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Lo sagrado en el día a día

Portadas de 'El baile de los pájaros' de Basilio Sánchez, 'Pan y circo' de Itziar Mínguez Arnáiz, 'Al Dios sin nombre' de Antonio Moreno y 'Amapolamen' de Elena Román.

Nos atrae lo que no sabemos explicar, que es uno de los componentes de lo sagrado. La poesía existe precisamente para acercarnos a ese espacio que se escabulle entre los dedos. Basilio Sánchez ha creado una manera propia de buscarlo en la naturaleza, con versos que nos llevan hasta el límite mismo de lo inefable. Itziar Mínguez prefiere referenciar su búsqueda en las noticias que nos sirven los informativos. Antonio Moreno, en su libro más reciente, persigue a Dios, sabiendo que no existe y reconociendo sin embargo que le influye. En cuanto a Elena Román, su manera de acercarnos a lo inexplicable es elevar lo cotidiano a imágenes oníricas, metáforas que sueñan por nosotros.

El baile de los pájaros

Basilio Sánchez

Pre-Textos (2023)

La poesía es el baile de los pájaros frente a la comitiva de la boda

Nueva entrega de este poeta diferente que es Basilio Sánchez (Cáceres, 1958) con su universo tan particular y sus versos sentenciosos, casi solemnes, con los que celebra el universo a la manera entusiasta de Whitman, pero con la contención poética del que reflexiona.

Junto a pasajes en los que los rebaños del cielo pastan en la nieve, el relámpago convoca a las festividades del crepúsculo o la nieve inaugura la fiesta del invierno, Sánchez intercala meditaciones sobre la escritura poética. Nos dice: "Escribo para alguien al que miro a los ojos". Nos dice: "Escribir es trabajar con las manos. / Yo lo hago por agradecimiento, por respeto, / por un deseo profundo / de acercarme a las cosas y cuidarlas". Nos dice también que "la poesía es una apuesta / moral ante la vida / que de alguna manera / nos limpia el corazón, pero nos deja / para siempre sin nada".

La metapoesía ocupa por tanto un lugar importante, pero solo una parte de su atención. En sus poemas, Sánchez se expresa como ser humano en nombre de una humanidad que se entrelaza con la naturaleza: "los animales / hablan por nosotros, / los álamos del río respiran por nosotros, / las nubes más pequeñas / apaciguan el cielo por nosotros…". Las sombras tienen sentimientos, las cosas más hermosas lo son sin pretenderlo: "Me concierne / el silencio de los bosques, / me concierne el silencio con que un árbol / va convirtiendo el sueño de sus hojas / en retablo de iglesia, / en un lugar abierto para el culto / de lo insignificante y lo secreto".

Embebido en un panteísmo sin dios, muchas veces en tono salmódico, de oración pagana, Sánchez exprime el silencio, la nieve, los árboles, los bosques, tratando de extraerles el jugo del misterio. "Lo que más me emociona es lo que menos comprendo" concluye. Y añade que no "hay visión sin memoria", que "lo inesperado es siempre la ternura". En medio de este paraíso, estamos solos: "Todos, alguna vez, / nos hemos acabado soltando de la mano / de un padre con el que paseábamos / por la linde de un bosque".

Pan y circo

Itziar Mínguez Arnáiz

Baile del Sol (2022)

Hemos sido engañados / sí / y miramos para otro lado / a ver si con un poco de suerte / logramos también engañarnos / a nosotros mismos

Son muchos los poetas que utilizan la naturaleza como referente con el que conversar en sus poemas. Itziar Mínguez (Barakaldo, 1972) confronta los suyos con eso que llamamos la candente actualidad. La ascensión de Trump, por ejemplo, le inspira tres poemas. La borrasca Filomena aparece en otro. Aunque lo que más le fascina son las noticias que tienen que ver con el espacio estelar.

Conviene matizar que Mínguez hace una sabia recepción de esas noticias. Por ejemplo, sigue minuto a minuto el amartizaje de la nave Perseverance, pero una vez que finaliza, la poeta recupera la conciencia de su propio tamaño: "miro al cielo / está muy cubierto // dentro de un rato / hoy ya será / ayer". Otro de esos agudos contrastes cósmicos llega en Síndrome de Kessler, donde imagina la basura espacial: "toda esa basura flotando por ahí / y la noche en cambio / tan limpia / tan estrellada".

Pero no solo de noticias vive la actualidad. El desenlace de la serie Twin Peaks le facilitó una aventura amorosa: "tú y yo / besándonos a escondidas / en cada rincón de la universidad / mientras el mundo a nuestro alrededor / seguía preguntándose / ¿quién mató a Laura Palmer?". Otro poema amoroso enumera nombres de cantantes y concluye: "todas las canciones / conducen / a ti".

La poeta se muestra muy crítica con la hipnosis a la que nos inducen los medios y continuamente pugna por liberarse, ya sea mirando para otro lado para que dos planetas puedan amarse a solas, calificando el coaching como "el tú puedes de toda la vida" o conjurándose a no acabar como el protagonista de la película Toro salvaje.

