Crisis en la eurozona
Los acreedores de Grecia vuelven a encender la máquina de privatizar
“Se está ultimando un plan integral que abarcará hasta 2015, comprende un programa integral de privatizaciones por importe de 50.000 millones de euros para el periodo 2011-2015, de ellos al menos 15.000 millones corresponden el bienio 2011-2012”. Más de lo mismo... Casi cuatro años más tarde, esas mismas palabras bien podrían haberse pronunciado el pasado 13 de julio pasado, fecha en que Grecia y sus acreedores firmaron el acuerdo. El texto final de dicho acuerdo, consensuado en la cumbre de la zona euro, después de 17 horas de negociaciones, prevé la creación de un programa de privatización para obtener “50.000 millones de euros”... Unas propuestas que ya habían planteado en febrero de 2011 los representantes de la troika (Comisión Europea-BCE-FMI), entonces de visita en Atenas. Para sorpresa general, el triunvirato de expertos anunció entonces ante los periodistas presentes y sin que mediara ningún otro proceso, la creación de un programa de privatizaciones para conseguir, ya entonces, 50.000 millones de ingresos...
Se creará un fondo, el Taiped (HRADF, en inglés). Comenzará a funcionar en julio de 2011 y se encargará, en un primer momento, de la venta de 33 empresas o terrenos (cesión completa, concesión o participación en la propiedad). Por dicho fondo han pasado cinco presidentes diferentes en apenas cuatro años, símbolo de una gestión acrobática y sometida a presión política. Las ventas tardaron dos años en despegar, los fondos lograron vender 16 activos, no sin dificultades, y los ingresos nunca alcanzaron los niveles previstos, revisados continuamente a la baja desde la creación.
Porque, inmediatamente, los objetivos se desplomaron hasta los 19.000 millones de euros, más tarde a 9.500 millones. Las grandes empresas públicas en el punto de mira, como la sociedad de distribución de agua de Atenas (EYDAP), la de Tesalónica (EYATH), la de electricidad (DEI) siguen en manos del Estado. El año pasado solo se cerrados dos compras importantes: la concesión por un periodo de 40 años de 14 aeropuertos regionales –ahora en manos del grupo alemán Fraport-Slentel– y la venta de los amplios terrenos de Elleniko (antiguo aeropuerto ateniense y terrenos de las antiguas instalaciones olímpicas) a Lamda Development, un importante inversor inmobiliario griego. Simultáneamente, la cartera de Taiped no deja de crecer. A día de hoy cuenta ya con un millar de empresas o lotes de terrenos.
Resistencias internas, dificultades para dar con inversores interesados, clima económico extremadamente desfavorable a las transacciones y numerosas irregularidades en las licitaciones explican el fracaso del programa, destinado, inicialmente, a reembolsar una parte de la deuda griega. Estas privatizaciones se iniciaron en un periodo de recesión agravada, en la que se presentaron como liquidación de bienes públicos helenos. Si bien no acababan con un supuesto monopolio público, beneficiaron a grandes grupos, multinacionales diversificadas o a desarrolladores griegos que ya contaban con una posición dominante en el mercado. Las privatizaciones, según habían prometido los acreedores, permitiría acabar con el juego de intereses y el amiguismo en el mundo de los negocios, gracias a las licitaciones transparentes y a las concesiones no amañadas... Ni soñarlo. “¡Es un escándalo!”, decía a Mediapart Fereniki Vatavali, arquitecto del Ayuntamiento de Elliniko, al día siguiente de materializarse la venta del antiguo aeropuerto ateniense, en abril de 2014. “No hay transparencia en el proceso, no se sabe cómo se toman las decisiones, no se conoce ni el contenido preciso del pliego de condiciones, ni los planes de urbanismo de la empresa. Esta privatización pone de manifiesto la hipocresía absoluta del programa. Se trataba de atraer el capital extranjero... Con Lamda Development, los decisiones griegos han puesto en realidad a uno de los suyos!”.
