Crisis del coronavirus
Fernando Simón, un año después: aciertos, errores y malentendidos del 'capitán covid'
"En España habrá uno o dos casos de coronavirus, como mucho".
La frase ha sido atribuida incesantemente al director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón. El hombre al frente del organismo que coordina la Salud Pública española durante la peor pandemia en 100 años. Con ella se le ha atacado, se han hecho bromas y burlas de todo tipo.
Nunca la dijo, pero muchos están convencidos de que sí, en una suerte de efecto Mandela.
Su frase exacta, en realidad, fue: "España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado". Sigue siendo un error clamoroso. Así lo aseguró el 31 de enero, a mes y medio de la explosión del coronavirus en España. Y así prosiguió: "Con la información que tenemos ahora mismo, hay indicios de que esta enfermedad sigue sin ser excesivamente transmisible". (...) "Por lo tanto parece, según número de casos diagnosticados día a día, que la epidemia comienza a remitir".
La magnitud del error genera incomodidad a más de un año vista y sirvió de munición, en los peores momentos de España ante la pandemia, para atacar a la cara visible, al epidemiólogo que explicaba por la tele el parte de guerra, lo que sucedía ahí fuera mientras el país se encerraba en casa. La oposición mediática, política y social al Gobierno lo escogió como cabeza de turco mientras que la otra mitad alababa su talante, su serenidad, sus capacidades comunicativas mientras todo se convulsionaba. Y solo fue la primera de las frases que se escogerían como ariete, sin importar lo que dijera antes, lo que dijera después... o que lo dijera.
España sigue polarizada, de gresca, lamiéndose las heridas tras una crisis que da sus últimos coletazos. Pasada la primera ola, sin embargo, Simón ha dejado de estar en el centro constante de los focos y de la crítica. Sus comparecencias se han reducido a dos por semana y el epidemiólogo ha aprendido a esquivar los charcos. Pero hay dos constantes que permanecen casi onmipresentes, como la transmisión comunitaria: la confusión entre su papel como técnico, como portavoz de las decisiones del Gobierno y como experto en pandemias; y la malinterpretación de sus palabras fruto de aplicar la rapidez y la contundencia de las redes sociales a una materia, la Salud Pública, que exige mesura, largas y enrevesadas explicaciones, detalles, matices.
El hombre de las tres caras: técnico, portavoz, experto
¿A qué se dedica Fernando Simón? La pregunta tiene varias respuestas posibles. La obvia: dirige el centro al frente de la respuesta española al covid-19. En la práctica, su figura se ha diluido entre la confusión de no saber cómo hablaba si como técnico especializado en Epidemiología, como portavoz del Gobierno y de su estrategia ante el coronavirus o como simple experto en pandemias que puede y debe dar su opinión personal. Y esa duda pervive a punto de cumplirse un año del primer estado de alarma.
"Puf... es complicado", asegura el especialista en Epidemiología y Salud Pública Mario Fontán cuando se le pregunta su opinión sobre el papel de Fernando Simón. "Su rol de comunicación durante la pandemia creo que es complejo. Al contrario que lo que ocurrió con el ébola, que se redujo a un solo caso, Simón ha funcionado como portavoz de asuntos que no le tocan por sus conocimientos como epidemiólogo. Se ha ido desde lo más micro, como recomendaciones de mascarilla, a si se deben organizar manifestaciones o se deben cerrar bares o no. Ha ejercido de portavoz sobre cosas de las que no está formado".
"No me gusta hablar de culpas", puntualiza, a la hora de hablar sobre quién es el responsable de que Simón asuma ese triple papel. "Le sitúa ahí el Gobierno, directa o indirectamente. Pero hay una cosa que hay que tener clara. No es él el CCAES, son muchas personas. Además, una cosa es tu oposición como técnico y otras son las medidas que se implementan". Durante la primera ola, ciertos dilemas se evitaron: para contener una transmisión más que descontrolada no queda otra herramienta que el confinamiento total. Posteriormente, entran otros intereses en juego que hay que equilibrar. "Empieza a jugar la política no desde lo institucional, sino como gestión de lo posible. Esas medidas afectan al salario, al bienestar, a las desigualdades. Se tienen que conjugar de alguna manera... y son decisiones políticas".
Simón, asegura Fontán, fue más allá que el estricto papel de técnico cuando esos dilemas se empezaron a poner sobre la mesa. Sin embargo, el especialista se opone al tercer papel que los medios han intentado encasquetarle: el de experto de covid que puede dar su opinión personal sin tener en cuenta a quién representa, la influencia de sus palabras y su confusión con la postura del Gobierno. "Con el 8M del año pasado se le preguntó si él iría a la manifestación. Esa pregunta está fuera de lugar. Ha tenido que dar una opinión personal, que no es lo que estamos debatiendo. Es irrelevante lo que los epidemiólogos vamos a hacer, aunque entiendo el interés".
