TENSIÓN ENTRE MADRID Y ARGEL
La crisis con Argelia pone en riesgo mucho más que el gas: lucha antiterrorista, migraciones y comercio
Hace menos de un año la Guardia Civil llevó a cabo una importante operación antiterrorista. Los agentes del Servicio de Información detuvieron en agosto de 2021 en Lluchmayor, una pequeña localidad de Mallorca, a un individuo de nacionalidad argelina. Era el líder de una red criminal dedicada al tráfico de personas para financiar el traslado de combatientes yihadistas desde Marruecos, Argelia y Túnez y había sido declarado objetivo prioritario de la Interpol. En su nota oficial, el Ministerio del Interior reconoció la colaboración de Argelia: “La operación ha contado con una estrecha colaboración entre la Guardia Civil, Interpol y las autoridades argelinas, habiendo sido clave la rápida coordinación entre los investigadores y sus homólogos para la detección del detenido”.
No es un caso aislado. La cooperación en materia de seguridad antiterrorista es una constante en las relaciones bilaterales de España y Argelia, país estratégico para la seguridad del Sahel. En un informe de 2020 publicado por el Centro de Estudios para la Seguridade de la Universidad de Santiago de Compostela, se menciona “el indiscutible liderazgo de Argelia en la región en asuntos de seguridad”. Más allá de las consecuencias económicas, el ejemplo de la seguridad es suficiente para calibrar hasta qué punto preocupan en España la ruptura de relaciones anunciada por el gobierno argelino a raíz de la nueva etapa diplomática emprendida por el Gobierno de Pedro Sánchez con Marruecos.
Pero el de la Defensa es solo uno de los capítulos contemplados en el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación firmado hace ahora justo 20 años, un texto que establece la hoja de ruta de las relaciones bilaterales en asuntos estratégicos como el control de flujos migratorios, las relaciones comerciales entre empresas o el suministro del gas. Las voces más pesimistas ya alertan del riesgo real de un corte de suministro, un escenario que el Gobierno descarta.
Aseguran desde el Ejecutivo de Pedro Sánchez que la llegada del gas argelino a nuestro país está garantizada, entre otras cosas, por los precios competitivos que se ofrecen. Sin embargo, hay quien señala que el reciente acercamiento estratégico entre Argelia e Italia dejaría a España en una situación de mucho menos influencia a la hora de la distribución del gas por toda Europa. El caso es que el cambio en la política exterior española con Marruecos ha hecho saltar por los aires la convivencia con Argel y las consecuencias a medio y largo plazo son, por el momento, imprevisibles.
Equilibrios con Marruecos y Argelia
Un informe del think tank europeo EFCR ya alertó el pasado mes de marzo tras conocerse el acercamiento de España a Marruecos y el cambio de postura respecto al Sáhara de algunos de esos riesgos: “Se puede desencadenar una nueva crisis con Argelia que puede socavar los esfuerzos europeos para confrontar a Rusia por su guerra en Ucrania. Al tratar de resolver una crisis en su frontera sur, Madrid puede haber creado otra y puede haber complicado los esfuerzos europeos para confrontar a Rusia”, destacaba ese informe.
Haizam Amirah Fernández es investigador principal del Real Instituto Elcano y especialista en asuntos estratégicos del Mediterráneo y Mundo Árabe. En conversación con infoLibre, coincide en que este deterioro acelerado de las relaciones no resulta ninguna sorpresa: “Cabía esperar una respuesta fuerte de Argelia y dosificada en el tiempo”, admite. El también profesor del IE School of Global and Public Affairs recuerda que la relación de España con los dos principales países del Magreb siempre ha sido compleja y que, precisamente por eso, ha requerido de equilibrios: “Esos equilibrios han sido difíciles pero se han podido mantener en el tiempo y son los que han propiciado que, hasta ahora. haya existido diálogo, colaboración e intercambios comerciales. El problema ahora es que en Argelia han percibido que el Gobierno español se ha decantado de pleno por las posiciones marroquíes, que además tienen que ver con su proyecto hegemónico para el Magreb. Esto es lo que Argel ha considerado una ruptura de los equilibrios que va en contra de sus intereses", expone.
