Sólo lo común nos salvará a todos: política (honesta) frente al odio Jesús Maraña
Cómo se puede ser independentista sin llamar la atención
Un pistolero anarquista llamado Leon Czolgosz descerrajó dos tiros a William McKinley, presidente de los EEUU, el 6 de septiembre de 1901. A consecuencia de las heridas, el mandatario falleció el día 14. Le sucedió su vicepresidente, Theodore Roosevelt. Y Sabino Arana decidió mandarle, nada más leerlo en un periódico en Donostia, una felicitación que, increíblemente, fue reproducida en The New York Times con este titular: Basques congratulate Mr. McKinley. O sea, los vascos felicitan al señor McKinley. Unos meses después, el fundador del PNV envió un telegrama a su nuevo amigo en el Despacho Oval. EEUU acababa de reconocer a Cuba como Estado independiente. En el texto, Sabino animaba al mandatario estadounidense a echarle una mano en su afán de lograr la independencia del pueblo europeo “más antiguo y que más siglos gozó de libertad”. El telegrama no cruzaría el charco. Acabó en manos del gobernador civil de Bizkaia y con el padre del independentismo vasco tras los barrotes de la prisión de Larrinaga.
Desde 1998, cuando se empezó a publicar el Sociómetro del Gobierno vasco, la defensa de la independencia de Euskadi se ha situado habitualmente en una franja de entre el 25 % y el 20 %. Un 22 % en la encuesta de marzo de 2024
Donald Trump ganó contra todo pronóstico a Hillary Clinton el 8 de noviembre de 2016. Unos días después y en medio de la conmoción de todos los países de nuestro entorno, EH Bildu envió una carta a la Embajada de EEUU en España en la que felicitaba al presidente electo por su victoria. La misiva, firmada por la entonces portavoz de la formación en el Congreso, Marian Beitialarrangoitia, pedía al embajador, James Costos, que tuviera a bien trasladarle al multimillonario republicano la enhorabuena de la izquierda abertzale. Esta vez no hubo nota en The New York Times. Ni nadie acabó en la cárcel. Tan solo se produjo una extraña sensación, a derecha e izquierda, de norte y a sur, que podría resumirse en la siguiente pregunta: ¿Me habré perdido algún capítulo de esta serie? Desde EH Bildu se justificaría el envío postal en una nueva apuesta por profundizar en su “política de relaciones internacionales” que incluía a todas las capitales importantes del planeta, incluida Washington. Nadie imaginaba lo que vendría después.
Este 31 de marzo, domingo de Resurrección, la fecha sagrada marcada en el calendario por Sabino Arana como Aberri Eguna o Día de la Patria Vasca, Arnaldo Otegi reivindicó como prioridad “colocarse a la vanguardia de Europa en derechos sociales como el reparto de la riqueza, sanidad, vivienda y educación”. Y aclaró: “Primero, hay que llegar a los gobiernos y en diversas fases ya se llegará a la independencia”. Mientras, el candidato del PNV, Imanol Pradales, insiste en esta campaña entrevista tras entrevista en que es “un independentista con los pies en el suelo”, o sea, que no es exactamente un independentista porque a estos no les preocupa no tener suelo bajo los pies. El Sociómetro del Gobierno vasco suele ofrecer las encuestas más completas, con muestras de 3.000 entrevistas en cada oleada, y siempre pregunta por una hipotética secesión del País Vasco. Desde 1998, cuando se empezó a publicar, la defensa de la independencia se ha situado en una franja de entre el 25 % y el 20 %. Un 22 % en la encuesta de marzo de este año. El récord se registró en 2014, cuando alcanzó el 30 %. Hay encuestas que rebajan ahora el apoyo al 16%. Desaparecida la palabra independencia subrayada en fluorescente de la agenda abertzale, surge el interrogante: ¿Volvería Sabino Arana a mandar un telegrama a la Casa Blanca?
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