El médico de familia y experto en gestión sanitaria Javier Padilla cree, sin embargo, que la actuación "de forma dual", entre "representante del conocimiento técnico y, por otro lado, la necesidad de hacer incidencia política" es inevitable cuando se habla de Salud Pública. No se puede separar la política de la ciencia –como mínimo, en este ámbito–. "Es un dilema falso. El papel que tiene es ese, es el de intentar conciliar lo técnico con las acciones políticas", insiste. Para el facultativo, es más simple: alguien tenía que comerse el marrón de "gestionar la miseria", y ha sido él. "Era imposible que saliera bien. Dada la carencia de una fuerza de Salud Pública importante en España, y dada la carencia de un papel relevante dentro del Ministerio. Es un puesto muy complejo".
"Desde el punto de vista de la gestión de crisis, fue elegida como la persona a la que quemar. Y se ha quemado. No es algo que haya salido mal"
"Desde el punto de vista de la gestión de crisis, fue elegida como la persona a la que quemar. Y se ha quemado. No es algo que haya salido mal", apunta Padilla. Tanto las adhesiones como las críticas, los errores y los aciertos, han sido inevitables con una exposición tan alargada, durante una convulsión internacional. El efecto se habría mitigado si se hubiera apostado desde el principio por una portavocía compartida entre dos personas, opina el médico. Precisamente es la vía por la que ha optado el Ministerio en las últimas semanas en la comparecencia de los jueves: Simón habla de incidencia y la secretaria de Estado de Sanidad, Silvia Calzón, habla de vacunas.
Todo lo que en realidad nunca dijo Simón
"En términos comunicativos, me parece muy bueno. Es cercano. Sabe reducir la distancia entre la persona técnica y la ciudadanía", valora Fontán. Sin embargo, su manera de expresarse, dando explicaciones muy detalladas, propicia –sin que lo justifique– malentendidos sobre sus palabras exacerbados por el ritmo de las redes sociales, opina. Malentendidos o pura y dura manipulación derivada de eliminar el contexto de sus discursos, para generar píldoras informativas que levanten el click, que despierten la indignación entre un público predispuesto a ofenderse.
El último episodio sucedió hace unos días. Diversos medios atribuyeron al director del CCAES la predicción de que la pandemia acabará en "mes, mes y medio". Las palabras recordaron al nefasto vaticinio del 31 de enero. Pero en realidad, Simón se refería a los "esfuerzos" que debe realizar la ciudadanía. No aseguró en ningún momento que la crisis sanitaria tuviera esa fecha de caducidad.
En estos últimos meses se han sucedido manipulaciones más flagrantes. Un tuit de RTVE le atribuyó, sin más contexto, la siguiente frase: "El impacto de la variante, en caso de tener algún impacto, será marginal en nuestro país". Centenares de tuiteros se lanzaron a interpretarlo como una nueva predicción, pero en realidad Simón estaba hablando de los casos diagnosticados en el pasado, no de lo que pudiera suceder en el futuro. De hecho, el epidemiólogo ha asegurado en varias ocasiones que el linaje identificado en Reino Unido puede convertirse en el predominante durante marzo.
La malinterpretación, en todo caso, no solo proviene de las redes sociales: un informe de la Guardia Civil aseguró que Simón dijo que en febrero ya existía transmisión comunitaria en España. Nunca dijo eso.
"Hay cosas que requieren muchos matices que no son compatibles con Twitter", zanja Fontán. El especialista en Salud Pública asegura que los temas complejos requieren explicaciones complejas poco compatibles con la inmediatez, con el titular, con el vídeo de segundos que se consume en el metro. Padilla va más allá, con una comparación arriesgada: "Una parte del periodismo no se diferenciaba de La Isla de las Tentaciones La Isla de las Tentaciones", el popular reality de Telecinco. Extrayendo imágenes sin contexto y lanzándolas como carnaza. En el programa, se aplica la misma dinámica, mostrando cortes muy concretos a las parejas de cómo el otro es tentado, induciéndole a que piensen que se ha cometido una infidelidad.
Sin embargo, Padilla cree que eso no es excusa para que Simón, como ha asegurado alguna vez, viva de espaldas a las redes sociales. "Consultándolas, probablemente habría atemperado ciertas formas comunicativas. Hay cosas que decía que se convertían en una polémica que acababa ensombreciendo el mensaje que quería dar. Ha renunciado a un marco de conocimiento de cómo late la opinión pública".
