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Irán bien vale una llamada telefónica

Irán bien vale una llamada telefónica

Una llamada telefónica de Barack Obama a Hasan Rohaní, el nuevo presidente de Irán, ha causado una enorme conmoción en Oriente Próximo. Era el primer contacto oficial desde noviembre de 1979, cuando la revolución islámica derribó al Sha, un dictador aliado de EEUU. Tres días después de que Jomeini tomara el poder en Teherán, cientos de estudiantes revolucionarios asaltaron la embajada de Washington: 52 estadounidenses fueron tomados como rehenes durante 444 días. Un fallido intento de rescate le costó la presidencia a Jimmy Carter. Empezaba la era de Ronald Reagan.

Aunque Obama y Rohaní coincidieron en Nueva York con motivo de la Asamblea General de la ONU, optaron por evitar una foto que no era buena para ninguno de los dos. Hablaron del tráfico de la ciudad y del programa nuclear iraní. Fue un contacto sin otro objetivo que desbloquear un silencio de más de tres décadas. Rohaní tuiteó la llamada cuando se dirigía al aeropuerto JFK.

Tras aterrizar en Teherán, el presidente se encontró con dos manifestaciones opuestas: la de sus partidarios, que lo jalearon, y la de sus detractores que le acusaron de traición. Incluso uno le lanzó un zapato. Detrás de los críticos está la cúpula militar y el sector más conservador del régimen.

Rohaní es un moderado. Ganó de manera inesperada las elecciones presidenciales de junio. Contó con el apoyo de los reformistas tolerados y de los clandestinos, de la marea verde que hace cuatro años protestó en la calle contra Mahmud Ahmadineyad, al que acusaron de robar las elecciones. Rohaní está más cerca de lo que representa Neda, la estudiante muerta en junio de 2009 por los matones del régimen, que de Ahmadineyad.

EEUU, Occidente en general, ya cometieron un error grave de apreciación durante la presidencia de Mohamend Jatamí, otro moderado. No aprovecharon sus ocho años en el poder para ayudarle con las reformas. El espíritu joven y urbano de las ciudades es reformista, hay hartura con el peso aplastante de los ayatolás. Rohaní representa una segunda oportunidad en un momento muy delicado.

Es cierto que por encima del presidente elegido en las urnas está el Guía de la Revolución, Alí Jamenei, designado por Jomeini y que Rohaní no cuenta con poderes suficientes para forzar el cambio.

El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, el hombre que casi nunca sonríe, se ha apresurado a advertir a EEUU y a la comunidad internacional de los peligros de creer a Rohaní. A Netanyahu nunca le gustó Obama, le considera un pactista, un blando. Tiene el discurso ultraconservador de EEUU. Las relaciones entre ambos no son fluidas; quizá influya que Netanyahu apostó por Mitt Romney. El primer ministro de Israel teme que se produzca un deshielo entre EEUU e Irán.

Él prefiere la opción militar: un ataque preventivo que destruya el programa nuclear iraní. Teherán sostiene que ese programa es civil y que descarta fabricar la bomba atómica. Los bloqueos a los inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) y los engaños durante la etapa Ahmadineyad han generado muchas dudas en Occidente. Israel no quiere que Irán tenga la bomba. En Oriente Próximo el único país que la tiene, multiplicada en varios centenares, es Israel.

Los dos gráficos anteriores pertenecen al post de Juan Cole: Isreali Nuclear & other Armas compared to Iran's.

No ayudaron a crear confianza entre los israelíes las declaraciones de Ahmadineyad negando el Holocausto y negando el derecho a la existencia de Israel. Rohaní ha cambiado el discurso. Afirmó que el Holocausto fue una gran tragedia. Su Gobierno ha dejado de ser negacionista. Son detalles, síntomas de que algo podría cambiar. Israel no es el único con desconfianza, las monarquías suníes del Golfo Pérsico, también.

Obama llega de un éxito diplomático, el desarme químico de Siria, una iniciativa rusa que ha permitido al presidente de EEUU salvar su cara pacifista (también a John Kerry que lo fue en los años setenta). Lo ocurrido en Siria demuestra que no todo es blanco y negro. Un régimen detestable como el de Asad no convierte a su oposición en alternativa democrática. EEUU ha estado en Siria en el bando de Al Qaeda.

Irán también es un asunto repleto de complejidades en el que la vía militar no resolverá nada; al contrario: empujará a Irán hacia la bomba atómica.

Seguiremos informando.

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