Muchos de sus poemas preparan el terreno a los finales explosivos. Por ejemplo, tras repasar su vida concluye que "no es por criticar / pero la que pude haber sido / me cae fatal". Y puestos a elegir, si le piden un epitafio, elige la sintonía final de los Looney Tunes y la voz de Porky anunciando: "¡Eso es to- / eso es to- / eso es todo, / amigos!"

Al Dios sin nombre

Antonio Moreno

Cálamo (2023)

Habla con Dios y al tiempo lo refuta. / Habla con Dios / pero a la vez lo niega

La poesía de Antonio Moreno (Alicante, 1964) hace muchos libros que se centra en lo que pasa inadvertido de puro transparente: "y te deslumbra ser / así, tan de repente, / excepcional testigo de cuanto ahora mismo / nos rodea y sucede de una vez / con candor absoluto, / mientras tú en tus adentros das las gracias / solo por darte cuenta".

No obstante, esta observación de lo sutil no se ofrece sin lucha. Por un lado, el poeta lamenta en silencio significar para los gorriones lo mismo que un espantapájaros o tener que esforzarse para valorar en la ropa que saca del armario el agua que sirvió para lavarla. Lamenta esa distancia de las cosas, el verlas suceder tras el cristal, "al margen de nosotros": "Porque, más que mirar cada mañana, / el ojo ve un recuerdo, evoca, / pero muy raramente ya contempla / eso de ahí delante, los colores, / las aceras, los árboles, las gentes / la realidad, que nunca nos espera, / porque siempre amanece extraña, incógnita".

El poeta escenifica esa distancia hablándose a sí mismo: "No escribes… A decir verdad, escuchas". Y aunque su vocación es escuchar lo que ocurre alrededor, "terminamos / ―casi sin darnos cuenta― / escuchándonos / muy por dentro. // Donde ser se parece tanto a dejar de ser, / y la vigilia al sueño".

El tema de la muerte asoma entonces y alcanza su plenitud en la segunda parte del libro, una suerte de oración o de búsqueda de lo sagrado donde el poeta se dirige al Dios en que no cree y que sin embargo forma parte de su diálogo interior: "Te escucho como ahora tú me escuchas, / creándote a la vez que estás creando / mi nueva piel sobre la antigua herida". Son 16 poemas numerados que, al contrario que los anteriores, hablan de ideas que se le escapan al nombrarlas y que solo pueden atraparse por comparación con sustancias tangibles.

Al final, el poeta nos aclara que escribió los primeros poemas en 2019 y 2020, y esta segunda parte, que da título al libro, en tres meses de 2022. Antonio Moreno es un autor que acostumbra a cambiar de editorial y que ilumina aquellas por la que va pasando, como en este caso ocurre con la palentina Cálamo.

Amapolamen

Elena Román

Gato Encerrado (2023)

Hablo para que nadie me entienda. Hablo para que ciertos gatos se acerquen. Porque callada parezco otra. Porque me noto la piel como arrodillada

El surrealismo de Elena Román (Córdoba, 1970) no se aparta de lo cotidiano, sino que transfigura el día a día en imágenes audaces que tienen algo de los dibujos de un pijama. Enseguida las identificamos. Desde el título, que parece una broma, pero no lo es en absoluto, a través de poemas en prosa perfectamente cuajados, nos acerca a una historia de amor llena de inseguridades: "El amor es una casa para cien donde viven dos. […] En el amor hay goteras desde el principio que en el principio no afectan".

Como el místico Juan de la Cruz, expresa la entrega total con vuelos: "Voy en pájaro hacia ti, no cierres la ventana". O, en otro momento: "porque cada mañana pienso que podría regresar para verte, cada noche cierro mi habitación y abro el aeropuerto".

El paisaje en el que transcurre cada poema participa del estado emocional y lo matiza. Así "en la playa nadie piensa sin arena en su pensar", "es imposible ver qué dedo enciende la estrella", "me desplomo, por supuesto, pero antes de llegar al suelo soy una carretera", "maldita sea, la arboleda sigue ahí, ¿entiendes lo que significa eso, maldita sea? Que llueve".

Todo transcurre en medio de una realidad líquida, en la que las dudas sobre la existencia de la relación amorosa se confunden con las dudas sobre la propia existencia: "Lo que no existe, no importa, ¿no? Nosotros existimos, ¿verdad? Eso importa".

Cantos de despedida

Cantos de despedida

En cuanto a las zozobras cotidianas, toman forma de pensamientos que mueren atropellados, de lunares que opinan como grillos, en una atmósfera con algo de cuento infantil: "algunas noches de invierno se ve a lo lejos una luz encendida que reconforta. Pero a lo mejor es el infierno". El presente es inestable, el pasado pura irrealidad: "es como si no hubierais pasado el tiempo y tú". Y no obstante, en ese mismo pasado está la esperanza de "que la alegría sea recuperable aunque para eso haya que andar hacia atrás hasta llegar al momento en que empezó a perderse".

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Arturo Tendero es periodista y poeta. Autor de 'A todo esto' (Pre-Textos, 2023) y de 'Con la cabeza clara y el casco de Minerva' (Altabán, 2023). Estas reseñas y otras más pueden encontrarse en su blog 'El mundanal ruido'.

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