Las principales dudas, ahora, son dos. La primera, hasta dónde será capaz de llegar Argelia. “No se puede descartar que Argelia continúe con sus respuestas dosificadas, no sabemos hasta qué punto. De momento están trasladando su rechazo dando esos pasos dosificados en el tiempo pero que van in crescendo”, advierte Amirah-Fernández. La otra gran duda es qué puede hacer España para revertir una situación que pone en peligro tantos asuntos estratégicos. “Para España es vital mantener unas relaciones equilibradas tanto con Marruecos como con Argelia. ¿Qué es lo que necesita Argelia para recomponer esas relaciones? Habrá que escuchar lo que los argelinos tienen que decir”, razona el profesor, que traslada además una duda sobre la decisión española de virar su política exterior con Marruecos: ¿En qué equilibrio se pensó tras la carta entre España y el rey de Marruecos hecha pública por el gabinete real de Marruecos?” .
3.000 millones de comercio exterior
La sensación ahora es que, más allá del gas, todo lo que tiene que ver con Argelia está en el aire. Desde un punto de vista económico, 120 empresas españolas tienen intereses allí, algunas del tamaño de Repsol, Cepsa o Naturgy relacionadas con el mercado energético al tratarse de un país proveedor. El volumen de negocio con Argelia asciende a unos 3.000 millones de euros anuales en exportaciones de todo tipo, alrededor del 1% del total. Un marco comercial especialmente protegido y fomentado hasta ahora por ese tratado de Cooperación suspendido.
El Gobierno español pidió a la Unión Europea que se implicase en la búsqueda de soluciones porque el impacto de la ruptura con los argelinos podría ser global a todos los niveles pero también económico. Y el anuncio de la prohibición de cualquier domiciliación bancaria para operaciones comerciales con España ya suponía en la práctica el fin de las relaciones comerciales. Este viernes, la Unión Europea mostró formalmente su preocupación por la ruptura de Argel con el Tratado de Amistad firmado con España y la decisión de detener las transacciones entre los dos países. En un comunicado, firmado por el Alto Representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, y el vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, se señaló que iban a evaluar en detalle las consecuencias de estas medidas y que consideraban que, "en principio", podrían vulnerar el Acuerdo de Asociación de Argelia con la UE. La misión de Argelia ante la Unión Europea reaccionó horas después aclarando que entre las decisiones adoptadas por el país magrebí no se se encontraba en ningún caso el frenar las transacciones corrientes con España. Con respecto al suministro de gas, la misión diplomática argelina insistió en que corresponde a las empresas comerciales "asumir todos sus compromisos contractuales" y que cumplirá con los acuerdos aprobados en este contexto. El Gobierno español mostró su satisfacción por la rectificación de Argelia.
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La crisis migratoria vivida en mayo del año pasado en la frontera entre Ceuta y Marruecos fue el detonante de todo lo que vino después. Uno de los argumentos principales del Gobierno a la hora de sostener el cambio de postura en la política exterior española tenía que ver precisamente con eso: la necesidad de estrechar lazos con el país vecino para mejorar la colaboración en materia migratoria. Sin embargo, también en este capítulo se le abre un nuevo frente al Ejecutivo de Pedro Sánchez.
El trabajo conjunto de los ministerios de Interior español y argelino ha sido una constante en los últimos 20 años para intentar luchar contra las mafias del tráfico de personas y evitar que la ruta migratoria argelina hacía la costa levantina y Baleares se convirtiera en un desafío aún de mayores dimensiones. Según las cifras del propio Gobierno español, Argelia es por detrás de Marruecos el segundo país de origen de inmigración irregular, aunque el propio Ejecutivo reconoce que el nivel de colaboración de las autoridades argelinas ha tenido poco que ver históricamente con el constante desafío marroquí. En los últimos meses la llegada de pateras a las costas de Almería, Murcia, Islas Baleares o Alicante se ha incrementado, pero el ministerio del Interior evita hacer de ese hecho una relación de causa efecto respecto a la postura española con el Sáhara. "Estoy convencido de que no va a afectar en materia de seguridad, donde el trabajo es absolutamente permanente", aseguró esta misma semana Fernando Grande-Marlaska.
Según datos de la EPA de este mismo año, en España viven un total de 64.954 ciudadanos de origen argelino, entre los que la preocupación también se ha extendido los últimos días. “En España también hay muchos argelinos que son gente de negocios y que están preocupados y enfadados”, cuenta Houria Sehili, presidenta de la Casa de Argelia en España. “Este conflicto lo deben solucionar entre los Estados pero Argelia no puede hacer esto, lo ha cortado todo y al final quienes más sufrirán las consecuencias serán los propios argelinos”, lamenta.