Consulta catalana 2014
Factores que pueden decidir el éxito o el fracaso
La participación. La regla por la que se medirá la consulta alternativa del 9-N. Más que por el resultado del escrutinio, por la respuesta de los catalanes. La dimensión de la movilización es lo que servirá para conocer el éxito o fracaso del proceso participativo de este domingo.
Si algo ha demostrado el proceso soberanista es su fuerza en las calles. Un millón largo de personas en las tres últimas Diadas. 1,8 millones, para ser exactos, el pasado 11 de septiembre, cuando los manifestantes formaron una V gigante en Barcelona, según cifras de la Guàrdia Urbana (entre 470.000 y 520.000, para la Delegación del Gobierno en Cataluña). De modo que este 9-N está llamado a igualar o superar esas cifras en un población de 7,5 millones de habitantes. Si la Generalitat lo logra, Artur Mas y los partidos proconsulta podrán anotarse el tanto. Pero si la participación se desploma y cae por debajo del umbral psicológico del millón de manifestantes, será ineludible la sensación de fiasco.
Al menos, eso creen los seis expertos consultados por infoLibre. Que la movilización será la piedra angular a partir de la cual construir el relato de la jornada del 9-N, la que se empleará para mensurar la fuerza del soberanismo en el momento de máxima tensión con el Estado y para anticipar los escenarios siguientes. El 10-N, que es la próxima página y la que todavía permanece incierta.
Cataluña se despierta este domingo con la celebración de un proceso participativo –suspendido y aparcado el referéndum original, el convocado por Mas por decreto– que ni el Ejecutivo de Mariano Rajoy ni el Constitucional han conseguido parar. El Govern, como se concluyó el pasado viernes tras el quinto encuentro que el president encabezó con el Pacte Nacional pel Dret a Decidir –que agrupa a los partidos soberanistas y a una cincuentena de entidades–, ampara y mantiene su "responsabilidad", "hasta el final" y "hasta las últimas consecuencias", en la consulta alternativa, aunque su "ejecución" dependa de los más de 40.000 voluntarios, según insistió el coordinador del Pacte, Joan Rigol. Una pirueta para intentar sortear el veto del TC. Las urnas las ha repartido la Generalitat y a ellas pertenecen los colegios electorales. Y será ella, según adelantó primero el convergente Josep Rull y confirmó este sábado el propio Mas en TV3, quien haga el escrutinio y quien facilite los resultados.
El Ejecutivo central, por su parte, no ha aclarado qué hará si finalmente hay urnas hoy. Toda su argumentación se ha centrado en cargar contra Mas y pedirle que no fuerce a ningún ciudadano a incumplir la ley. La Fiscalía Superior de Cataluña abrió este sábado diligencias para investigar si es delito la cesión de lugares públicos. Rajoy, desde Cáceres, quitó toda validez a la convocatoria: "Ni es un referéndum, ni una consulta legal ni es nada que se le parezca. Lo que sí puedo decir es que no produce efecto alguno".
01. EL TAMAÑO DE LA MOVILIZACIÓN
Analistas de distintos perfiles coinciden en que la participación será el indicativo clave. Ahora bien, ¿cómo se puede afinar más? Los politólogos Juan Rodríguez Teruel (Universitat de Valencia), Josep Maria Reniu (Universitat de Barcelona, UB) y Marc Sanjaume (Universidad de Quebec en Montreal y doctor por la Pompeu Fabra) y el constitucionalista Xavier Arbós (UB) señalan un posible suelo de movilización del 9-N: las 825.233 personas que, según cálculos de La Vanguardia, votaron en las consultas soberanistas convocadas en el ámbito municipal en Cataluña entre 2009 y 2011, que arrancaron en Arenys de Munt (Barcelona). Fue menos del 20% del censo.
Si se repitiera esa cifra de 800.000 personas en las urnas, el referéndum alternativo podría ser entendido como un "fracaso". "Podría ser usado como la demostración de que en cinco años apenas ha variado el empuje del independentismo, lo que podría llevar aparejado un cierto frenazo del proceso soberanista", sostiene Reniu, que también es parte del Consell Assessor per a la Transició Nacional (CATN), el grupo de asesores de Mas que han redactado hasta 18 informes para dibujar el retrato de la Cataluña independiente, dictámenes ya compendiados en un libro blanco.
