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El Gobierno recompone las alianzas con sus socios: salva el paquete fiscal y allana el camino de los presupuestos

Estefanía Molina: "Las próximas elecciones se van a decidir en el bolsillo de la gente"

Pese a su juventud, la politóloga Estefanía Molina (Igualada, 1991) se ha convertido en una analista demandada habitualmente por destacados medios de comunicación que van desde El País, la Cadena Ser, TV3 a LaSexta. También es autora del ensayo El berrinche político, publicado el pasado año. Esta semana de resaca electoral tras los comicios andaluces, se ha reabierto una polémica recurrente en España respecto a los límites entre la responsabilidad jurídica, la política y la ética, a partir de casos como la dimisión de Mónica Oltra o la decisión de la Fiscalía Anticorrupción sobre los negocios del hermano de Díaz Ayuso. Molina tiene claro que “en España nos limitamos mucho a lo judicial y a veces también la responsabilidad ética y moral parece que queda en un segundo plano”.

La lección andaluza

“Las elecciones de Andalucía pueden dejar para el largo plazo la constatación de que se está produciendo una fortaleza mayor en el Partido Popular a lomos de la absorción de Ciudadanos. Esto ya venía pasando, pero a su vez se ha producido un frenazo respecto a Vox. Hasta ahora existía esta idea de que el PP siempre iba a necesitar a Vox para gobernar. Y ya vemos en varias autonomías que esto no está ocurriendo. Por tanto, podemos considerar que en el momento en que haya elecciones autonómicas y municipales, incluso en generales, podemos ver un PP mucho más fortalecido. Y hay otra dinámica: la desmovilización de la izquierda. Esto penaliza mucho a la actual coalición de Gobierno. La izquierda se lleva deberes de estas elecciones y a su vez la derecha una ventaja que puede ir replicando en adelante”.

Tendencias de fondo

“En mi opinión, las elecciones andaluzas sí que son un buen marcador de las tendencias de fondo que estaban ocurriendo ya en la política española. Veíamos que las generaciones más jóvenes del PP se estaban yendo a Ciudadanos, en su momento, y ahora, a Vox. Tenemos un PP que está recuperando voto joven. También podemos ver otra tendencia que es muy interesante: un trasvase de votos que ya empiezan a notar los sondeos en lo que sería una izquierda más moderada, un votante del PSOE que se puede estar yendo al PP. A ello se le suma también un factor fundamental que es la desmovilización de las izquierdas. Ocurre aquella que simbolizaba Podemos, a día de hoy, sólo es fuerte en los sillones ministeriales. Si la izquierda quiere reeditar la coalición en Moncloa, necesita un PSOE fuerte, pero a la vez necesita una izquierda alternativa fuerte”. 

El PP de Feijóo

“El PP, respecto a otros partidos populares del pasado, a día de hoy es una especie de reino de taifas, donde cada barón tiene su propia fórmula para ganar unas elecciones. Y las tenemos tan distintas como es la de Ayuso, una especie de imitación de los postulados de Vox, mientras Feijóo ha rechazado la idea de pactar con la extrema derecha, en una línea muy parecida a la de Juanma Moreno. Feijóo, si llega alguna vez a presidente del Gobierno, será a lomos de la fortaleza de todos sus barones. Algo muy curioso es que este PP se parece al de hace unos 15 años, con unos barones muy regionalizados que le están permitiendo tener más arraigo en los territorios. Vemos a ese Juanma Moreno con la bandera andaluza, mientras Feijóo también hace gala de galleguista y Ayuso representa un madrileñismo un poco más impostado. Y esta es otra fortaleza hoy en día del PP, que no da esa imagen tan centralista como daban Ciudadanos o Vox”.

La reacción del Gobierno

“El Gobierno, tras las elecciones andaluzas, ha necesitado recuperar la iniciativa política para marcar agenda, para que en el imaginario colectivo la idea de Andalucía no se extienda. El Ejecutivo intenta pasar página rápidamente en una cuestión que es mollar. Si la izquierda está desmovilizada es porque la acción del Gobierno tal vez ha causado cierta desazón. La coalición tenía dos objetivos fundamentales: la lucha contra la desigualdad, algo que ahora se ve absolutamente torpedeado por la inflación, y quién va a pagar esta crisis. Hoy en día tenemos a una de cada cinco personas en riesgo de exclusión social, mientras que uno de cada tres jóvenes también son trabajadores pobres. Esto ha hecho que se abriera un debate interesante en el Gobierno: la discusión sobre si ha sido suficientemente de izquierdas o no”.

