2D | Elecciones en Andalucía
La unidad a largo plazo de Podemos e Izquierda Unida se enfrenta al test de los comicios andaluces
El curso de la confluencia de izquierdas se determina en Andalucía. El modelo de coalición de tú a tú acordado por las formaciones que lideran Teresa Rodríguez (Podemos) y Antonio Maíllo (IU), impuesto desde Andalucía por la vía de los hechos contra el criterio de la dirección estatal que lidera Pablo Iglesias, se la juega en las urnas. Los dirigentes andaluces de ambas formaciones persiguen la formación de un "nuevo sujeto político" netamente andaluz, con elevado grado de autonomía pero no independiente de Podemos ni de IU, cuya misión excede el ámbito electoral y se sitúa en el plano del trabajo político estratégico y la movilización social. Un proyecto a medio y largo plazo. Adelante Andalucía, repite Rodríguez, ha llegado "para quedarse". Como suele ocurrir en política, las urnas darán o quitarán razones.
Será difícil determinar dónde está exactamente la frontera entre el éxito y el fracaso. Un buen medidor son las últimas elecciones. En las autonómicas de 2015 Podemos sumó 590.011 votos, el 14,84%, y logró 15 diputados. Izquierda Unida cosechó 273.927 papeletas, el 6,89%, y 5 diputados, salvando por un escaño por Granada en el tiempo de descuento el grupo propio. En total, ambas formaciones sumaron 863.938 votos, el 21,73%, y 20 diputados.
No obstante, la comparación estricta con las autonómicas de 2015 en las que se presentaron por separado también debe matizarse con la comparación con los resultados en las generales de junio 2016 de Unidos Podemos en Andalucía. Ahí, tras una campaña llena de desajustes y tensiones, la coalición sumó 792.008 papeletas en Andalucía, perdiendo 257.019 votos con respecto a diciembre de 2015, cuando por separado totalizaron 1.009.386. Se les fue un 25%. En el análisis de los resultados no sólo habrá que ver si se suma más o menos que en 2015 por separado, sino más que en 2016 juntos.
Hay un factor más. Por primera vez no se presenta el Partido Andalucista, desaparecido en 2015. ¿Dónde acudirá su electorado? No es irrelevante. Aunque lejos de sus mejores días, el PA cosechó 60.707 votos en 2015, ya en pleno declive. Podemos e IU concurren juntos a las elecciones en compañía de dos pequeños partidos andalucistas, Primavera Andaluza e Izquierda Andalucista. Uno de los rostros más visibles de Adelante Andalucía es Pilar González, que fue candidata del PA a la presidencia en 2012. Pero no sólo esta coalición reclama la atención del menguante segmento nacionalista del electorado. También partidos como Andalucía por Sí.
La campaña se desarrolla en un clima próximo al entusiasmo, especialmente después de que el CIS situara a Adelante Andalucía en segundo lugar. Las encuestas mantienen a la coalición de izquierdas en pugna por la segunda plaza con el PP. Ciudadanos está a priori un pasito por detrás. Todas coinciden en pronosticar una leve mejoría en las urnas con respecto a los resultados de 2015, pero el reparto de escaños dependerá de unos miles de votos en varias provincias. Al igual que en 2015, los restos serán vitales.
Una campaña cohesionada
Rodríguez y Maíllo pueden presumir ya de que se ha reducido el escepticismo mutuo entre cuadros y bases de ambos partidos que entristeció la campaña de Unidos Podemos en Andalucía en 2016. La líder de Podemos lleva dos años prodigando mensajes de reconocimiento, respeto y hasta admiración hacia IU, sus líderes y bases. Parece que ha calado. La campaña de 2016 estuvo marcada por sobresaltos, roces, declaraciones críticas... Nada de eso se ha visto. Eso ya es una noticia positiva.
Dirigentes y ex dirigentes que han seguido las elecciones desde distintas provincias coinciden en que ha habido "una sola campaña, y no dos", lo cual ya es un paso adelante. Un cuadro implicado en la campaña señala que en Granada, por ejemplo, la colaboración supone que militantes de IU preparen actos protagonizados por dirigentes de Podemos y viceversa. La documentación de los apoderados de ambos partidos se recoge indistintamente en ambas sedes. Funcionan en todas las provincias los mecanismos de aviso y convocatoria entre los dos partidos.
