Tribunal Constitucional
Rajoy, el presidente más rápido en tomar el control del Constitucional
Mariano Rajoy se ha cobrado un trofeo mayor, la mayoría conservadora en el Tribunal Constitucional (TC), en menos de 18 meses desde su llegada a la Moncloa. Tiempo récord, porque hasta ahora ningún presidente del Gobierno había logrado conquistar una mayoría afín en el TC en tan corto plazo. No lo consiguieron Felipe González ni José María Aznar, que tardaron cuatro y cinco años, y mucho menos José Luis Rodríguez Zapatero, que tropezó con la obstinada confrontación del PP. Una conclusión rotunda que permite el análisis de todas las renovaciones del Alto Tribunal que se han sucedido desde 1980 –fecha de su constitución– hasta 2013, que ha estudiado el sociólogo de la Fundación Juan March Ignacio Sánchez-Cuenca.
Este viernes se consumó el giro conservador de un órgano capital del Estado, y que ahora tendrá que revisar asuntos tan sensibles como los recortes, la reforma laboral, el asalto de Rajoy a RTVE, la supresión de la paga extra a los funcionarios, la Ley del Aborto impulsada por Zapatero en 2010 o el desafío soberanista en Cataluña. El Consejo de Ministros nombró a Enrique López –el magistrado favorito del PP, que en los últimos años intentó colocar sin descanso (y sin éxito)– y Pedro González-Trevijano, rector de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Dos nuevos jueces de la cuerda del Gobierno. El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) designó por su lado a un conservador, Santiago Martínez-Vares, emérito de la Sala Tercera del Tribunal Supremo, y a un progresista, Juan Antonio Xiol Ríos, presidente de la Sala de lo Civil del TS. El Constitucional tendrá por tanto una mayoría de 7-5 a favor de los conservadores.
Rajoy conquista así un poder omnímodo, inédito en democracia: el Gobierno central, 11 de 17 comunidades autónomas, la inmensa mayoría de los municipios españoles, el control de RTVE... y ahora el TC. Sólo le resta el CGPJ, cuyo asalto se consumará en pocos meses. El principal partido de la oposición, el PSOE, se halla desarbolado, frágil en las encuestas, dividido internamente y con un liderazgo mermado.
Para el análisis, que Sánchez-Cuenca expuso en "Los retrasos y los sesgos de la composición del Tribunal Constitucional", artículo integrado en el Informe sobre la democracia en España 2011, editado por la Fundación Alternativas, hay que partir del sistema de elección de los 12 magistrados del TC, que la Carta Magna estipuló. Intervienen cuatro instituciones: el Congreso y el Senado –cada Cámara elige a cuatro por mayoría de tres quintos–, Gobierno y CGPJ (dos cada uno). El mandato de los vocales es de nueve años, y la renovación se produce por tercios cada tres.
La aplastante victoria de González
A la hora de hablar de la afinidad ideológica de los vocales, Sánchez-Cuenca tiene en cuenta el signo del partido que lo promovió al cargo. El autor reconoce que esta taxonomía metodológica tiene un pequeño problema: que algunos magistrados aupados por una fuerza se alineen con el bloque contrario en las votaciones. Dos ejemplos: Manuel Jiménez de Parga, presidente del TC entre 2001 y 2004, llegó al órgano en 1995 de la mano del PSOE, aunque con el tiempo demostró que sus posiciones se fueron escorando a la derecha. Manuel Aragón también se catalogó como progresista, pese a que en algunas cuestiones clave (como el Estatut) se situó junto a los magistrados conservadores.
Como el ciclo de renovaciones no coincide con el calendario electoral, los partidos en el Gobierno tardan un tiempo en 'hacerse' con un TC a su medida, imponiendo su mayoría ideológica en él [ver gráfico]. González llegó al poder en 1982 y se encontró con una amplia mayoría conservadora heredada de UCD. En 1983 no revirtió el signo del tribunal por acceder a la demanda de Alianza Popular, y sólo en 1986 se produce el vuelco, con un CGPJ más afín al Ejecutivo. La mayoría progresista se consolidaría en 1989, con el tercio del Senado. Entre 1992 y 1994, gracias a un pacto con CiU, el PSOE disfrutó de un TC con la mayor diferencia entre las dos orientaciones de la historia: diez magistrados progresistas, uno conservador y uno de consenso.
