que no tienen credibilidad ante una ciudadanía informada y con un interés elevado por los asuntos políticos. No tiene sentido que los dirigentes de este partido repitieran una y otra vez que la coalición de izquierdas no sumaba. Claro que sumaba: PSOE más Podemos más IU, con el apoyo del PNV y la abstención de los nacionalistas catalanes, sumaba. Resulta asombroso que Sánchez insistiera en que ese gobierno no era posible. No era posible, sencillamente, porque el PSOE no quería gobernar con la abstención de los nacionalistas catalanes. Sobre esta excusa o pretexto hablé en un artículo anterior. Que durante unas horas el PSOE considerase el Pacto del Prado ofrecido por Compromís muestra que los socialdemócratas, en realidad, sí que entendían que la coalición de izquierdas sumaba.

En tercer lugar, el PSOE nombró una comisión negociadora claramente escorada hacia posiciones liberales que no facilitaba el acuerdo con Podemos. En dicha comisión figuraban personas como José Enrique Serrano, Rodolfo Ares y Jordi Sevilla que representan el ala más centrista del partido. Era, pues, una comisión destinada a imposibilitar un pacto de izquierdas.

En cuarto lugar, podía tener sentido ensayar un movimiento político que comenzara con un pacto con Ciudadanos y luego se extendiera a Podemos. Pero el PSOE presentó a Podemos un pacto de gobierno prolijo y lleno de medidas que este tenía que asumir íntegramente como punto de partida. Eso era un mal comienzo para intentar llegar a un acuerdo. En cualquier caso, lo que descubrimos ante el fracaso de la vía 191 (PSOE, Ciudadanos y Podemos) es que no había plan B. El PSOE no había previsto nada ante la eventualidad de que Podemos se negara a votar a favor del pacto PSOE-Ciudadanos, sencillamente porque los socialdemócratas descartaron desde muy pronto llevar a cabo una coalición con Podemos.

En fin, creo que la estrategia seguida por el PSOE ha sido profundamente errónea. Se ha dejado llevar por los vicios de siempre (divisiones internas, conservadurismo ante el cambio, atención excesiva a las consignas de medios de comunicación que han perdido su credibilidad e influencia, argumentos poco convincentes que solo se creen en Ferraz…). Da la impresión de que el PSOE se cierra cada vez más sobre sí mismo, defendiendo un mensaje que la ciudadanía progresista no comparte.

El panorama futuro se presenta más bien sombrío para los socialdemócratas. Por una parte, si finalmente la derecha consigue formar gobierno (PP más Ciudadanos), el PSOE estará en una posición más bien irrelevante, pues para Podemos será relativamente fácil monopolizar la oposición a un gobierno conservador-liberal. En esas condiciones, el partido de Sánchez quedará desdibujado.

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Por otra parte, si no hay una mayoría de derechas, pueden ocurrir dos cosas, en función de qué partido quede segundo. Si el PSOE se ve superado por la unión electoral de Podemos e IU, tendrá que elegir entre apoyar a la izquierda de Podemos desde una posición de debilidad o apoyar una gran coalición que excluya a Podemos del gobierno, como ocurría en Italia cuando todos los partidos se unían para impedir que el Partido Comunista Italiano gobernase. Ninguna de las dos opciones resulta muy atractiva para el PSOE.

A su vez, si el PSOE queda segundo, volverán a darse dilemas muy parecidos a los de esta legislatura ya acabada: el partido socialista tendrá que decidir de una vez si quiere seguir pasando por alto lo que sus propios votantes piden o rompe con sus inercias y apuesta por una renovación profunda dirigiendo un gobierno de izquierdas.

Resumiendo: dados los errores cometidos por el PSOE, a lo máximo a lo que puede aspirar tras las elecciones es a explorar el pacto con Podemos que no se atrevió a realizar en la undécima legislatura.

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