Batalla de gallos entre letrados de Congreso y Senado

Hey, letrados del Congreso / No tenéis argumentos de peso / La amnistía es inconstitucional / Eso lo sabe hasta un chaval. / A ver, a ver, a ver, letrados del Senado / Vuestro razonamiento es equivocado / No tiene flow esa teoría / Que enarboláis sobre la amnistía / Mejor montad una mercería / Porque en esto nadie os apoyaría.

Así están los letrados del Congreso y el Senado. Solo les falta una gorra del revés y ponerse a rapear freestyle con el micro pegado a los labios. Lo que comenzó como una amenaza de enfrentamiento entre las dos cámaras se ha convertido en una batalla épica. Nadie en el ámbito de las Cortes podía imaginar que altas funcionarias y funcionarios, con sus pañuelos de Loewe y sus corbatas italianas ajustadas al cuello serían capaces de batirse en duelo ante la opinión pública como raperos en una batalla de gallos. 

Lo que está sucediendo estos días jamás se había producido. Pero la polarización política ha desencadenado este hecho insólito en la historia de la democracia reciente, que solo acaba de empezar. “Nunca ha habido un informe del Senado que se atreviera a criticar la tramitación de una ley en el Congreso, a lo que dedica una parte importante. No tiene sentido estar poniendo en cuestión la profesionalidad de tus propios compañeros”, destaca un alto funcionario del Congreso que sostiene que el agravio no se olvidará en años.

Lo que hace solo tres meses se intuía pero resultaba difícil de creer se ha materializado como estaba cantado. El Cuerpo de Letrados de las Cortes Generales tiene fama de haber sido muy escrupuloso en el cumplimiento de su deber, que no es otro que el asesoramiento jurídico y técnico a los representantes de la soberanía popular que a veces no tienen muy claro por donde va la cosa. Un asesoramiento que no es en ningún caso vinculante, aunque siempre se ha respetado pero teniendo claro que las decisiones las toma el poder político, ya sea el Pleno, la Presidencia, la Mesa o las Comisiones. La bomba ha estallado con el famoso informe del Senado que ya en el título da por supuesta la inconstitucionalidad de la Amnistía, algo que solo le compete al Tribunal Constitucional y que se adentra en un terreno que no les corresponde. 

Nadie en el ámbito de las Cortes podía imaginar que altas funcionarias y funcionarios, con sus pañuelos de Loewe y sus corbatas italianas ajustadas al cuello, serían capaces de batirse en duelo ante la opinión pública como raperos en una batalla de gallos

El informe, avalado por Sara Sieira, secretaría general del Senado nombrada a finales del año pasado a petición del PP que tiene mayoría en la Cámara Alta, ha dejado estupefactos a una parte de letrados por la descalificación que supone de su labor y por haber cruzado una línea roja al discutir incluso el auto del Supremo en que rechaza un recurso de Vox contra la Amnistía. 

El mal rollo comenzó con el nombramiento de Fernando Galindo como secretario general del Congreso designado por Francina Armengol. Nadie internamente pone en cuestión su valía como letrado o su lealtad, hasta había sido director de Relaciones Internacionales cuando el popular Jesús Posadas fue presidente. Lo que sentó mal es que llegara directamente del Gobierno, donde era subsecretario de Política Territorial. Casos de letrados que han ido y venido de la política hay más de uno, como Ignacio Astarloa (PP) o Diego Garrido (PSOE) pero ninguno que diera el salto de forma inmediata. 

A partir de ahí, hubo letrados que se pasaron al Senado molestos. Allí el PP les recibió pensando que podría instrumentalizarlos a su antojo aprovechando el cabreo. Uno de ellos, Luis de la Peña, acaba de evidenciar que no se casa con nadie, parando los pies a los populares al denunciar que quieren extender la Comisión del caso Koldo a la familia de Pedro Sánchez o al paso de Delcy Rodríguez por Barajas. 

El clima está muy enrarecido. Los altos funcionarios son conscientes de que se están dejando arrastrar y protagonizando noticias en las que es fácil interpretar que están alineados con determinadas posturas políticas. En su mano está bajar del escenario y enterrar las batallas de gallos y recuperar ese halo de independencia que no se había cuestionado hasta ahora.

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