Es abrumador comprobar el paralelismo existente entre el Taiped y la Treuhand, creada en 1990 para privatizar las empresas públicas de la RDA, como subraya este artículo publicado el 17 de julio en Alternatives Economiques. “La Treuhand no tiene que rendir cuentas ni al Parlamento ni a los ciudadanos. De todas formas, las grandes empresas del oeste ya han empezado a repartirse el pastel. De los supermercados a los hoteles, de los terrenos a los bancos, todo el país está en venta por un plato de lentejas”, escribía el historiador Thomas Morel.
Ya a finales de 2012, las cosas estaban claras. Uno de los responsables del Taiped declaraba que la cifra de 50.000 millones no era realista, que se trataba de un anuncio político. El objetivo era transformar el paisaje económico griego. “Poco importa, de hecho, lo que se va a obtener con las ventas”, explicaba esta fuente. “No se trata tanto de recaudar dinero como de liberalizar la economía”. En total, según las cifras proporcionadas por el Taiped, la ola de privatizaciones solo ha reportado de momento 3,5 millones de euros a las arcas del Estado griego (el montante total de las transacciones se eleva a 7,7 millones de euros). Dicho de otro modo, el fracaso es absoluto, a todos los niveles.
Cuando Syriza estaba en la oposición, se manifestaba en contra de este programa de privatizaciones. Yorgos Stathakis, actual ministro de Economía, estaba al frente de la comisión como diputado de la izquierda radical. “El conjunto de las ventas aportará, en el mejor de los casos, de cinco a seis mil millones de euros”, explicaba en otoño de 2012. “Las empresas en venta, salvo la compañía ferroviaria (OSE), son rentables y existe el riesgo de malvenderlas a un precio muy inferior a su valor real, como sucedió con la recompra del Banco Agrícola de Grecia, vendido por un plato de lentejas a la Banca de El Pireo”. El actual ministro, Yorgos Stathakis ya no tiene el mismo discurso... El Gobierno dio su visto bueno al programa de privatizaciones, en Bruselas el 13 de julio. Panayotis Lafazanis, que se opuso y que ocupaba el puesto de ministro de Recuperación de la producción, e medio ambiente y de energía en el primer Gobierno de Tsipras, fue apartado en la remodelación del Ejecutivo llevada a cabo el 17 de julio.
De Taiped se dice de momento que se desconoce qué formato presentará el nuevo fondo. Se trata de “elaborar un programa de privatización netamente más ampliado con un mejor gobierno. Los activos griegos se transferirán a un fondo independiente que monetarizará los activos a través de privatizaciones y otros medios”, dice el acuerdo de Bruselas. De crearse una nueva entidad así, el Taiped, debería desaparecer, según dicta lógica. No sin antes plantear cierto número de problemas jurídicos y de suponer más gastos y pérdidas de tiempo inútiles, puesto que el Tapied era el propietario de facto de los bienes públicos en venta.
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No hay ninguna razón para creer que el nuevo programa funcionará mejor que el precedente. Aunque esta vez (y es en lo que se basa Tsipras para defender el acuerdo ante su electorados), de los 50.000 millones de ingresos previstos, la mitad, 25.000 millones irán destinados a la deuda, y la otra mitad, a las inversiones. Grecia sigue en recesión, no se descarta el riesgo del Grexit de forma definitiva, los inversores no hacen cola.
Este apartado del acuerdo del 13 de julio pone negro sobre blanco en realidad, por si aún fuese necesario, la obstinación ideológica de los socios de Grecia. Demuestra sobre todo que desde 2010, tanto los socialistas como la derecha o la izquierda radical en el Gobierno de Atenas, vienen aplicando las mismas recetas, sin distinción. Los observadores están alarmados con el hecho de que el acuerdo del 13 de julio someta a “tutelaje” a Grecia y que las leyes sean examinadas por Bruselas antes que se encargue la Vouli. Pero precisamente eso es lo que viene sucediendo, ya, desde hace cinco años. Y esto lo único que hace es aumentar el peso de la deuda pública y sumir al país en la recesión.
Traducción: Mariola Moreno