Elecciones 25S
Cómo influirán las elecciones vascas y gallegas en la negociación para formar Gobierno
Tras el frustrado intento de investidura de Mariano Rajoy, el foco político se traslada a País Vasco y Galicia. Desde este mismo viernes, los partidos han dejado en stand by la formación de Gobierno para ponerse manos a la obra en las campañas de las elecciones vascas y gallegas del próximo 25 de septiembre. Una cita con las urnas cuyos resultados se mirarán con lupa en clave nacional. Pueden determinar la deriva que adoptarán las diferentes formaciones de cara a futuras negociaciones de investidura. Una tesis que ha sido reforzada por algunos líderes políticos: " Creo que pueden cambiar las cosas o que pueden ser determinantes, aunque sólo sea por la posibilidad de hablar", señaló tras la primera sesión de investidura el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page.
Desde el PP se vende que unos resultados en el País Vasco en los que la formación conservadora sea "decisiva" para mantener al PNV en el Gobierno autonómico pueden facilitar que los nacionalistas cambien de postura y acaben tragando a Mariano Rajoy en Madrid. Un intercambio de apoyos que se torna más difícil de lo que a primera vista parece teniendo en cuenta las declaraciones que han hecho durante los últimos días los dirigentes jeltzales. Podemos, por su parte, considera que una victoria del bloque progresista en Galicia que desaloje a Núñez Feijóo del Ejecutivo gallego puede dar alas al planteamiento de un Gobierno de cambio y progreso a nivel nacional.
Todo ello sin perder de vista la lectura interna que se haría en el PSOE de los resultados en las dos autonomías. Un descalabro de los socialistas podría dar impulso a los barones críticos en el próximo Comité Federal, previsto para después de los comicios, y favorecer la abstención de la formación. Por el contrario, un buen resultado en Galicia y País Vasco reforzaría la posición del actual secretario general, Pedro Sánchez. Con todas estas variables sobre la mesa, y con dos semanas de campaña por delante, la pregunta es clara: ¿Cómo y en qué medida pueden influir los resultados de los comicios del 25S en los futuros intentos para formar Gobierno a nivel nacional?
Las vascas para el "cambio de cromos"
El pasado martes, el portavoz del PP en el Parlamento Europeo, Esteban González Pons, aseguró durante un foro en Vitoria que las vascas no son sólo unos comicios autonómicos, sino que son unas "elecciones sobre la investidura en España". "El 25 de septiembre se vota en Euskadi, pero también se vota en España. Los vascos van a votar también por todos los españoles", añadió. De esta manera, González Pons se adhería a la tesis de 'si somos decisivos en Euskadi es posible un cambio en Madrid' que tanto rapiten desde la cúpula del partido conservador y que rechazan frontalmente los nacionalistas vascos.
Hasta la pasada semana, el PP admitía que era complicado negociar con el PNV al ir de la mano de Ciudadanos, que ya ha dejado bastante clara su intención de liquidar el Concierto vasco. Sin embargo, el pasado 1 de septiembre, el partido presidido por Albert Rivera comenzó a mover en público la posibilidad de un acercamiento si los jeltzales variaban sus posiciones. Y lo hizo a través de su portavoz en el Congreso de los Diputados, Juan Carlos Girauta, que en una entrevista radiofónica señaló que es posible la formación de gobierno tras las vascas por un "cambio de actitud" de los nacionalistas vascos, que a su parecer "no han enloquecido" como en el caso de Cataluña.
Y el PP empezó a dar impulso a la teoría que, según ellos, les daría los escaños que les faltan en el Congreso. "Si la gobernabilidad en el País Vasco se basase en que se puede conseguir una centralidad política y no se produjera una situación de bloqueo y el PP colaborase a esa centralidad, desde luego lo haríamos", dijo en una entrevista en televisión la vicesecretaria de Estudios y Programas, Andrea Levy. Un cortejo que continuó el pasado miércoles durante un desayuno informativo en Madrid, donde el candidato conservador a lehendakari, Alfonso Alonso, que, aunque aseguró no querer "un intercambio de cromos", tendió la mano a Íñigo Urkullu, candidato del PNV, para un "nuevo proyecto" en Euskadi siempre y cuando se "mantenga la moderación" de los jeltzales.
Sin embargo, los nacionalistas vascos aseguran que lo que salga de las urnas el próximo 25 de septiembre no condicionará su posición en la Cámara baja. Algo que reiteró este jueves el candidato en una entrevista concedida en televisión: es "absurdo e inútil" esperar a los comicios porque "no hay ninguna posibilidad" de que el PNV vote a favor de Rajoy "si tomamos en consideración la relación del Gobierno nacional y el vasco en la anterior legislatura". Además, desde la formación jeltzale intentan derribar el argumento del partido conservador recordando que el PP tendrá que optar por dos bloques claramente diferenciados: o apoya al PNV o respalda al bloque que conforman EH Bildu y Podemos.
