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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Galicia

Ferreiro, Noriega y Suárez: la revuelta de las mareas

Ferreiro, Noriega y Suárez: la revuelta de las mareas

Las mareas revolucionaron el pasado 24 de mayo la política gallega al lograr las Alcaldías de A Coruña, Santiago de Compostela y Ferrol. Los alcaldes Xulio Ferreiro, Martiño Noriega y Jorge Suárez se pusieron al frente de los consistorios, arrebatando al PP la mayoría absoluta. El segundo capítulo de esa revuelta electoral podría producirse el 20-D, si el CIS acierta con sus pronósticossi el CIS acierta con sus pronósticos. En Marea, que es su marca electoral para las generales, obtendría como el PSOE cinco escaños en Galicia, y hay un sexto que se lo disputan ambas fuerzas en Pontevedra –aunque el CIS otorga una ligera ventaja a En Marea–. El PP seguiría siendo el primer partido con diez diputados.

Bajarse los sueldos, impulsar el laicismo institucional o la transparencia en su gestión son algunas de las promesas que han realizado las candidaturas de unidad popular y que les han permitido, pese a ser prácticamente unas recién nacidas, conquistar a buena parte de la ciudadanía descontenta. Pero, ¿quiénes son los líderes de esas mareas atlánticas? 

Y esta gente, ¿de dónde ha salido?

"La verdad, a Jorge la mayoría de gente de Ferrol no lo conocíamos", explican fuentes cercanas al alcalde. Jorge Suárez (Vigo, 1975) era uno más entre sus vecinos. A sus espaldas, una licenciatura en Derecho y un puesto como funcionario en el Ministerio de Justicia y en la Fiscalía de Menores de A Coruña. Su vida laboral y su actividad política, fundamentalmente de la mano de CCOO, empezaron a converger cuando se puso al frente del área de Trabajo y Economía de Esquerda Unida en Ferrol, y alcanzó su máximo exponente cuando en 2015 se enfrasca en la creación del partido Ferrol en Común, que lideró de cara a las elecciones municipales.

El 24 de mayo Ferrol en Común obtuvo seis escaños frente a los once del PP. El apoyo de socialistas –con cinco ediles– y el respaldo de nacionalistas –con dos–, fue clave para que Suárez pudiera llegar al Gobierno y romper la mayoría absoluta que las elecciones pasadas había conseguido el PP, en una ciudad fragmentada entre una tradición conservadora y una clase media socialista. "Ferrol es un lugar muy polarizado", señalan las mismas fuentes, "aquí nació Franco, pero también Pablo Iglesias".

Xulio Ferreiro (A Coruña, 1974) cambió la toga por la agenda política. El campus de la universidad, por la plaza custodiada por la heroína María PitaMaría Pita, donde se encuentra el ayuntamiento coruñés. Pasó de ser "un profesor de Derecho" al flamante candidato a la Alcaldía de A Coruña. Su rostro no sonaba a los coruñeses. No era habitual en tertulias políticas, ni solía aparecer entre las páginas de los medios locales. No había protagonizado grandes actos, ni se encontraba entre los más peleones de la oposición. Parecía que hubiera salido de la nada.

Pero Ferreiro tenía un pasado. Miembro de los Comités Abertos de Facultade (CAF) durante su etapa estudiantil, afiliado al sindicato nacionalista CIG y militante del BNG, Ferreiro guarda tras de sí un recorrido político activo siempre ligado al mundo nacionalista. El coruñés encabezó en 2015 la candidatura Marea Atlántica, construida por personas que provenían de movimientos sociales y del ámbito de la cultura. El resultado fue un empate con el PP de Carlos Negreira, con diez concejales cada uno, suficiente para llegar a la Alcaldía gracias al apoyo del PSdeG y el BNG.

Martiño Noriega (A Coruña, 1975) comparte familia política con el coruñés. Sus años de Alcaldía en Teo (Santiago de Compostela) al frente del Bloque son un precedente que sirve para intuir las líneas del mandato que ahora dirige en Compostela. En 2012 este médico de formación abandona el BNG para incorporarse a la escisión Anova Irmandade Nacionalista. Sólo dos años después es elegido coportavoz de la formación junto con el histórico Xosé Manuel Beiras, eslabón clave en su quehacer político. Tras años de "pregonero" por distintos puntos del mapa estatal para trasladar la situación en "la periferia de la periferia", Noriega encabeza la candidatura de unidad popular Compostela Aberta. Martiño Noriega se convirtió en el líder de la lista más votada.

Los tres alcaldes gallegos que llegaron a los ayuntamientos en mayo coinciden en atribuir su mandato a un compromiso social. "Anteponer razones colectivas por encima de las mías propias y las de los míos", sentenciaba Noriega en una carta abierta meses antes de las elecciones. También Ferreiro hablaba entonces de su condición de "gente normal" abocada a entrar en política "por la falta de respuesta de los poderes públicos, por la emergencia social que estamos viviendo y por la falta de honestidad de nuestros gobernantes". Suárez confiesa, de igual forma, que la intención de su candidatura era la de "acercar las instituciones a la ciudadanía" mediante la representación de la "gente común que buscaba huir de personalismos" en un escenario de cambio donde la sobrerrepresentación de los poderes económicos y empresariales debía ser urgentemente sustituida por los intereses de la mayoría social.

