El Monstruo Insaciable

Alfredo Díaz

Estábamos mi hijo Ignacio (18) y yo tomando un café cuando me espetó: “El problema de los bulos es que hay mucho espacio que rellenar. Cuando los periódicos se imprimían no pasaba esto”.

Tras unos instantes de reflexión le dije que antes también pasaba, pero menos. Y le conté la historia de El Monstruo Insaciable.

Hubo un tiempo en que el periodismo era un oficio de precisión. Los periódicos, impresos entonces, tenían un espacio limitado que obligaba a los editores a jugar al Tetris informativo. Cada palabra tenía que ganarse su lugar. Pero hoy el espacio no es un lujo porque la actualidad la difunde, en demasiados casos, un monstruo insaciable al que hay que alimentar a todas horas. La era digital ha transformado cierto periodismo en pseudoperiodismo. En un buffet libre abierto día y noche. 

Los periódicos eran la historia de las últimas 24 horas. Hoy los medios son la historia de los últimos 30 minutos. Todo lo anterior es prehistoria. Lo que no genera clics al instante muere ahogado en el vómito de nuevos contenidos del Monstruo Insaciable condimentados con un potenciador del interés al que podríamos llamar reafirmato.

Antes, cuando comprábamos un periódico, había un compromiso periodista-lector/a. Pagábamos por un contenido riguroso para informarnos. Hoy, con un clic –y gratis– tragamos, sin apenas masticar las mentiras que nos satisfacen. Y las compartimos. Todo mientras periodistas que todavía creen en el valor de la verdad y el rigor se esfuerzan por servirnos actualidad con estrellas Michelín en un mundo dominado por la comida rápida y ultra procesada en beneficio de oscuros intereses.

La era digital ha transformado cierto periodismo en pseudoperiodismo. En un buffet libre abierto día y noche

Lo irónico es que esta sobreinformación nos desinforma. Ahora sabemos un poco de todo, pero no entendemos nada. Nos convertimos en expertos en todo lo que sea tendencia: epidemiólogos, vulcanólogos, juristas o físicos. Porque entrenadores de fútbol siempre fuimos.

¿Cómo salir de aquí. Quizás devolviendo al periodismo y devolviéndonos a nosotros lo que ya no tenemos: tiempo y análisis. Tal vez la solución sea tan simple como escribir menos, pero escribir mejor. Leer menos, pero leer mejor.

El periodismo no murió con la llegada de la era digital. Murió nuestra paciencia a manos del “lo quiero ya” y se llevó con ella nuestro espíritu crítico. Y mientras no recuperemos esas virtudes, el Monstruo Insaciable seguirá regurgitando titulares vacíos para satisfacer nuestra dependencia de lo último. Porque la mentira es barata y se lee, pero la verdad es lenta, cara y muchas veces incómoda.

Así que, la próxima vez que leamos algo, deberíamos preguntarnos: ¿Esto es comida sana o comida basura para nuestro cerebro? Porque si –como se dice– somos lo que comemos, quizás también seamos lo que leemos.

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Alfredo Díaz es socio de infoLibre.

Alfredo Díaz

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