¿Dónde está el listón por arriba? Los expertos coinciden en que debe situarse en la última manifestación de la Diada, la de la V que llenó la Diagonal y la Gran Via de Les Corts Catalanes. Los 1,8 millones de personas que salieron a la calle para defender el 9-N (cerca del 33% del último censo cerrado, el de las europeas de mayo, de 5,49 millones). La otra vara de medir sería la suma de las candidaturas soberanistas en las últimas elecciones autonómicas, las de noviembre de 2012: CiU, ERC, ICV-EUiA y la CUP reunieron 2,1 millones de votos, el 37,70% del censo total (5,57 millones). La comparación con los comicios, no obstante, entraña una complicación: en las elecciones votan los mayores de 18 años; en la consulta informal de este domingo, pueden apuntarse los mayores de 16. Grosso modo, con todas las cautelas, se podría afirmar, a tenor de lo que afirman los analistas, que la participación podría situarse entre el 18%, en el peor escenario, y por encima del 30%, en el mejor.
En sentido contrario, un poderoso 'tamaño' del 9-N podría poner las cosas algo más difíciles a las formaciones unionistas, aunque su electorado no se movilice. Para el PSC, esgrime Sanjaume, la situación podría ser incómoda e incluso "agravarse aún más su crisis" con la implicación de concejales y alcaldes en los preparativos de la jornada electoral.
Sandra León, politóloga, profesora en la Universidad de York y colaboradora de la Fundación Alternativas, juzga que todo el proceso, desde el inicio, "está marcado por un doble fracaso". Primero, por el "fracaso de la política como medio para solucionar los conflictos". Y en segundo lugar, porque el nuevo 9-N supone un "retroceso" si se compara con el formato original y es, en consecuencia, el fruto de un "fracaso que puede haber generado cierta frustración en los sectores más soberanistas".
También existen riesgos
El sucedáneo de referéndum de este domingo, en efecto, no cuenta con todas las garantías democráticas de un plebiscito, y el propio Mas fue el primero en advertirlo cuando anunció que aparcaba la consulta original por la suspensión del TC. De hecho, ese ha sido el argumento esgrimido por el Govern para reprobar la impugnación de Rajoy: el nuevo 9-N, ha venido reiterando Mas y su equipo, es un mero "proceso participativo", una macroencuesta, un fiesta de la libertad de expresión, y no una "continuidad" del 9-N inicial.
Para Pablo Simón, politólogo y profesor en la Universidad Carlos III de Madrid, el "riesgo" de esta consulta informal es "muy grande", al no existir seguridad jurídica y al poder ser objeto de una campaña de desprestigio o sufrir una deslegitimación de los resultados, incluso en la comunidad internacional. Simón recuerda que el CATN desaconsejaba esta opción, también por la "previsible escasa o insuficiente participación", como se puede leer en la página 29 del Libro blanco de la transición nacional de Cataluña. En las hemerotecas está el ejemplo de la votación por Internet en el Véneto, que no fue tenida en cuenta ni respetada. "Esto no es como una manifestación en la que puedes dar un dato a bulto, aquí los electores se van a contar y se va a comprobar la fuerza real del independentismo en un contexto adverso, porque es alegal", asegura. Este profesor subraya además el miedo "atávico" que los soberanistas tienen al "ridículo internacional", en el que podrían caer por baja participación o por recabar "menos apoyo que el que tuvieron los partidos proconsulta en las últimas elecciones".
Artur Mas y la presidenta del Parlament, Núria de Gispert, hablan durante la reunión del Pacte Nacional pel Dret a Decidir, el pasado viernes, 7 de noviembre | EFE
Sanjaume discrepa de esta lectura. "La comunidad internacional –alega– tomará nota de la creciente movilización y descontento en Cataluña y además recibirá una denuncia masiva en forma de carta firmada por los votantes denunciando la represión del Gobierno español. El Ejecutivo de Rajoy está perdiendo la batalla sobre la legitimidad de la causa catalana, como lo demuestran los recientes editoriales y entrevistas del New York Times [donde el rotativo defendía una "solución política" para el conflicto] y la BBC". "Lo que verán los observadores internacionales será un acto de protesta contra la prohibición del Gobierno", remacha Arbós, defensor de una consulta legal y acordada, pero no del proceso participativo. Para León, se interpretará "como un evento más en la sucesión de acontecimientos relacionados con la evolución del conflicto".
Acto masivo de protesta
Arbós era de los que esperaban que la consulta informal pudiera sufrir un pinchazo de participación. Pero cree, como León, que la impugnación del Gobierno y la posterior suspensión del TC pueden servir de gasolina e incentivar la movilización. "Antes se podían cargar las tintas en la falta de garantías democráticas. Ahora lo importante va a ser la protesta, en la que nadie medirá si se han observado los formalismos. La suspensión ha sido el primer acto de propaganda para los independentistas". También lo ve así Rodríguez Teruel: no ve tan clara "la utilidad de la impugnación": "Ha conseguido mantener la tensión. Si se mira fríamente, en esto hay una parte de comedia o de escenificación". "A mí el resultado casi me da igual –dice Reniu–. Este domingo se trata de levantar la cabeza y no doblar el espinazo".
