Cultura
Fallece la cineasta Agnès Varda, pionera de la 'nouvelle vague'
La cineasta Agnès Varda, pionera de la nouvelle vague, ha fallecido este viernes en París a los 90 años, según informan medios franceses y recoge la agencia Europa Press.
Varda, nacida en Bruselas en 1928, vivía desde 1940 en Francia, que se convirtió en su país de adopción, en el que realizó toda su actividad creativa. En los años sesenta fue una de las configuradoras de la nouvelle vaguenouvelle vague y una de las pocas directoras de aquella gran renovación. Reclutada por Jean Vilar, participó como fotógrafa en las primeras ediciones del Festival de Avignon —se formó en fotografía e historia del arte—, y su primer filme, La pointe courte, marcaría ya algunas de las características del nuevo cine francés: lo haría años antes que Los 400 golpes de Truffaut, Hiroshima mi amor de Resnais o Al final de la escapada de Godard. Su segundo largometraje, Cleo de 5 a 7, se estrenó ya en Cannes, con una gran acogida por parte de la prensa y del público.
La cineasta se ha mantenido activa hasta el final: en última edición de la Berlinale presentó el que sería el broche final de su carrera: Varda by AgnèsVarda by Agnès, un recorrido por toda su producción. Su anterior filme, Visages Villages (Caras y lugares en español), fue nominado al Oscar a mejor documental en 2017 y se proyectó en el festival de Cannes, donde había recibido dos años antes la Palma de Oro de Honor, convirtiéndose en la primera mujer en obtener el galardón. En aquella misma edición de los premios de Hollywood, la Academia le concedió el Oscar de Honor a toda su carrera, y fue también Premio Donostia del Festival de San Sebastián en 2017.
La cineasta es conocida también por su compromiso político. En 1971, fue una de las firmantes del conocido como Manifiesto de las 343, redactado por Simone de Beauvoir, en el que cientos de mujeres se autoinculpaban de haber abortado para pedir la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo. El musical Una canta, la otra no (1977)aborda también la revolución sexual, familiar y política de las mujeres sucedida a lo largo de más de una década. Pero no era el único tema por el que se interesó: en 1968, rodó el documental Black Panthers, sobre la lucha de las personas negras en los Estados Unidos; en Sin techo ni ley sigue a un grupo de personas sin hogar que viven al margen de la sociedad; en Daguerréotypes se fija en los comerciantes y obreros de su barrio, y en Los espigadores y la espigadora se interesa por los trabajadores del mundo rural francés.
Varda deja tras de sí filmes como La felicidad (1965), Jacquot de Nantes (1991, sobre la vida de su pareja, el cineasta Jacques Demy) o Las cien y una noches (1995). Con más de 40 piezas audiovisuales, entre cortometrajes, películas de ficción y documentales, el pasado febrero, en el Festival de Berlín, anunció que se retiraba del cine para dedicarse a las instalaciones audiovisuales. Sin embargo, el último trabajo que deja la creadora es un homenaje al cine, y a su propio cine, el género que la acogió durante toda su carrera. "Hay tres palabras que son importantes para mí", dice en un extracto de la película, "inspiración, creación, intercambio".