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La UE compra gas al régimen corrupto y belicista de Azerbaiyán

El presidente de Azerbayán, Ilham Aliyev, y el ruso, Vladímir Putin, en el Kremlin.

SIMON RICO (MEDIAPART)

"Hoy comienza una nueva era para Bulgaria y el sureste de Europa. [...] Sinónimo de libertad, de emancipación del gas ruso, [este gasoducto] supone un cambio de situación para Bulgaria y la seguridad energética de Europa". Con estas palabras especialmente entusiastas, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, celebró el 1 de octubre pasado desde Sofía la puesta en servicio de la interconexión de gas entre Grecia y Bulgaria desde Sofía.

Este tramo de 182 kilómetros permitirá a Bulgaria diversificar su suministro de gas, que hasta ahora dependía en un 77% del gas ruso. Especialmente desde que Gazprom "suspendió" sus entregas a finales de abril como reacción a la alineación "poco amistosa" del país sobre las sanciones occidentales.

Se trata de una ampliación del Gasoducto Transadriático (TAP), que desde finales de 2020 transporta gas azerí desde el mar Caspio hasta el sur de Italia a través de Turquía, Grecia y Albania. Iniciado en 2009, unos meses después de que Vladimir Putin cortara el suministro de gas a Ucrania en pleno invierno, lo que impactó y preocupó a gran parte de Europa, este proyecto de interconexión se había retrasado mucho hasta la invasión rusa de este invierno.

A decir verdad, todos los países de Europa del Este sueñan ahora con el gas azerí, y fueron numerosos los líderes que acudieron a la inauguración en Sofía. El presidente serbio, Aleksandar Vučić, elogió a su homólogo caucásico, comparando a Ilham Aliyev con una "estrella del rock". En cuanto a Rumanía, Hungría y Eslovaquia, ya están pidiendo que la factura de la construcción de los futuros gasoductos se pague con fondos europeos.

Eso no debería ser ningún problema para la Comisión: el 18 de julio, Ursula von der Leyen realizó un viaje de alto nivel a Azerbaiyán para firmar un memorando de entendimiento que prevé la duplicación de los suministros de gas a la Unión Europea (UE) hasta 2027, con el fin de reducir la dependencia de los Estados miembros de Rusia. Pero, ¿quién se beneficia más de este acuerdo?

"El primer experto serio que aparezca te dirá que Azerbaiyán no tiene otro mercado posible que Europa para exportar su gas", afirma Pierre Terzian, que dirige la consultora Petrostrategies. El país tiene "una necesidad vital de vender su gas", prosigue, mientras sus reservas de petróleo se agotan y sus colosales inversiones en gas - "más de 40.000 millones de dólares"- aún no se han amortizado. "La UE ha decidido no consumir más gas a partir de 2050 para proteger el clima. Así que para Bakú, es ahora o nunca.”

Entre los inversores en los yacimientos marinos del Mar Caspio que van a abastecer a la UE está Lukoil, el otro gigante ruso de los hidrocarburos. A mediados de febrero, el grupo invirtió 1.500 millones de euros para adquirir una participación del 9,99% en el proyecto Shah Deniz 2 y así convertirse en el segundo mayor accionista, por detrás de la británica BP, en el yacimiento situado a 70 kilómetros de la costa de Bakú.

En otoño de 2021, Lukoil también había invertido en el proyecto de exploración SWAP, que finalmente fue abandonado el pasado mes de junio. Una elección "en consonancia con los intereses nacionales de Rusia y Azerbaiyán en cuanto a la evolución de la cooperación internacional en el ámbito energético", explicó entonces su director general, Vagit Alekperov.

Los azeríes ya se está frotando las manos. "El volumen global de entregas a Europa en 2022 ascenderá a 12.000 millones de metros cúbicos", es decir, un aumento del 30% respecto a 2021, anunció el ministro de Energía, Parviz Shahbazov, a principios de septiembre. Un mes después, el Presidente Ilham Aliyev añadió: "Azerbaiyán se ha convertido en un proveedor fiable de gas a Europa y pronto se convertirá incluso en proveedor de electricidad.”

Ilham Aliyev, en el poder desde 2003, sucedió a su padre, Heydar, ex oficial del KGB que dio un golpe de Estado diez años antes. Ahora es uno de los hombres más ricos de su país, con una fortuna estimada en 900 millones de euros. Los Panama Papers mostraron, por ejemplo, que él y su familia poseían importantes activos inmobiliarios en Europa y que sus hijos figuraban como accionistas en 44 sociedades de las Islas Vírgenes Británicas.

Los periodistas del OCCRP (Organized Crime and Corruption Reporting Project) publicaron entonces una amplia investigación revelando que su régimen había gastado 2.500 millones de euros entre 2012 y 2014 para "comprar" apoyos entre las élites políticas de la UE. Fueron untados sectores del deporte, de los medios de comunicación y de la cultura.

Aunque Azerbaiyán ocupa el escaso puesto 128 (de 180 países) en el índice de percepción de la corrupción de Transparencia Internacional, el régimen de Alíyev tiene poco de qué preocuparse: la prensa libre ya no existe y los escasos opositores están amordazados. "Ninguna televisión o radio independiente emite desde el país, y todos los periódicos impresos y críticos han sido cerrados", insiste Reporteros sin Fronteras, mientras el país ocupa el puesto 154 en su clasificación mundial de la libertad de prensa. 

En este contexto, se han alzado varias voces dentro de la UE para denunciar esta "diversificación" tan promocionada por Bruselas. "Aparte de que esta iniciativa continúa la frenética carrera de explotación de los recursos de nuestro planeta, este acto coloca a la Unión Europea en una situación de nueva dependencia de un Estado con aspiraciones belicosas", deploraban diputados franceses de todas los partidos en una tribuna publicada este verano.

Miedo a una nueva conflagración

A mediados de septiembre estallaron violentos enfrentamientos con Armenia en Nagorno-Karabaj, en los que murieron casi un centenar de personas. Tanto es así que se teme una nueva conflagración dos años después de la guerra de 44 días en la que Bakú recuperó cerca del 20% del territorio en disputa. Pero eso no impidió que el Presidente Ilham Aliyev acudiera a Sofía para asistir a la inauguración de la conexión entre Grecia y Bulgaria, todo sonriente con su imponente bigote.

La eurodiputada checa Markéta Gregorová declaró a Euractiv que ha "aumentado significativamente" la presencia de representantes azeríes en Estrasburgo y Bruselas desde la visita de verano de Ursula von der Leyen a Bakú.

Para esta eurodiputada del Partido Pirata checo, que pertenece al grupo de los Verdes, la UE debería aprender de su experiencia con Rusia y no aumentar su dependencia de otras dictaduras belicistas. Sobre todo porque el texto rubricado por la Presidenta de la Comisión, que prevé una cooperación a largo plazo, carece de mecanismos de control.

Esto sienta un "peligroso precedente", dice Markéta Gregorová. Corremos el riesgo de financiar la corrupción y las violaciones de derechos humanos del régimen autoritario azerí. Por no hablar de la posibilidad de que se cierre el grifo si los europeos critican demasiado a Bakú por lo de Nagorno-Karabaj.

 

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Traducción de Miguel López

 

 

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