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Okupas y preocupas

Jose Maria Barrionuevo Gil

Estamos como estamos porque nos parece que es la única manera de estar. Nos informan de que hay humanitos de a pie que nos dicen que la Tierra es plana. Nos hacemos, sin querer, la pregunta de si es plana, como planeta errante, valga la redundancia, en su totalidad o como superficie en su particularidad, es decir, plana sin montañas ni valles, como los encefalogramas de nuestros pesares.

Cada día más que otros nos damos cuenta de que estamos rodeados y precisamente por los medios de comunicación, que no nos informan, sino que nos atosigan y deforman. Estamos condicionados y no en las mejores condiciones. Ya nos lo dijo, hace tiempo, Rafael Lafuente, cuando nos advirtió más o menos con estas palabras: “Vivimos en una sociedad teledirigida y electrodomesticada”.

Sin embargo, los medios nos informan también de que hay okupas nacionalistas, pero tratando a unos con más consideración que a otros.  El gendarme del mundo decide a quién se le permite invadir y a quién no. Con quién se mantiene la palabra y con quién no. Quiénes son nuestros refugiados y quiénes no. Quiénes nos caen en gracia y quiénes no. Nuestra frágil memoria con sus olvidos inducidos y vicarios, que nos hacen recordar solo lo que está mandado y manipulado, nos deja ayunos de recuerdos y de las historias, por muy recientes que sean.

Los conflictos de baja intensidad, pero lejos de la metrópoli del imperio, nos tienen aferrados a tenernos que armar hasta los dientes, por si las moscas y resulta que ni nos mosqueamos. Se nos viene a la mente la guerrita de la isla de Granada. Todos los conflictos que hemos ido presenciando no nos han hecho caer en la cuenta de que es la industria del armamento la que nos va dejando sin alma y sin compañeros de viaje. Si se disuelve el pacto de Varsovia, no desaparece la OTAN. Si había  países no alineados, había que ayudar a la alienación por mandato de los gendarmes belicistas. Si se acordó dejar un cordón de paz en Europa, entre los de la Alianza, que no tenía nada de sagrada, y lo que quedó de la URSS, resultaba poco rentable para la industria armamentística y había que comprometer a los países “liberados” para que se armaran hasta los dientes. 

Se tenía que ir a Afganistán, porque estaban los rusos, y ahora se abandona por su falta de rentabilidad económica y armamentística. Si había que ir contra Irán, se apoyaba a Irak. Si había que ir contra Irak, los amigos del gendarme con los títeres de las Azores resuelven el tema comprometiéndonos con efectivos militares. Si Siria no entraba por el tubo de permitir oleoductos, a por ella, cuando era la dictadura más plural desde el punto de vista religioso, confirmada por radio por un sacerdote católico de Alepo, no como Arabia Saudí que es monolítica y monoteista.

Por otro lado, sabemos que a Sadam Husein le dijeron, como de pasada, que no se meterían con él, si se ocupaba de Kuwait, y le dieron su castigo. Ahora, nos enteramos de que Argelia parece que no nos causaría problemas  con el servicio de gas, si arreglábamos el tema de la invasión marroquí del Sahara español. Este tema viene de largo, porque en nuestros años jóvenes escuchamos de radio Tánger que “desde la creación del mundo, el Sahara es marroquí”. Conociendo, ahora, el curriculum de un importante político emérito español, nos podemos preguntar si en la invasión del Sahara por Marruecos, consiguió alguna prebenda para poder justificar la adquisición de una máquina de contar billetes. Para aclarar el tema, siempre hay que ver quién se beneficia del Sahara, sabiendo que podría haber sido España, de haberle concedido la Independencia en condiciones muy favorables.

El Artículo V de la OTAN, no se tuvo en cuenta, cuando España, con gobierno socialista, tuvo que bombardear Libia, que no nos había hecho nada, o sí: regalarle un caballo al señor Aznar.

Este mundo está llenito de invasiones, de guerras, de intereses armamentísticos, de destrucciones masivas, porque también es un negocio el reconstruir. No nos gustan las guerras ni las locuras.

No se habla de Gibraltar, pero sí de Ceuta y Melilla. No se habla de Palestina, pero sí de Ucrania. No se habla de Guantánamo pero sí del Sahara. Y siempre a favor del beneficio de unos pocos.

Las negociaciones se endurecen siempre, para que no nos falte ni una invasión ni una guerra ni un conflicto, porque la pax romana del Si vis pacem, para bellum es un engendro demasiado rentable y en su contra tendría solamente la ruina de unos pocos. La paz vivifica, la guerra asola y mata.

No a todos los okupas de la política mundial se les trata de igual modo, pero a los preocupas nos tienen siempre en vilo, porque está mandado que no nos sintamos demasiado despreocupados.                                                                                                  

                                                                             

Jose Maria Barrionuevo Gil es socio de infoLibre

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