En el foco del huracán

Los objetivos que persiguen apuntan a un frente común. El cumplimiento y puesta en marcha de la ley de Memoria Histórica, el fomento de la participación ciudadana, convertir la violencia machista en una cuestión política o tejer una red de ciudades refugio son algunos de los ejemplos que definen sus seis meses de gobierno. Pero la polémica también ha llegado al corazón de los Consistorios.

Se les acusa, por ejemplo, de ir contra la tradición religiosa de Galicia. De menospreciar las "creaciones espirituales". Eso es lo que arguyeron los detractores de Noriega, Suárez y Ferreiro cuando rechazaron ir a la Ofrenda del antiguo reino de Galicia que se celebra cada año en Lugo, la primera de toda una serie de decisiones que evidenciaban la voluntad de implantar el laicismo en las instituciones. Los tres saltaron enseguida a los medios de comunicación como los alcaldes enemigos de la religión.

Tampoco acudió a la Ofrenda del Apóstol el pasado 25 de julio Martiño Noriega, y recientemente anunció que no financiará con fondos públicos la Semana Santa. "Compostela tenía dinero comprometido, pero eran cantidades simbólicas", sostiene el alcalde en conversación telefónica con infoLibre, al tiempo que aboga por "respetar el gesto, asegurarlo, pero no participar". Lo mismo argumenta Jorge Suárez, quien hasta hace tan sólo unas semanas barajaba la misma posibilidad para la ciudad naval. "Buscamos equidad, justicia, y que ello sea compatible con el desarrollo de la ciudad", relata. Finalmente, ha cedido por el "alto valor turístico", aunque ello ha supuesto "renunciar" a sus principios. Eso sí, matiza, "la Semana Santa, igual que todo lo demás, tendrá que adaptarse a los recortes". En A Coruña, por el contrario, no se ha planteado la idea de eliminar las ayudas a la celebración religiosa, explica el alcalde, apoyándose en la falta de tradición: "Por ahora no está en la agenda".

Religión es sólo una de las bazas que la oposición ha empleado para timonear la crítica. "Vivimos en el foco de la polémica porque es lo que les interesa a los poderes fácticos", critica el alcalde compostelano, "no aceptan la forma en que Galicia ha sabido construir candidaturas de unidad popular". En Santiago, continúa, "llevamos cinco meses explicando el por qué de iniciativas que ya llevábamos en el programa" .

A medida que se acercan las elecciones generales el panorama se complica, el escenario se vuelve inestable y la polémica rebrota. "Vivimos, desde el minuto cero de llegar al poder, en una campaña electoral de cara al 20-D en la que muchos se empeñan en desprestigiar nuestra gestión", señala Suárez. Por su parte, Noriega lamenta que "no llega con jugar en su campo, ni con sus árbitros, ni sus reglas". 

Los alcaldes tampoco han permanecido impasibles a los medios de comunicación. "Santiago nunca tuvo tanto foco mediático y crítico, incluso durante la anterior legislatura, que tuvo tres alcaldes por casos de corrupción", comenta Noriega. Xulio Ferreiro reconoce que "los medios no están para reírle las gracias a los gobiernos municipales", sin embargo considera que "algunos sobrepasan incluso lo que, a mi juicio, son los límites de la ética periodística". Por esta línea continúa el alcalde de Ferrol: "Los medios de comunicación están viviendo un momento de incertidumbre", pero defiende la necesidad de una prensa "libre e independiente", donde "los titulares no vayan en función de quien les sostiene económicamente".

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Repetir la fórmula de las elecciones municipales tampoco ha sido tarea sencilla. La falta de acuerdos con las filas del BNG, o unas primarias cerradas, ha generado descontento e incertidumbre entre sus partidarios.

El resultado final, conocido hace apenas unas semanas, se ha plasmado en la formación En Marea, el único ejemplo además de Cataluña donde Podemos e Izquierda Unida han decidido concurrir juntos. Pese a no haber conseguido una única candidatura gallega que incluyese al BNG, los alcaldes no son pesimistas. Los tres apuntan a un mismo elemeto: la falta de tiempo. Y coinciden en desmarcarse de la polémica. "Estamos en un momento histórico, y en el lugar donde tenemos que estar", remacha Noriega: "¿Habría sido mejor tener más tiempo? ¿Que el BNG hubiera confluido? Sí, pero prefiero no entrar en discursos autodestructivos", se escuda.

En cualquier caso, los tres se muestran rotundos a la hora de prestar su apoyo y ratificar el proceso que ha experimentado Galicia. "Apoyaremos las candidaturas que den voz a Galicia, y al cambio que queremos llevar al Estado", explica Ferreiro, y remarca lo "positivo de que hayan confluido la izquierda soberanista de Anova, la federal de EU y Podemos, junto a plataformas ciudadanas". Por su parte, Noriega destaca el "largo proceso de maduración" que se vive en el territorio gallego y su dinámica propia. "Va a haber un buen resultado en Galicia", apostilla, "en el resto del Estado no lo tengo tan claro", dice el alcalde, con cierta reserva y bajo la expresa sospecha de que España está desaprovechando una "oportunidad histórica".

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