La Nakba continúa y continuará (I)
La última obra del escritor libanés Elías Khoury, fallecido en 2023, fue un ensayo titulado “La Nakba ( la catástrofe, el desastre palestino) continúa”. Hoy, a la vista de lo que está sucediendo y de lo que previsiblemente va a ocurrir, hay que añadir: y continuará.
Khoury escribió una novela, La cueva del sol, considerada el mejor relato sobre el sufrimiento palestino y la actuación del ejército israelí en la guerra de exterminio y expulsión de 1948 y en las sucesivas guerras en Jordania y en el Líbano, pasando por las masacres de Sabrá y Chatila entre otras.
Israel Shahak, científico e historiador judío que sufrió los campos de concentración nazis y vivió posteriormente en Israel hasta su muerte en 2001, explica la conducta del Estado judío en su libro Historia judía, religión judía (el peso de tres mil años). Se ha dividido este comentario sobre la situación en Palestina en dos partes. La primera intenta explicar la ideología que está detrás de la conducta israelí, recogiendo y comentando la obra de Israel Shahak citada. La segunda parte ofrecerá las citas y cometarios de la obra de Elías Khoury.
La conducta del Estado judío
¿Qué es lo que impulsa a Israel a esta guerra continua, concretada ahora en el propósito de ocupación total de Gaza y Cisjordania y en la expulsión consiguiente de los palestinos?
Shahak responde: “Ni el sionismo, incluida su parte más aparentemente secular, ni la política israelí desde el comienzo del Estado de Israel, ni la política de los defensores judíos de la diáspora se pueden entender sin tener en cuenta la profunda influencia de las leyes talmúdicas y la visión del mundo que éstas expresan y crean“.
Israel se define a sí mismo como Estado judío. Los partidos que se opongan a este principio no pueden participar en las elecciones al Parlamento. En opinión de Shahak, Israel no es una democracia “debido a la aplicación de una ideología judía que va dirigida contra los no judíos y contra los judíos que se opongan a esa ideología. Israel pertenece a aquellas personas que las autoridades definan como judíos y solamente a ellos. Israel no pertenece a sus ciudadanos no judíos, cuyo estatus se considera oficialmente inferior y que se ven discriminados en tres aspectos: residencia, trabajo e igualdad ante la ley.”
Tierra de Israel, tierra redimida
“El mayor riesgo que Israel, en cuanto Estado judío, le plantea a su propio pueblo y a sus vecinos, es su empeño, de motivación ideológica, en la expansión territorial y la serie inevitable de guerras que resultan de este objetivo”, explica el autor que estamos siguiendo.
La definición geográfica exacta del término Tierra de Israel se discute mucho en el Talmud y en la literatura talmúdica, y el debate sigue dándose en la actualidad entre los diversos sectores de la opinión sionista. Según la perspectiva maximalista, Israel incluye, además de la propia Palestina, no sólo la totalidad de Jordania, Siria y Líbano, sino también parte considerable de Turquía. La interpretación minimalista, que goza de más predicamento, sitúa la frontera solamente a mitad de camino, más o menos en la latitud de Homs (centro de Siria). Este punto de vista fue apoyado por Ben Gurion. En todas las interpretaciones talmúdicas la Tierra de Israel incluye Chipre.
Tierra redimida es la tierra que ha pasado de ser propiedad no judía a ser propiedad judía. La propiedad puede estar en manos privadas o bien en manos del Fondo Nacional Judío o del Estado judío. La tierra que pertenece a los no judíos, dentro de los límites de la Tierra de Israel, es tierra no redimida. La conclusión lógica de esta ideología es la expulsión, llamada traspaso, de todos los no judíos de la zona de tierra redimida o que hay que redimir.
“Del mismo modo", aclara Shahak, "el Kibutz, aclamado ampliamente como un intento de crear una utopía, era y es una utopía exclusivista; aun cuando esté integrado por ateos, no acepta miembros árabes por principio y exige que los miembros potenciales de otras nacionalidades se conviertan primero al judaísmo. No es de extrañar que se pueda considerar a los muchachos del Kibbutz como el segmento más militarista de la sociedad judía israelí.”