Otro elemento podría ayudar paradójicamente a la consulta informal: que el Estado utilizase la fuerza para reprimirla, que impidiese el voto en los colegios, algo que hasta el momento el Ejecutivo de Rajoy no ha contemplado. Es más, el nuevo 9-N ha sido al final tolerado por la Moncloa. "En caso del uso de la coerción o la fuerza el impacto internacional sería aún mayor. No se dan las condiciones en Cataluña ni la voluntad para una respuesta violenta de la parte secesionista. El Gobierno español estaría utilizando la fuerza contra ciudadanos desarmados e inocentes ejerciendo su derecho a la libertad de expresión ante centenares de periodistas acreditados para el evento", opina Sanjaume. Reniu lo resume más gráficamente: "Si la gente ve a un guardia civil o a un militar no dejando votar, que saque la foto con su móvil. Ríete de la marca España". León observa como remota la posibilidad del uso de medidas coercitivas, más aún porque las dos partes, Rajoy y Mas, se han emplazado a hablar a partir de mañana.
De cualquier modo, el resultado del escrutinio no será lo más relevante el 9-N, porque se da por descontado que el apoyo a la opción del sí-sí (sí a un Estado propio-sí a la independencia de Cataluña) será masiva, dado que la movilización se nutrirá, sobre todo, del sector soberanista. Se trata de mostrar la "existencia de un conflicto político", señala Sanjaume, no de un referéndum al uso como los de Québec de 1980 y 1995 o el de Escocia del pasado 18 de septiembre. De ahí que lo que importe sea el músculo de los efectivos independentistas: las bases del frente proconsulta y la activación ciudadana de dos agentes sociales capitales: la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural, organizadores de las últimas manifestaciones masivas. Máxime porque, como recuerda León, la "ejecución" de la pseudoconsulta está delegada en los voluntarios, lo que supone un "reto importante de coordinación" si se compara con un proceso que contara "con todo el respaldo del aparato administrativo".
"No me parece que el 9-N vaya a ofrecer nada muy distinto a lo que ya sabemos –concluye León–, precisamente porque los niveles de apoyo a la consulta son ya bastante altos", como lo prueba el 49% de respaldo a la secesión, según el último estudio del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO).
02. el peso del 9-n el 10-N
¿Y qué pasará el 10-N? ¿Qué puertas abre o cierra el 9-N? Reniu lo sintetiza con un silogismo: "Si la participación es baja, se producirá un frenazo en el proceso soberanista. Si es alta, habrá un acelerón". Un juicio que, de una forma u otra, comparten más analistas. A fin de cuentas, como advierte León, "a diferencia de lo que ocurrió en Escocia, donde el referéndum supuso el colofón a la cuestión independentista, el 9-N no representa el punto final de ningún proceso".
Simón, por ejemplo, tiene claro que Cataluña camina hacia unas eleciones plebiscitarias casi con toda seguridad, de forma que lo que modulará el 9-N es "la fuerza relativa de los actores". Empezando por CiU y por el president Mas, que saldrían debilitados en caso de fiasco y podrían ganar oxígeno, a su juicio, si se puede anotar el tanto. Rodríguez Teruel añade que una alta participación "reforzaría las opciones de una candidatura unitaria", que busca el jefe del Govern y rechaza ERC. "Si triunfa el 9-N, Mas convocará elecciones pronto para beneficiarse de ese río de legitimidad de las urnas".
Sanjaume cree que, incluso aunque la consulta se rubricase con éxito, las reticencias del partido de Oriol Junqueras a una lista conjunta no menguarían, porque seguiría teniendo "mucho que perder y poco que ganar". Si Mas fracasa este domingo, calcula, podría "bajar el perfil sobernista y pactar con el PSC o con quien pueda para terminar la legislatura".
Candidatura unitaria... o no
Reniu anticipa que un buen dato de movilización refuerza a las dos formaciones que han tirado del frente proconsulta, y no sólo a CiU, porque ERC también podría "reclamar su cuota de éxito", al haberse implicado con el proceso participativo, si bien Mas siempre podría presumir de que cumplió su palabra de que hubiera urnas el 9-N. Este profesor de la UB desaconseja la lista unitaria, porque "dos más dos en política nunca da cuatro, no sólo por los efectos mecánicos del sistema electoral, sino también por lo complejo de articular estas candidaturas". León está de acuerdo con que hay pocos incentivos para una alianza preelectoral de CiU y ERC: "Una participación alta no necesariamente refuerza la viabilidad de la actual coalición. Más bien al contrario, puede proporcionar una excusa a ERC para romper con la coalición, especialmente teniendo en cuenta que sus perspectivas electorales si concurre en solitario son muy buenas".