A José María Aznar le costó cinco años dar la vuelta al máximo intérprete de la Carta Magna. Lo logró en 2001, y su mayoría nunca fue tan abultada como la que exhibió González desde 1989 hasta 1997. La ventaja fue tan limitada [ver gráfico], explica Sánchez-Cuenca, por la "extraña actuación" del PP en 2004. Los conservadores podían haber procedido a renovar antes de las elecciones generales a los dos magistrados que le correspondían al Ejecutivo, y no lo hizo porque, "seguro como estaba de su victoria", prefirió esperar a que el candidato, Rajoy, eligiera a los vocales de su conveniencia. Pero quien ganó fue Zapatero, que al aterrizar al Gobierno designó a Manuel Aragón y Pablo Pérez Tremps.
Demora de tres años en el Senado
El nuevo presidente socialista no logró obtener un TC progresista hasta 2011. Siete años después de su llegada a la Moncloa. Ahí está lo "anómalo", señala el profesor de la Juan March, y se debió al "obstruccionismo y juego sucio del PP". "En la etapa de Zapatero, se producen los mayores retrasos en la historia del TC en la renovación de los magistrados", recuerda Sánchez-Cuenca en declaraciones a infoLibre. En concreto, los cuatro vocales que tenía que elegir el Senado en 2007 no se designaron hasta diciembre de 2010, y no tomaron posesión de sus cargos hasta enero de 2011.
El juez Enrique López (en el centro), a su salida de la Audiencia Nacional el pasado 7 de junio, cuando el Gobierno le nombró nuevo magistrado del Tribunal Constitucional (TC) | EFE
La demora, añade, tuvo "claras motivaciones políticas". El obstáculo se llamó, precisamente, Enrique López, juez de la Audiencia Nacional, exportavoz del CGPJ y archiconocido por sus declaraciones contra las leyes sociales del Gobierno Zapatero. El PP blandió su nombre desde que se puso en marcha el proceso de renovación, en 2008, cuando todos los parlamentos autonómicos controlados por los conservadores lo postularon (a él y a Francisco Hernando). El PSOE dijo desde el primer minuto que no iba a tragar con él. Tuvieron que producirse dos vetos consecutivos de la Mesa del Senado –López no tenía cumplidos entonces los 15 años de ejercicio activo– para que al final los conservadores cediesen. Los socialistas, eso sí, tuvieron que aceptar a Hernando.
Si la renovación se hubiera realizado en plazo, se habrían incorporado antes, en 2007, dos magistrados progresistas y dos conservadores y el PSOE habría dispuesto de una mayoría a su favor desde esa fecha. Pero el PP, que había perdido la ocasión de nombrar a dos vocales de la cuota del Ejecutivo en 2004, decidió "impedir a toda costa que se consumara la mayoría progresista, aun si eso suponía erosionar gravemente el funcionamiento y la legitimidad del TC", asegura Sánchez-Cuenca.
Pacto en 2012, tras la victoria del PP
Al retraso de 2007 se sumó la muerte del magistrado ultraconservador Roberto García-Calvo. El tribunal quedó dividido teóricamente en dos bloques iguales: 5-5 y uno de consenso, Eugeni Gay. Este, no obstante, se alineaba con el sector progresista, deshaciendo el empate. Sin embargo, a veces se impuso el bloque conservador, como en la sentencia del Estatut, cuando hasta Manuel Aragón se sumó a sus compañeros elegidos por el partido de Rajoy en partes sustanciales del fallo.
En junio de 2012, al poco de la vuelta del PP al Ejecutivo, PP y PSOE logran pactar las vacantes del TC que correspondían al Congreso, que acumulaba un retraso de casi dos años. La ventaja progresista, aunque justa (con dos vocales de diferencia), se preservó.
Ahora, en junio de 2013, tras poco más de dos años de efímera mayoría progresista, el TC vuelve a estar inclinado a favor del PP. Salen de la institución tres progresistas (el presidente, Pascual Sala; Manuel Aragón y Pablo Pérez Tremps) y un conservador (Ramón Rodríguez Arribas) y entran tres conservadores (López, González-Trevijano y Martínez-Vares) y un progresista (Xiol). Rajoy ha conseguido algo que sus predecesores en la Moncloa no pudieron hacer en tan poco tiempo.