Corrupción
Vilar exculpa a Fabra: “No le pagué ni un duro”
“A Carlos [Fabra] no le di ni un duro”. La declaración de Vilar provocó un seísmo en la sala. “Está loco”, “Esto es un circo”, se escuchó entre el público. Crujió la madera para cinco del banquillo y la sonrisa socarrona de Fabra contrastó con la mirada incrédula y mustia de las acusaciones. Fue la puntilla a una jornada de larguísima alfombra roja para el exmandatario castellonense. A su término, hubo besamanos y larga traca de palmadas en la espalda. Fabra y los suyos ya se sienten absueltos.
“Esto ha sido un paripé de principio a fin”, explicaron a infoLibre fuentes jurídicas cercanas al caso. El primero en declarar fue Carlos Fabra, que se negó a responder a la Abogacía del Estado y a la acusación popular, representada por la Unión de Consumidores. El fiscal anticorrupción inició entonces un interrogatorio disperso y Fabra le llevó de capote en capote hasta el estoque final. “Mis peritos no dicen lo mismo que los suyos”, culminó con un patético intercambio de papeles entre acusado y acusador.
La interpelación duró apenas 20 minutos. “Es absolutamente falso que haya dado un solo movimiento para conseguir algo para Naranjax o alguna empresa de Vilar”, aseguró Fabra, para quien el relato del empresario “es como 20.000 leguas de viaje submarino”. La carcajada, unánime, corrió entre el público y Fabra prosiguió con la voz hinchada: “Me denunció [Vilar] con ánimo de perjudicarme porque en su momento apoyé a su mujer y no a él”. Sin réplica alguna del fiscal, Fabra recuperó su antiguo vigor de jerarca indiscutible y se explayó en tardes de toros y casinos y en las más de 50 reuniones en Presidencia durante la época de Aznar. “Una vez me lo llevé [a Vilar] porque no le quise quitar la ilusión de conocer el edificio de Moncloa”, expuso desdeñoso.
Pero si Fabra jamás intercedió por Vilar, ¿cómo se explican los 21 millones que recibió desde sus empresas? Si ha quedado probado que Artemis 2000, Arcavi o Laboratorios Ibáñez carecían de actividad y plantilla, ¿por qué Fabra emitió facturas a través de Camarcas en concepto de informes por riesgo laboral? ¿Serían falsas esas facturas? Son las preguntas clave a las que el político del PP no respondió porque, sencillamente, no fueron formuladas. Una carencia que da argumentos a unos juzgados que ha mostrado un apoyo sin reparos hacia Fabra. El presidente de la Audiencia Provincial, Carlos Domínguez, reconoció el trato “afable y cortés” que les une. Tanto como para firmar en 2010 el archivo de cuatro delitos fiscales o, en mayo de 2012, una resolución para que no se le juzgara por soborno. Decisiones, ambas, que recibieron sendas sentencias en contra del Tribunal Supremo.
Amigas “especiales”
Tras la declaración de Fabra, llegó el turno de su ex mujer, María Amparo Fernández. Y, a continuación, el de Montserrat Vives, la otra ex, la de Vilar. Se trató de un relato sincronizado. Antes de la vista se les vio compartiendo afectos y confidencias por los pasillos. Y después muy juntas en la banqueta y deslizándose susurros ocasionales. Su narración, casi a dos bocas, es la de dos mujeres bajo el influjo de un atmosfera castradora y masculina. Dos señoras que encontraban alivio mutuo en las mañanas de café y paseos por las fruterías del mercado de la ciudad. “Somos unas amigas muy especiales”, aseguró Vives. “Hablábamos de cosas de mujeres, de cambiar de estilo”, añadió Fernández.
En un momento dado decidieron emanciparse y emular a sus maridos. Para ello compraron la empresa Artemis 2000 con el fin de gestionar las licencias de plaguicidas desarrolladas por Naranjax. Además, Fernández quería que su hijo Borja, “que andaba un poco descarriado”, trabajara como comercial en el norte de África y Turquía, donde los requisitos sanitarios para la venta de plaguicidas “no eran tan estrictos”. La sociedad jamás llegó a tener una sola actividad. Al menos legal. Según el escrito de la fiscalía y la acusación particular era una mera pantalla para justificar pagos ilícitos a Fabra por mover los hilos de sus influencias ministeriales.
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Un argumento que Vicente Vilar ha defendido durante una década y que ayer negó. “Todo es un tema de dos mujeres codiciosas”, apuntó directamente a Fernández y Vives. Según Vilar, en octubre de 1999, su ex mujer le entregó a Fernández un maletín negro con 30 millones de pesetas. Y quince días después, 25 millones más en bolsas de súper mercado. “No voy a meter a Carlos en un lío que no se merece”, modificó así la versión en la que Fabra le exigió por teléfono esas cantidades millonarias a cambio de sus mediaciones.
El industrial castellonense explicó que inculpó a su entonces amigo “por cabreo”. En marzo de 2003, Vives lo acusó de violación y se refugió en casa de Fabra, donde prestó declaración a la Guardia Civil. A la mañana siguiente, Vives y Fernández le despojaron de su cargo como administrador único de Artemis 2000. “Me molestó que no fuera capaz de preguntarme qué había pasado. Le llamé tres veces durante varios días y aún estoy esperando que diga algo. Interpreté que era para llevarse los millones con ellas y decidí ir a por él”, se explayó en mitad del pasmo de toda la sala.
¿En qué situación queda la vista tras el cambio radical de Vilar? “Esto es una tomadura de pelo, se ríen de nosotros”, apuntaron las mismas fuentes cercanas al caso, aunque asumieron que la estrategia de Vilar tampoco es descabellada: “se está escapando. Está encarcelado por violación y no quiere pasar entre rejas tres años más, los que le caerían si reconoce el soborno”. En todo caso, se trata de un nuevo y quizá el más pesado lastre a una década de tortuosas investigaciones. Así lo reconocen estas fuentes: “La verdad está en riesgo. Con estos personajes y este entorno hostil, todo es absurdo. Y, además, apesta”.