Teatro
Manos arriba, esto es una crisis
Al dramaturgo y director de teatro gallego Xesús Ron, aquella imagen de los gánsteres elegantes y estilosos, perfectamente plantados con sus trajes negros y sus corbatas finas de Reservoir Dogs le recordó, en una asociación de ideas, a otro tipo de delincuentes: los de cuello blanco. Esos banqueros y políticos escondidos entre las bambalinas de esta gran pantomima llamada crisis. Así que tomó a aquellos señor Naranja, señor Marrón o señor Azul de la película de Tarantino y los convirtió en el señor España, el señor Francia o el señor Alemania para crear el espectáculo Eurozone, montado por la compañía Chévere en el Teatro Valle Inclán de Madrid hasta el 24 de noviembre.
“Queríamos traspasar Reservoir Dogs, pero no contamos la misma historia”, explica Ron. “Tampoco es una obra estrictamente narrativa y lineal: hay mucho de juego teatral”. Con ocho intérpretes sobre el escenario, lo que Chévere quería plasmar es, ante todo, la idea de robo con nefasto desenlace que se refleja en el filme. “La relación que tenemos con la élite es a través de las imágenes de televisión o de la prensa, en las que ellos se presentan de manera parecida a los delincuentes de Tarantino: bien vestidos, con apariencia honesta”. Sin caracterización pero sí ataviados con ciertos tics individuales, “para que el público se haga una imagen”, los personajes se corresponden con gerifaltes europeos como Angela Merkel, David Cameron, Rodrigo Rato o Luis de Guindos.
Esas apariencias engañosas con las que se presentan los dirigentes no lo son solo para los ojos: también los oídos son constantemente embaucados a través de la manipulación del lenguaje. Por eso, la función ha construido sus textos a base de artículos de prensa sobre economía, para demostrar que “como ciudadanos de a pie nos podemos apropiar del leguaje que utilizan para engañarnos y conseguir que el público lo entienda”. “En la crisis se nos ha culpabilizado diciendo cosas como que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, añade el dramaturgo, “pero nos hemos dado cuenta de que es posible que lo que estén haciendo es atracarnos”.
La compañía de teatro Chévere, Premio Nacional de Teatro
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Con un tono cómico y “gamberro”, el mensaje social y constructivo, alejado de la queja, que proponen con la función, se relaciona con otros trabajos pasados de la compañía. La obra anterior a esta, Citizen, hablaba de la globalización desde un ejemplo que ellos, como gallegos, tenían muy a mano: el caso del emporio de Amancio Ortega, Zara, convertido en Inditex. “Nosotros, que tenemos entre 40 y 50 años, hemos vivido el nacimiento y el crecimiento de Zara, es un imperio que ha crecido en paralelo a nosotros”, apunta. “La obra empezaba desde la muerte de Franco, porque justo entonces se montó la primera tienda, y continuaba hasta la actualidad, como medio para explicar qué significa que una empresa se convierta al salir en bolsa en un negocio de la globalización”.
Mientras que aquella pieza tenía un final abierto a las interpretaciones personales, en Eurozone han querido ser más explícitos. “Es una farsa, un mecanismo humorístico que da lugar una catarsis colectiva”. Hasta que acaben las representaciones, hay previstas además una serie de actividades paralelas para incluir al público en el debate que planteanactividades paralelas, empezando por un coloquio este jueves 7, dos representaciones en gallego con sobretítulos en castellano los días 9 y 10, una mesa redonda con economistas y periodistas el 11 y unos talleres en el barrio madrileño de Prosperidad, junto con la asamblea del 15M. “Nos invitaron a explicarles cómo construimos la obra”, cuenta Ron, “y es una buena manera de tocarles la curiosidad”.
“Implicados” desde hace un cuarto de siglo (el que llevan congregados) con el arte político –han hecho desde cabaré colectivo sobre la actualidad hasta obras sobre cuestiones como la identidad sexual o la violencia machista-, los Chévere han aprendido por medio de la práctica cómo conjugar compromiso y creatividad, ambos difíciles de desplegar a día de hoy. "Nos preocupa lo que está ocurriendo con la Cultura, pero también nos afectan los recortes en Sanidad o Educación", señala Ron. "Los recortes nos obligan a plantearnos el funcionamiento de la Cultura. Mejor o peor, se había conseguido que fuera más accesible, y esto no se puede perder. Lo que pasa es que en el Gobierno son muy malos gestores: o no tienen ni idea, o hay animosidad, porque no saben gestionar lo público”.