El político al Congreso y el juez al juzgado Benjamín Prado
La Zorra y la amnistía
Han tenido que meter los tractores en las grandes avenidas para que en las tertulias se hable del medio rural. Como las agendas las dictan gente que viaja en metro y come tomates que no saben a nada, hace tiempo que no tenían hueco para los malestares del campo. Pero estaban ahí. De hecho, se han agravado porque se han ido cociendo a fuego lento fuera de los focos. Como dice la canción de todas las polémicas, sólo era cuestión de tiempo.
El "voy a salir a la calle a gritar lo que siento" que recorre el campo español ha cogido al Gobierno y al PP con las brújulas políticas orientadas en otra dirección. Alberto Núñez Feijóo no hizo ningún caso a ese CIS que situó la amnistía como el problema número 37 y se ha dado de bruces con un contratiempo: Vox se está apropiando, en su cara y en sus gobiernos, del descontento rural. Lo hace a través de sus satélites y desde las consejerías de Agricultura que el PP le entregó en cinco comunidades autónomas, y por eso Feijóo anda jugándose el tipo en el intento de subirse al tractor para arrebatarle la bandera del “dogmatismo ambiental”. ¿Quo vadis, PP? Habrá que verlo. ¿Prevalecerá el espíritu de Doñana del acuerdo de Moreno Bonilla y Teresa Ribera o terminará Feijóo por despeñar a su partido por la pendiente del antieuropeísmo con tal de que Vox no le coma el terreno?
Por el momento, se ha apuntado a la demagogia. Acusa a Pedro Sánchez de haber ido a Bruselas “a defender a los independentistas” cuando el empeño de europeizar la amnistía ha sido suyo. Se da la circunstancia además de que los comisarios de Seguridad Alimentaria y de Agricultura son del PP europeo y de los Conservadores (donde se integra Vox) y que, por paradójico que resulte, muchas de las quejas del sector tienen que ver con la PAC negociada bajo sus mandatos y con unas exigencias verdes poco realistas y competitivas.
Como las elecciones están cerca, la rectificación esta semana de Ursula Von der Leyen se ha entendido como un gesto de empatía pero da vértigo pensar que esto sea el anticipo del bloqueo del Pacto Verde europeo, tal y como promueve la ultraderecha que se impone en buena parte del continente. La adaptación del cómo y el cuándo a los territorios ha de guiar las políticas ambientales y sus impactos han de ser sometidos a constante evaluación, pero los agricultores son los primeros interesados en frenar la crisis climática. Avisaba Greenpeace: “Cuando los políticos y los grandes grupos de presión agrícolas culpan a la legislación ambiental europea de los problemas del sector, no sólo están engañando a los agricultores sino que están poniendo en peligro su supervivencia”.
Alberto Núñez Feijóo no hizo ningún caso a ese CIS que situó la amnistía como el problema número 37 y se ha dado de bruces con un contratiempo: Vox se está apropiando, en su cara y en sus gobiernos, del descontento rural
Los discursos desregulatorios contaminan los campos mientras el Gobierno se equivoca vendiendo una gestión sin alma, con muchas cifras millonarias de la PAC y muchas autorizaciones de proyectos en el medio rural ajenos a las expectativas de sus habitantes. En el terreno agrícola del plano sobre el que se ha diseñado el enésimo macroparque solar hay una viña que es la vida de familias que se sienten arrasadas. Cuando se dirigen a las administraciones, les abruman con normativas sobre renovables e intereses generales que no perciben que tengan que ver con los suyos. La frustración se convierte en cabreo si oyen en la radio que son un sector muy subvencionado porque lo que quieren, ni más ni menos, es trabajar y dejar a sus hijos un proyecto de vida en el lugar donde nacieron.
No hay recetas mágicas ni soluciones sencillas aunque éstas sean las que más fácilmente calen en la opinión pública. Ahí está el problema. Las amenazas son muchas pero sería letal para la Unión Europea un apoyo masivo en las urnas a quienes quieren destruirla. De esto van las próximas elecciones al Parlamento Europeo y este febrero de movilizaciones del campo nos va a permitir poner muchas cartas boca arriba. Escuchar qué es hoy Europa para sus hombres y mujeres y entender quiénes defienden realmente sus intereses. Habría sido mucho mejor ahorrarnos las protestas, pero no sé si habrían podido desplazar a la Zorra y la amnistía tocando a la puerta de nuestros informativos con buenos modales.
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