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La guerra en Ucrania pone a prueba la transición de poder pactada por los barones con Casado

El escaño vacío de Pablo Casado, este miércoles en el Congreso.

¿Quién manda en el PP? No hubo que esperar mucho tiempo para poner a prueba el endeble andamiaje del acuerdo suscrito en la madrugada del jueves por el presidente del PP, Pablo Casado, y los barones de su partido. La grave crisis internacional provocada este jueves por la invasión rusa de Ucrania ha puesto sobre la mesa las dificultades que aguardan al principal partido de la oposición, en tanto no resuelva definitivamente la crisis de liderazgo que se inició la semana pasada con la revuelta interna impulsada por sus líderes territoriales para obligar a su hasta ahora líder indiscutible a cesar en sus críticas y acusaciones contra la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Cinco horas de reunión no fueron suficientes para que los barones convenciesen a Casado de que su única salida era dimitir y dejar completamente expedito el camino a la Presidencia del PP a Alberto Nuñez Feijóo. Así que los dirigentes territoriales acabaron aceptando una fórmula transitoria: Casado podría seguir en el cargo hasta el congreso extraordinario de abril pero convertido en un presidente florero, sin competencias reales sobre la vida interna del partido ni sus posiciones políticas, que pasarían a ser ejercidas por la portavoz parlamentaria, Cuca Gamarra, nombrada al efecto coordinadora general del PP.

En la estructura de mando del PP ese puesto está, según los estatutos, por debajo de la secretaría general y asume sus funciones cuando, como ocurre en este momento tras la dimisión de Teodoro García Egea, ese órgano está vacante. 

Con el nombramiento de Gamarra –que resultó clave el lunes en el triunfo de la operación contra Casado al coprotagonizar la rebelión contra él dentro del comité ejecutivo que acabó con sus esperanzas de hacer frente a los barones–, Feijóo y sus aliados en las principales territorios, singularmente Ayuso y Juanma Moreno, el presidente andaluz, tratan de asegurarse de que la representación pública del partido, especialmente en el Congreso, deje de estar en manos del todavía presidente del PP.

Pero la gestión de la transición no será sencilla. Casado no parece estar dispuesto a ceder protagonismo mientras sea presidente, por mucho que la parte no escrita del acuerdo con los barones le comprometa a mantenerse en segundo plano. A las pocas horas de que comenzase la invasión de Ucrania se puso en contacto —no se sabe si por mensajería o por teléfono— con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para trasladar el apoyo del PP al Ejecutivo en la “respuesta coordinada” de la Unión Europea y de la OTAN “al ataque ruso”. Como si nada hubiese pasado.

Él mismo lo hizo público a través de Twitter en un mensaje en el que también condenó de forma “rotunda” la agresión y manifestó su solidaridad con el pueblo ucraniano:

Gamarra, que supuestamente es ahora la referencia pública del PP, tuiteó también la posición del partido, pero unos minutos más tarde y sin referencia a contacto alguno con el presidente Sánchez. En su mensaje, pidió una “respuesta firme y contundente” a la invasión rusa:

La portavoz parlamentaria, en su nueva condición de coordinadora general y no se sabe si habiéndose puesto de acuerdo antes con Casado, con los barones o con su candidato a la presidencia, Alberto Núñez Feijóo, porque no quiso aclararlo, ofició horas después una rueda de prensa en el Congreso para confirmar que la posición del grupo de diputados del PP en el Congreso “coincide con la posición trasladada” por Casado a Sánchez. Lo dijo dos veces, la segunda para subrayar la coincidencia, pero sin precisar quién había decidido: “Nos reiteramos, como esta misma mañana le ha trasladado el presidente del partido al presidente del Gobierno”, en el apoyo a la UE y la OTAN.

El liderazgo en los plenos

Gamarra tampoco quiso aclarar quién asumirá la presentación del PP en los plenos. En las sesiones de control, que hasta ahora lideraba Casado, y en los grandes debates, como el que tendrá lugar el próximo miércoles en torno a Ucrania, que abrirá el presidente Sánchez y en el que, en una situación normal, subiría Casado a la tribuna para fijar la posición de su partido. La única pregunta que la nueva coordinadora general admitió en su breve comparecencia en la sala de prensa del Congreso quedó sin respuesta.

Para completar el coro de voces, también se pronunció el presidente de la Xunta, aunque ahora sus palabras se leen como las del próximo presidente del PP. Feijóo anotó, también en Twitter, que “el futuro de Europa y del mundo es preocupante” y ofreció solidaridad al pueblo de Ucrania y respaldo a la Unión Europea. En su caso, sin mención a la OTAN:

Lo cierto es que nadie sabe, en estos momentos, quién manda en el PP. Si todavía toma las decisiones Casado, si decide Gamarra y, en este último supuesto, si consulta con alguien. La crisis de Ucrania no plantea dudas dentro del principal partido de la oposición porque todos sus integrantes comparten aparentemente el mismo punto de vista, aunque sí alimenta algunos interrogantes sobre quién ejerce la interlocución con el presidente del Gobierno en un momento muy delicado que puede afectar al despliegue de tropas españolas en la frontera de Ucrania.

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La agencia Europa Press atribuyó este jueves a la Junta Directiva Nacional del PP, convocada para el próximo martes, la decisión sobre quién asumirá la representación del PP en los grandes debates e intervenciones en la Cámara Baja.

Esta situación se prolongará al menos un mes, hasta que tome posesión el nuevo presidente del partido en el congreso extraordinario que con toda probabilidad se celebrará el fin de semana del 2 y el 3 de abril. 

Algunos asuntos que durante meses han supuesto duros enfrentamientos con el Gobierno, como el bloqueo de la renovación del Consejo General del Poder Judicial decretado por Casado, seguirán con toda probabilidad en un cajón a la espera de que Feijóo, su más que probable sucesor, tome posesión como nuevo líder del PP y decida si mantiene el rumbo o impulsa un cambio. El verdadero problema lo constituyen los acontecimientos, decisiones y noticias que no están en la agenda y sobre los que el principal partido de la oposición tendrá que tomar posición sobre la marcha. Incluidas votaciones de leyes y enmiendas y la tramitación de iniciativas en el Congreso de los Diputados.

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