Las mentiras de Ayuso y el órdago de Sánchez

El 13 de marzo apareció Ayuso en rueda de prensa tras un Consejo de Gobierno y dijo: “Es falso que sea él [su novio] quien debe a Hacienda 350.000 euros por fraude. Y no solo no le debe nada, sino que es Hacienda quien le debe 600.000 euros a pagar por intereses. Es una inspección de Hacienda sacada de quicio, ni más ni menos”. Ya por aquel entonces este asunto sonaba mal. Ahora sabemos que todavía era peor. Resulta que un mes antes de estas declaraciones con las que la presidenta inauguró la defensa pública de este “particular”, el propio novio de Ayuso había reconocido íntegramente su fraude fiscal de 350.000 euros. Y no solo eso, sino que además había propuesto aceptar una pena de ocho meses de cárcel y 525.000 euros para evitar el juicio. Es decir, Ayuso sí mintió, su novio sí había cometido fraude fiscal y los 600.000 euros “por intereses” que le debían era una gran manipulación. Y lo curioso es que quien se encargó de deshacer esas mentiras había sido su propio novio un mes antes de que fuesen pronunciadas.

Ayuso ligó de manera imprudente su futuro político al futuro tributario de su pareja. Y no le ha salido nada bien. Por el camino tan solo tuvo que mentir, negar que hubiese delito, denunciar una supuesta conspiración de fiscales socialistas, amenazar a periodistas con que los iban a “triturar” a través de su jefe de gabinete, inventarse que estaba siendo acosada por periodistas encapuchados… Y todo esto cuando, por escrito, su propio novio ya había reconocido los delitos que lo iniciaron todo. Como siempre digo, tener un novio sinvergüenza no tiene por qué ser tu culpa. Hasta una presidenta del PP puede tener mala suerte en sus relaciones. Pero salir a defender públicamente a un defraudador confeso negando hechos que han sido reconocidos por el propio investigado, poner a todo un gobierno de una Comunidad Autónoma al servicio de esta ridícula huida hacia delante y finalmente ser descubierta en la mentira más bochornosa y ridícula de los últimos meses, sí. Eso sí es tu culpa.

¿Y qué pueden hacer para solucionar esto? Nada. Ayuso eligió su batalla y la perdió de una manera estrepitosamente ridícula siendo desmentida por su propio novio. Sin embargo, los mediocres siempre tienen en su arsenal defensivo una buena raqueta con la que devolver el golpe. “¿El problema es el novio de Ayuso? Pues hablemos de la mujer del presidente para intentar igualar la partida”. Y en un abrir y cerrar de ojos encontramos una endeble acusación contra Begoña Gómez, a quien se le atribuye haber maniobrado para propiciar el rescate de AirEuropa (a pesar de que habría sido rescatado de todas formas puesto que todas las aerolíneas lo fueron durante la pandemia y evidentemente no por mediación de Begoña, sino de un virus llamado Covid-19).

Tener un novio sinvergüenza no tiene por qué ser tu culpa. Hasta una presidenta del PP puede tener mala suerte en sus relaciones. Pero salir a defender públicamente a un defraudador confeso negando hechos que han sido reconocidos por el propio investigado, eso sí es tu culpa

De hecho el PP ya exploró esta vía de una manera un tanto ridícula. Los conservadores anunciaron con bombo y platillo que habían interpuesto una denuncia contra Pedro Sánchez ante la Oficina de Conflictos de Intereses pidiendo entre 5 y 10 años de inhabilitación para el presidente por haber participado en el Consejo de Ministros en el que se aprobó el rescate a AirEuropa. Sánchez iba a caer. Aunque la euforia les duró poco, puesto que a los pocos días ese mismo organismo respondió con un informe en el que concluían que Sánchez no tenía que abstenerse en la decisión del Gobierno sobre el rescate de AirEuropa ya que "la mujer del presidente del Gobierno no tiene ni ha tenido relación laboral o profesional alguna que implique el ejercicio de funciones de dirección, asesoramiento o administración en dichas entidades". ¿Cuál fue la creativa respuesta del PP? Que la Oficina de Conflictos de Intereses es socialista, por supuesto. Como un mal estudiante cuya excusa para todo es que “el profe me tiene manía”, desde el Partido Popular añaden “y además es socialista”.

Y como esa vía fracasó estrepitosamente entonces entró en juego Manos Limpias (cuyo historial está lleno de acusaciones bastante sucias que no suelen llegar a nada). Este pseudosindicato presentó una acusación y, finalmente, un juez madrileño ha abierto diligencias previas y ha admitido una denuncia en la que, literalmente, las únicas pruebas que se adjuntan son ocho recortes de digitales de derechas. Incluso se llega a adjuntar una noticia sobre una supuesta subvención que recibió Begoña Gómez que se acabó demostrando que correspondía a otra mujer con el nombre de Begoña Gómez que regentaba un restaurante en Cantabria. El disparate es mayúsculo y el intento de tapar las mentiras de la presidenta madrileña con más mentiras sobre la mujer del presidente de España es evidente, pero este intento flagrante de manipulación sólo ilustra la desesperación de sus impulsores.

Y tras esto, el presidente plantea un órdago que solo puede defender el mismo que se atrevió a convocar elecciones tras los malos resultados del 28M: “no todo vale, estoy dispuesto a irme” para movilizar y alertar a una sociedad democrática que debe estar alerta frente a esta formas perversas de hacer política. El desgaste humano es real, pero frente a eso debe haber una resistencia estratégica. No podemos permitirnos como país que ganen las fake news, el lawfare y quienes llevan años haciendo lo imposible para que no gobierne la izquierda. Toca resistir.

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