La crisis económica

“La economía va a ser el tema fundamental, básicamente porque, en el contexto en el que estamos ahora mismo, incluso los propios partidos de la oposición han renunciado a las luchas de las batallas culturales, y eso se ve clarísimamente en la derecha. Por ejemplo, Vox ha pasado de una estrategia muy identitaria, de impugnar todas las cuestiones de género y de hablar mucho de la inmigración, a centrarse mucho más en las cosas del comer. El PP tiene un líder que no está cómodo en las batallas ideológicas, sino más en la economía. Las próximas elecciones generales creo que se van a decidir en el bolsillo de la gente, en el bolsillo de las familias. Hay un miedo al futuro que ya era estructural antes de la pandemia, incluso antes de la guerra de Ucrania. Ahora se le suma el miedo que tiene mucha gente a que no vamos a estar mejor porque se tiende a pensar que pueden venir recortes. La economía va a ser el tema de las elecciones: ni el proceso independentista catalán, ni ERC, ni las batallas ideológicas culturales. Va a ser el bolsillo de la gente, las cosas del comer y la economía”.

Pactos de Gobierno y oposición

“La estrategia del PP de Feijóo va a ser tenderle la mano al Gobierno y mostrarse como un partido de Estado. La percepción para el PP es que el Ejecutivo se cuece en su propia crisis, en su propio problema con la inflación. Lo que intenta proyectar el PP es que ellos son el partido que va a gestionar la economía. Eso también les viene bien frente a Vox, porque en un contexto de estas características un elector de derechas puede dudar entre votar a un partido que nunca ha gestionado nada, aunque pueda tener proclamas muy seductoras, o un partido de gestión como es el PP. Otra cosa es que hay temas pendientes en la agenda como la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Creíamos que Feijóo se visibilizaría más rápidamente como un líder de Estado y que aceleraría ese proceso, y eso no se está dando”.

La encrucijada de Vox

“Vox se va a encontrar en una coyuntura muy complicada. En primer lugar, el tema de la agenda es la economía y es un partido que no ha gestionado nada. Mientras, el PP, por mal que lo haya hecho en el pasado, sí que tiene un aval de gestión frente a los ciudadanos españoles. Por tanto, esto está obligando de momento a Vox a aparcar un poco lo que era su agenda identitaria. Puede haber unos electores que apoyen la idea de reunificar el voto o de dárselo a un partido que se perciba con más utilidad política o más capacidad de gestión. Vox está en una especie de dilema, porque si hace mucha gala de cuestiones ideológicas es probable que eso desconecte con el caldo de cultivo que la gente tiene ahora mismo. Pero si deja de hacer el exabrupto va a perder toda su visibilidad. Por tanto, tiene una circunstancia complicada”.

El reto de Yolanda Díaz

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“La candidatura de Yolanda Díaz ya llega viciada en el fondo. Y es que hay un ala de lo que tendría que ser esa candidatura que es Podemos, que parece que aunque aceptan que ella tiene que ser la líder, la candidata se resiste un poco a que ocupen espacios de influencia. Vemos cómo, en cierto modo, hay una lucha de Podemos por reivindicarse o por querer mantener cierta influencia. Y eso al final se consigue en el discurso político, en el espacio y en las listas. Por tanto, Díaz ya nace con el reto de ver cómo encaja Podemos. Un Podemos que la acepta como líder, pero claramente que no quiere ser difuminado ni quiere desaparecer como marca. Otro reto que tiene es cómo volver a tejer todas esas confluencias o alianzas que tenía la formación morada, que eran plurinacionales y le permitían un arraigo en el territorio”.

La OTAN en Madrid

“No seré yo quien le reste un ápice de importancia a la cumbre de la OTAN en España. Hay algo que celebrar en que seamos la sede, pero creo que a veces se sobredimensiona el impacto que esta cumbre va a tener en la psicología del votante. Es decir, ahora mismo está al bolsillo, a la gasolina, al precio de la luz y al precio de los alimentos. Por tanto, a nivel electoral, que el Gobierno se muestre muy institucional no va a tener ningún efecto más allá del orgullo patrio. Por otro lado, está el debate que se da dentro del Ejecutivo, entre las tesis del ala morada o de algunos ministros muy incómodos con esta situación. Todavía existe en una parte de la izquierda esta rémora del discurso anti otanista, aunque algunos expertos de política internacional consideran que es un debate en cierto modo del pasado. Al final, esto va a ser un debate para los medios, para que la derecha pueda hablar de socios desleales y tengamos la polémica servida”.

Lo que resta de legislatura

“A mi entender queda muchísima legislatura, todavía hay mucho partido. Cuidado, porque Pedro Sánchez tiene muchas vidas, así lo ha demostrado, y mucha resiliencia, como dicen en Moncloa. Pero más allá de eso, lo que va a determinar la importancia de esta legislatura es, en primer lugar, lo que va a ocurrir con la economía. También creo que el Gobierno va a necesitar un esfuerzo por reconstruir o recomponer sus alianzas con sus socios parlamentarios. Y, por último, hay una clave que a mí me parece muy importante: ¿Qué serán antes: las elecciones municipales y autonómicas o las generales? Y esto nos abre unas tesis interesantes. Porque si el que está fuerte ahora mismo en los territorios es el PP y Sánchez permite que haya antes comicios autonómicos y municipales, expone ahí a sus barones. Se la juega a una carta: si va él antes a pecho descubierto a generales, o van sus barones retro alimentándose unos con otros”.

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