No obstante, también se ha desarrollado desde el inicio del Estado de Israel una estrategia global israelí que no se basa en los principios de la ideología judía, sino en consideraciones puramente estratégicas o imperiales. Shlomo Gazit, antiguo comandante de la Inteligencia Militar, resumió esta estrategia señalando que el papel de Israel es ser un celoso guardián de la estabilidad de todos los países que le rodean para impedir o bloquear la expansión del fanatismo religioso fundamentalista. “Para ello, Israel impedirá que haya cambios más allá de la frontera de Israel y los considerará intolerables hasta el punto de sentirse forzado a utilizar todo su poder militar con el fin de prevenirlos o erradicarlos”.
En otras palabras, “el objetivo de Israel es imponer una hegemonía sobre otros Estados de Oriente Medio”, dice Shahak, quien señala que se opone tanto a la política de expansión israelí no ideológica, como a la motivada por la ideología judía que se basa en las actitudes del judaísmo histórico hacia los no judíos.
El judaísmo clásico, las sociedades cerradas
De acuerdo con la versión de Israel Shahak, las sociedades judías de la diáspora, hasta la Ilustración, eran sociedades cerradas, con autonomía propia basada en un pacto con el rey o príncipe al que servían. Dicha autonomía permitía a los rabinos imponer su propia ley.
A partir de la Revolución Francesa, los judíos obtuvieron un nivel significativo de derechos individuales. La comunidad judía perdió sus poderes para castigar o intimidar al judío individual. “Los vínculos de una de las sociedades más cerradas, una de las sociedades más totalitarias de la historia de la humanidad, se quebraron. Este acto de liberación vino fundamentalmente del exterior”, opina Israel Shahak.
El sistema legal del judaísmo clásico, la Halakhah, se basa fundamentalmente en el Talmud babilónico. Las normas establecidas en ese código tienen una relevancia directa y práctica para lo que ocurre en el Estado de Israel, por ejemplo en la conducta en caso de guerra. A pesar de que el código penal del Estado no establece ninguna diferencia entre judío y gentil, los que sí que lo hacen son los rabinos ortodoxos que guían a su rebaño siguiendo la Halakhah. Especial importancia revisten los consejos que dan a los soldados religiosos.
Cómo tratar a los palestinos depende del poder judío: si éstos tienen poder suficiente, el deber religioso es expulsar a los palestinos, siguiendo los mandatos de la Halakhah.
Aunque la lucha contra el antisemitismo y contra toda forma de racismo no debería cesar jamás, la lucha contra el chovinismo y el exclusivismo judío, que ha de incluir una crítica al judaísmo clásico, tiene hoy una importancia idéntica o mayor
Consecuencias políticas
Pensaba Israel Shahak que desde 1967, y a medida que Israel se va volviendo cada vez más judío, también sus políticas van estando más influidas por consideraciones ideológicas judías, que por las de un interés imperial concebido fríamente.
Israel, como algunos otros países, es un Estado exclusivista, pero el exclusivismo israelí tiene características específicas, como se ha descrito. La situación actual es, sin duda, producto de lo explicado por el autor, en su versión más extrema.
La ideología judía influye también significativamente en los judíos de la diáspora. El apoyo de Estados Unidos a Israel no se puede explicar adecuadamente sólo como resultado de los intereses imperiales americanos. Muchos judíos que se muestran activos en la defensa de los derechos humanos manifiestan en lo que respecta a Israel un sorprendente grado de totalitarismo y están en la primera línea de defensa de todas las políticas de Israel. Las organizaciones judías norteamericanas no admiten a no-judíos por principio, mantienen el exclusivismo judío y preservan las actitudes del judaísmo clásico hacia los no judíos.
Por tanto, concluye Shahak, la auténtica prueba que se les plantea tanto a los judíos de Israel como a los de la diáspora es la de la autocrítica que ha de incluir la crítica del pasado judío. La parte más importante de tal crítica debe ser una confrontación detallada y honesta con la actitud judía hacia los no judíos. Esto es lo que con toda justicia exigen muchos judíos a los no judíos: que se enfrenten a su propio pasado y se vuelvan conscientes de la discriminación y las persecuciones infligidas a los judíos.
Aunque la lucha contra el antisemitismo y contra toda forma de racismo no debería cesar jamás, la lucha contra el chovinismo y el exclusivismo judío, que ha de incluir una crítica al judaísmo clásico, tiene hoy una importancia idéntica o mayor.
Palabras de Shahak pronunciadas hace más de veinte años, válidas para la situación actual.
Continuará.
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Julián Lobete Pastor es socio de infoLibre.