PP: ¿La llave de Ajuria Enea?
Los sondeos publicados hasta la fecha no convierten al PP en la clave necesaria para la continuidad de Urkullu en el palacio de Ajuria Enea. Según la encuesta de la EiTB publicada el pasado miércoles, el PNV obtendría 27 parlamentarios, seguido de EH Bildu (17), Podemos (14), PSE (8), PP (8) y Ciudadanos (1). Resultados similares a los que un día después arrojó el barómetro preelectoral del CIS para el País Vasco: PNV sacaría entre 27 y 28; EH Bildu 16; Podemos entre 15 y 16; y PP y PSE 8 cada uno.
La elección del lehendakari es peculiar, por lo que el papel que puede desempeñar la formación liderada por Mariano Rajoy es menos importante de lo que a simple vista parece. "En primera votación hace falta mayoría absoluta si los demás se ponen de acuerdo con un candidato con más escaños. Pero hay que tener en cuenta que en segunda votación de investidura no se puede decir 'no'. Esta es una de sus peculiaridades; hay que decidir sólo el nombre de quien propones y gana el que más veces haya sido nombrado", explica Máriam Martínez-Bascuñán, profesora de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
El PP no puede bloquear la investidura con un voto negativo. Sólo tiene la alternativa de abstenerse o decir el nombre de uno de los candidatos. Son conscientes de que la posición en la que se encontrará la formación conservadora tras la cita con las urnas en el País Vasco no será la misma que en el año 2009, cuando los nueve asientos de Antonio Basagoiti fueron claves para desalojar a los nacionalistas del Gobierno autonómico y llevar al socialista Patxi López hasta el palacio de Ajuria Enea.
"Eso hace que la posición de fuerza para negociar del PP sea escasa. Al final, con que no se pudiera conformar una coalición alternativa o con que el PSE diera sus votos afirmativos sería suficiente", señala en conversación con infoLibre Pablo Simón, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid. El politólogo asegura, en este sentido, que si EH Bildu y Podemos se dan la mano tras los comicios del 25S, el PNV podría pedir "gratis" los votos de la formación conservadora. En este contexto, la apertura de los socialistas vascos en su programa electoral de reconocer a Euskadi como "nación" puede entenderse como un guiño al partido nacionalista.
En la misma línea se posiciona Javier Elzo, catedrático emérito de Sociología de la Universidad de Deusto, que defiende que el único pacto alternativo a un Gobierno liderado de nuevo por Urkullu vendría de un acuerdo entre EH Bildu, Podemos y el PSE, algo que sería, según dice, "un suicidio, esta vez definitivo" para los socialistas vascos. "La prioridad de las prioridades del PNV los próximos cuatro años es la economía, la industria, la innovación, posicionarse en Europa y en el mundo. Pero es muy difícil que lo haga de la mano del PP, que le ha ninguneado y torpedeado durante la legislatura anterior. Además, es del todo descartable si el PP sigue aliado con C's, el partido más jacobino de España", sentencia.
Apoyos a derecha e izquierda
Sin embargo, una cosa es la investidura del lehendakari y otra hacer política y aprobar leyes durante los próximos cuatro años. "El PNV podría gobernar en solitario, pero con geometría variable", sostiene Martínez-Bascuñán. Sin embargo, Braulio Gómez, investigador en Ciencia Política de la Universidad de Deusto, no lo ve como un problema a recalcar. Aunque reconoce que los jeltzales tienen en la actualidad menos "margen de pactismo" del que tenían hace unos años, no cree que les vaya a pasar factura apoyarse en el PSE o el PP. A pesar de esto, sostiene que en Euskadi "parece que se está construyendo una línea roja" que deja "fuera al PP" y, por lo tanto, cree que la formación conservadora "no sería el mejor socio" para los votantes del PNV.
En una línea similar se posiciona Pablo Simón. El politólogo asevera que los nacionalistas vascos "no tienen problemas" a la hora de alcanzar acuerdos "a derecha y a izquierda". Y recuerda que la formación jeltzale ya gobierna con los socialistas en ayuntamientos y en las tres diputaciones forales. "La única diferencia es que en el Parlamento Vasco ejemplifican un poco más esas distancias", añade. "Es posible que trate de apoyarse sólo en el PSE y que busque negociar con Podemos y Bildu según la naturaleza de la decisión", sentencia por su parte Martínez-Bascuñán.