Reniu opina que el mejor escenario que cada partido soberanista acuda por separado, aunque asumiendo un punto en común –el compromiso por la independencia– para generar "un mandato democrático y claro" que se ponga en práctica una vez pasados los comicios. Por esa razón, calificaría de "error" que Mas pospusiera las plebiscitarias para después de las municipales de mayo, por el clima existente y porque incluso sería contrario a sus intereses, porque podría hundirse en las locales. Por añadidura, tendría difícil resistir por las presiones de ERC, ICV-EUiA, la CUP, la ANC y Òmnium.
Miles de personas participan en la concentración independentista en la plaza de Catalunya de Barcelona, este 19 de octubre | EFE
Arbós esboza un análisis más pesimista. Sostiene que el escenario, pase lo que pase este domingo, será mucho más negro, ya que la tensión ha aumentado, "y cualquier actitud negociadora, a partir del 10-N, será vista por los radicales de cada lado como una especie de cesión". "Cualquier concesión parecerá una traición. Así que no veo escenario negociador, aunque sería lo más deseable". Arbós tampoco cree tan posible la alianza entre convergentes y republicanos salvo si la participación fuera tan alta que le tocara "tragarse sus reticencias". No lo cree, básicamente, porque CiU "tendría fecha de caducidad", ya que Unió no asumiría ni la suma con Junqueras ni una declaración unilateral de independencia (DUI).
León se fija en la actitud del Estado, pues aún no se conoce cuál es el plan B de Rajoy: o bien pretende "dar continuidad a una posición inmovilista", lo que seguiría enconando el conflicto, o bien las reticencias mostradas hasta ahora forman parte de una "estrategia" dirigida a "proveerse de una posición de fuerza" antes de dialogar con Mas. La ventaja de que pase el 9-N, a su juicio, es que se pondrá fin a la discusión concreta de la legalidad del plebiscito. "La apertura del debate más allá de convocatoria permite en mayor medida a los partidos contrarios a la consulta escapar de un discurso maniqueísta (favorable o no a la consulta) y les otorga más capacidad para dotar de matices el debate sobre la cuestión territorial", agrega. Claro que en mayo hay municipales y autonómicas y el PP podría "tener la tentación de explotar" la cuestión catalana para "desviar la atención sobre los casos de corrupción" y reagrupar así sus filas.
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La DUI parece el final del camino. Reniu entiende que sí se puede llegar a ella. Sería el primer momento del proceso constituyente, como describía el informe 10 del CATN. Una declaración "dirigida al público doméstico, al Estado matriz y a la comunidad internacional". El segundo hito es la transición, la "construcción de las estructuras de Estado", cuya duración dependería de la predisposición de las partes. ¿Y si Madrid se niega? El profesor cree que podría a mediar la comunidad internacional. El tercer mojón es la proclamación de la independencia.
Sanjaume modula ese optimismo: si el Gobierno central "sigue empeñado en bloquear cualquier propuesta de celebrar una consulta, el independentismo va a desconectar de la lógica negociadora definitivamente". Arbós, en cambio, no ve factible esa hipótesis de la secesión. "Las declaraciones unilaterales no tienen recorrido internacional. Hemos visto la angustia de la UE ante la eventualidad de una Escocia fuera del Reino Unido. Cataluña no tiene aliados, como no los tenía Escocia. Una declaración unilateral nos supondría saltar a un vacío peligrosísimo. La segregación no es sólo respecto de España, sino también respecto de los ciudadanos que no hemos podido decir sí o no. Hay muchos que han puesto el acelerador y otros el freno de mano", manifiesta con pesar.
Hay un 9-N pero muchos 10-N. Porque el desafío soberanista y la fractura Cataluña-España no acaba con el proceso participativo. Y aún habría que contar con otra variable: la posibilidad de un cambio de color del Gobierno central. Nada descabellado si se observa el último barómetro del CIS, según el cual podría mantenerse el PP en la Moncloa o ser relevado por el PSOE y Podemos. La nueva legislatura en Madrid puede condicionar el decurso de los acontecimientos. "El relevo en el Ejecutivo, o de las mayorías en las que se apoya, supondrá un nuevo escenario político más favorable a una resolución del conflicto con Cataluña", augura León. "Es una venada de oportunidad nueva para negociar", añade Simón. Pero para las generales, salvo que haya adelanto, queda un año. Una eternidad en política.