Errores, aciertos...
Hay meteduras de pata, eso sí, en las que no ha mediado ninguna ausencia del contexto. Simón evita las entrevistas sobre la pandemia, o sobre cuestiones más políticas, a excepción de la puerta abierta que ofreció a El País Semanal, con una polémica –otra vez– portada vistiendo una chupa de cuero. En su tiempo libre, le gusta hablar con medios especializados en sus aficiones, como la escalada. Fue en una conversación con dos escaladores, de hecho, en la que se produjo un intercambio que le valió la petición de dimisión por parte del Consejo General de la Enfermería. "Fernando, no nos ha quedado muy claro si te gustaban las enfermedades infecciosas o las enfermeras infecciosas", le preguntan, en tono jocoso. Responde el epidemiólogo: "No les preguntaba (a las enfermeras) si eran infecciosas o no, eso se veía unos días después".
Pidió perdón poco después por el chiste machista. Otros errores también son manifiestos, como la aseveración de que la pandemia no iba a llegar a España. Pero no fue solo culpa suya, defiende Fontán. "Las herramientas de evaluación del riesgo son comunes a toda la Unión Europea, son del Centro de Prevención y Control de Enfermedades. Se hizo un análisis y se llegó a una conclusión que, evidentemente, fue errónea. Pero las limitaciones van más allá de lo que era el CCAES. No éramos capaces de saber la circulación, por diversos motivos. Los protocolos eran muy conservadores, y se tenían que haber dispuesto PCR en Atención Primaria, por ejemplo. Son decisiones que se van tomando en base a experiencias previas, que ahora sabemos que son conservadoras y limitadas. El error es personificarlo en Fernando Simón".
Padilla cree que el epidemiólogo ha aprendido. "Ha sido más prudente en general", asegura, "pero tampoco demasiado", matiza. "Yo creo que Simón ha sido bastante espejo de una parte importante del ámbito de la Salud Pública. Nos hemos convertido en más prudentes". No es fácil sacar a relucir la bola de cristal en pandemia: hay múltiples factores que cortan o espolean la transmisión. "Yo, visto lo visto, reniego de hacer predicciones, porque se ha visto lo que se ha visto", afirma Fontán: que fallan como escopeta de feria. Sí que ha habido aciertos, en todo caso: Simón predijo que el aumento de casos de la tercera ola duraría, al menos, hasta finales de enero y principios de febrero. Así ha sucedido.
Para el especialista, hay errores de Simón que, sin embargo, no se pueden justificar por el equipo o por la estrategia europea. Tiene grabada una comparecencia ya de 2021 en la que aseguraba que "lo hemos pasado mejor de lo que deberíamos en Navidad". "Creo que ahí Fernando se equivocó", sentencia. "Aparte de que me parece un error poner el foco en lo individual, las palabras son un poco incorrectas. Puedo entender el espíritu, pero suena a: 'os ha dado igual todo'. Yo recuerdo que en esa época tuve que llamar a gente positiva, y había un sentimiento de culpabilidad muy grande".
"Creo que hay cierto espacio para decirle a la gente: 'Deberías ser mas responsable'" –prosigue–. "Pero cuando ves esa concordancia entre esas medidas que no terminan de aplicarse con esos mensajes de que lo hemos pasado bien en Navidad... Hay que asumir el papel importante de la política para reducir al mínimo la transmisión". Coincide Padilla: "Ese marco de aleccionamiento, muy paternalista, muy dirigido a concienciar a la gente de que tiene que colaborar, se vuelve en contra. Acaba pareciendo el señor que regaña. Un marco así en una pandemia que dura un año está abocado a extinguirse".
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...y aprendizajes
El pasado jueves, infoLibre preguntó en rueda de prensa a Fernando Simón sobre una valoración general del año que se cumple tras la declaración del primer estado de alarma. A diferencia de en otras ocasiones, con la lección aprendida, evitó hablar en singular. Lo hizo como portavoz del organismo que dirige, el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias.
"Hemos aprendido mucho", contestó. "El impacto de la segunda y tercera ola, si bien ha sido importante, no ha tenido que ver con la primera". "Evidentemente hemos podido cometer errores" –prosiguió–. "Hay ya evaluaciones parciales e iniciativas de evaluaciones. Hay evaluaciones que hacemos constantemente. Tendemos a ser muy críticos. Otra cosa es que todo este aprendizaje requiere ponerlo en un documento, y no estamos en una situación de hacer esto. Pero llegará el momento". Mientras tanto, un año después del primer estado de alarma, hay que seguir peleando por llegar, esta vez de verdad, a "uno o dos casos de coronavirus".