Galicia y la posibilidad de un gobierno de progreso
Desde Madrid también se mira de reojo hacia Galicia. En este caso, los bloques definidos están claros: o Alberto Núñez Feijóo o un Ejecutivo progresista respaldado por En Marea, PSdeG y el BNG que impida un tercer mandato del dirigente conservador. Los comicios en Galicia, por tanto, no se leerían con la vista puesta en un futuro intercambio de apoyos en clave nacional, como sucede en País Vasco. Los resultados tendrían, por un lado, un componente simbólico y, por el otro, una lectura a nivel interno.
De momento, los sondeos publicados dan como ganador al PP, pero con resultados muy diferentes. La encuesta que La Voz de Galicia sacó el pasado 28 de agosto otorgaba a la formación conservadora 37 diputados –a sólo uno de la mayoría– frente a los 38 que sumaría el bloque progresista –En Marea (18), PSdeG (15) y BNG (5)–. Sin embargo, este jueves el sondeo preelectoral del CIS daba la vuelta a la tortilla: mayoría absoluta para el PP, con entre 40 y 41 asientos en el Parlamento autonómico, y entre 33 y 35 escaños para el bloque de izquierdas –PSdeG (16), En Marea (15-17) y BNG (2)–.
"El laboratorio gallego para el conjunto del Estado es más significativo incluso que el vasco", sostiene en conversación con infoLibre el politólogo gallego y coordinador de campaña de En Marea, Manuel Martínez Barreiro, que recuerda que la derrota del bipartito PSdeG-BNG en los comicios autonómicos del año 2009 fue un anticipo del cambio de ciclo que llegaría en las generales de 2011 y que tiene claro que de sumar el bloque progresista más escaños que el conservador tras el 25S, Feijóo abandonará la Xunta. "Hay un objetivo evidente y compartido: desalojar al PP", señala, al tiempo que pone de ejemplo las alcaldías del cambio en A Coruña, Santiago de Compostela y Ferrol.
También lo tienen claro Pablo Simón y Máriam Martínez-Bascuñán. "Yo estoy convencido", sostiene el politólogo. "Parece que el PSOE tiene menos restricciones para llegar a acuerdos con las confluencias de cara a formar gobiernos autonómicos o locales", apunta la profesora de Ciencia Política de la UAM, que, no obstante, añade que poco a poco se está diluyendo "el bloqueo psicológico" que tanto para los socialistas como para la formación morada suponía llegar a un acuerdo a nivel nacional: "Se va asumiendo que tarde o temprano tendrán que hablar y se va insertando una suerte de 'normalidad democrática' en este sentido", reitera.
El discurso del cambio progresista
Pero para Simón hay otro punto a tener en cuenta a la hora de negociar un Gobierno de cambio en Galicia. "Para el PSOE, lo que lastra más es que el orden de los factores altera el producto. No es lo mismo un tripartido que desaloje a Feijóo encabezado por En Marea que uno presidido por el PSdeG", afirma, señalando en este sentido que un sorpasso en la comunidad autónoma coloca a los socialistas "en una situación más molesta pero por la que tendrán que transitar" al ceder a un partido que no es la formación conservadora una de sus plazas fuertes. Sin embargo, para Martínez Barreiro esto no será un problema en las negociaciones posteriores: "No se dejará hacer un Ejecutivo del PP", reitera.
Lo que el politólogo de la Universidad Carlos III de Madrid tiene claro es que una victoria del bloque progresista en las gallegas podría permitir, tal y como explicaron fuentes de Unidos Podemos a infoLibre, "vender el mensaje de que, si la coalición de izquierdas en Galicia ha podido echar al PP, en España podría ocurrir lo mismo". "Reforzaría ese discurso. (...) Ofrecería un ejemplo más de que sí es posible formar una coalición alternativa para desalojar al PP", sostiene Simón, que, sin embargo, recuerda que "el contexto" a nivel estatal "es distinto" y no es reproducible en el Congreso de los Diputados.
La influencia a nivel nacional
Martínez-Bascuñán cree inevitable que exista cierta "influencia" de los resultados autonómicos en un contexto estatal. Sin embargo, ni Martínez Barreiro ni Pablo Simón consideran que un acuerdo en Galicia acabe traduciéndose en un movimiento de Unidos Podemos y los socialistas para formar una mayoría alternativa que ponga fin al Ejecutivo de Mariano Rajoy. "El PSOE ahora sólo tiene un camino posible: un acuerdo en el que participen Unidos Podemos y C's. Ellos mismos se han cerrado el resto de vías", recalca Simón. "Para tener una maniobra necesita una hoja de ruta diferente", recalca el coordinador de campaña de En Marea. "La elección de Rajoy se juega entre PP, PSOE y C's, independientemente de lo que suceda en Euskadi y Galicia el 25S", sentencia Elzo.