La fórmula del "tándem"
Estaba por ver cómo respondían las bases de IU a la fórmula del "tándem", con Maíllo como coprotagonista pero sin ser candidato a la Presidencia. Es un hito. Por primera vez ni el PCE ni IU, marcas cruciales de la historia autonómica andaluza, situaban un candidato a la Presidencia. Asunto serio en un partido que ha presentado a Felipe Alcaraz, Julio Anguita, Luis Carlos Rejón, Antonio Romero y Diego Valderas, además del propio Maíllo en 2015. A Maíllo se le ha visto. Su condición de "candidato a la vicepresidencia" no lo ha eclipsado.
El tema no ha sido objeto de críticas internas –audibles, al menos– ni ha acaparado excesivo protagonismo en la campaña. Al contrario, los medios han resaltado continuamente la buena sintonía entre ambos y el correcto ensamblaje entre las estructuras de dos formaciones con muchos elementos coincidentes, pero nada desdeñables diferencias históricas e ideológicas. En el cartel electoral de IU Rodríguez no va sola, sino con Maíllo, ambos con la misma camisa de un blanco pulquérrimo. "Los resultados van a ser importantes: más para los que menos se lo creen, que son minoría, que para los que más se lo creen, que van a seguir para adelante porque esto es a largo plazo", señala un dirigente provincial de IU.
Municipales a la vista
El resultado y cómo sea interpretado por las bases y cuadros de ambos partidos tendrá influencia en la concreción de la confluencia en las municipales. El acuerdo entre Podemos e IU abarca también esta cita electoral. En el plano local la confluencia tiene más escollos. Las coaliciones de IU con el PSOE, la insistencia de Podemos en limitar los periodos de responsabilidad orgánica e institucional y las rencillas y diferencias propias de la política municipal hacen que no se pueda dar un tratamiento homogéneo a la cuestión en todo el territorio andaluz.
No obstante, un éxito electoral engrasaría el proceso, que cuenta con el impulso de Rodríguez y Maíllo. También de la dirección del PCA que lidera Ernesto Alba, codirector de la campaña de Adelante Andalucía junto a Pablo Pérez, secretario de Comunicación de Podemos. Alberto Garzón también presta un apoyo sin dudas ni fisuras al modelo de confluencia de Podemos e IU, que implica primarias conjuntas, una elaboración común del programa y el código ético y la desaparición de los nombres de los partidos de la marca electoral (sí van en la papeleta).
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Todos estos aspectos fueron difíciles de tragar para la dirección estatal, que al final renunció a la guerra total por imponer su criterio de que el nombre de Podemos estuviera por encima del resto. El posible escepticismo existente no se ha visto durante la campaña, en la que han participado tanto Pablo Iglesias como Iñigo Errejón. Un resultado discreto podría hacer reaparecer las suspicacias.
Las elecciones tendrán jugosas lecturas internas en Podemos. No en vano, Rodríguez es un referente de la corriente anticapitalista, discrepante con Iglesias. La líder de Podemos Andalucía, que lleva desde 2016 pugnando por otorgar la máxima libertad de movimientos posible a Podemos en Andalucía con respecto a Madrid, acude a las urnas en medio de un nuevo pulso. Su pretensión sigue siendo otorgar mayor autonomía organizativa a Podemos en Andalucía y aumentar el peso andaluz en el Congreso. "Queremos voz propia en el Congreso", ha declarado.
Rodríguez y Maíllo también adoptarán una decisión autónoma sobre pactos postelectorales, aunque no podrán perder de vista la realidad estatal, con municipales en mayo y la duda sobre la fecha de las generales. Sus líneas rojas son dos: no gobernar con el PSOE y evitar a toda costa un gobierno de la derecha. El apoyo a una investidura de Díaz previo paso a la oposición no está descartado. En cuanto a su trayectoria política en primera persona, el compromiso de Rodríguez es agotar la próxima legislatura y volver a dar clases a su instituto en Puerto Real (Cádiz).