Con todos los elementos en la coctelera, ni el politólogo de la UC3M ni Braulio Gómez creen que las vascas vayan a ser "un elemento decisivo" para el futuro político de España. "Yo creo que el efecto no viene tanto por la negociación de la investidura como por el hecho de que los partidos dejen de estar en campaña", señala Pablo Simón, que cree que una vez pasen los comicios el PNV "ya puede ser pragmático" y plantar "sus demandas sobre la mesa", comenzando desde ese mismo momento su negociación "de tú a tú" con la formación conservadora. "Por eso octubre será el mes del desbloqueo", señala el profesor de Ciencia Política de la universidad madrileña. "Pero las concesiones que tendría que hacer el PP al PNV se llevarían por delante la entente PP-C's", recuerda Elzo.
Gómez, por su parte, se muestra convencido: "La única influencia tiene que ver con que se van a modificar completamente las estrategias de los partidos para conseguir el mejor resultado electoral". En el País Vasco se hablará de nación, Podemos podrá jugar el debate territorial para competir contra EH Bildu... Pero no cree el cálculo que hacen desde el PP en relación al papel fundamental que puedan desempeñar para la investidura del futuro lehendakari. Tampoco la lectura que hacen desde algunos sectores del PP en relación a una deslegitimación de Pedro Sánchez tras un batacazo en las comunidades.
Pablo Simón, sin embargo, sí cree que los resultados del 25S pueden tener cierto "efecto arrastre" de cara a unas terceras generales. "Tengo la impresión de que si Unidos Podemos está manteniendo un perfil más bajo es porque lo fían mucho a sacar muy buenos resultados en ambos sitios", señala Simón, que añade que esta sensación "carro ganador" quizá puede cambiar los cálculos internos de los partidos sobre lo que pasaría en unas nuevas elecciones en diciembre y "reblandecer sus estrategias" de negociación en los próximos meses.
Refuerzo de Rajoy o de Sánchez
Lo que sí está claro es que los resultados en Galicia se leerán en clave interna en el PP y el PSOE. Un buen resultado de los candidatos socialistas, Xoaquín Fernández Leiceaga e Idoia Mendia, cercanos a la dirección nacional del partido, reforzaría la posición de Pedro Sánchez frente a los barones críticos que piden la abstención para facilitar el Gobierno de Mariano Rajoy. Sin embargo, un descalabro, tal y como asegura en conversación con este diario Martínez Barreiro, supone que la presión sobre el secretario general del PSOE "se redoblará" con el objetivo de que "deje hacer" porque "no está en condiciones de revertir la tendencia".
El PNV ganaría con 29 escaños, uno más, mientras EH Bildu lograría 19, también sumaría uno, y el PSE subiría de 9 a 12
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Pero, en referencia a su comunidad autónoma, el politólogo gallego sostiene que tiene más "valor político" poner el foco sobre el candidato conservador. En su opinión, un buen resultado de Feijóo reforzaría la posición de Mariano Rajoy y, con él, el discurso que gira en torno a que España quiere que el próximo Ejecutivo nacional sea del PP. Sin embargo, señala que una pérdida de la Xunta "es una señal inequívoca de que se puede seguir profundizando en el proceso de erosión de la hegemonía del PP y le corta de alguna manera oxígeno a Rajoy".
"Lo que está claro en ambas elecciones es que un Partido Popular fuerte reforzaría su posición en el Parlamento central, y un PSOE más débil, debilitaría a su vez su posición en el Congreso de los Diputados", señala Martínez-Bascuñán. Sin embargo, Braulio Gómez cree que el líder de la formación conservadora no necesita de buenos resultados en ambas autonomías para reforzar su postura. "Si no llega a la absoluta en Galicia, puede seguir profundizando en la idea de los 'gobiernos Frankenstein' y la deriva independentista del PSOE", sostiene el politólogo de la Universidad de Deusto.
Con todo esto sobre la mesa, Simón se atreve a calcular resultados óptimos para los cuatro principales partidos. En el caso del PP, el mejor escenario sería conservar la absoluta en Galicia, no sacar un mal resultado en País Vasco y que el PSOE se desplome en ambas autonomías. Pedro Sánchez, por su parte, saldría más fuerte de conseguir buenas cifras en Euskadi y Galicia. Podemos firmaría encabezar una coalición alternativa en suelo gallego que desaloje a Feijóo y quedarse cerca de EH Bildu, con posibilidad de sacar al PNV de Ajuria Enea en las vascas. Ciudadanos lo va a tener mucho más difícil: "Va a ser muy testimonial y va a reforzar la idea de que es un actor irrelevante para la gobernabilidad", sentencia.