Frente al catastrofismo, periodismo de soluciones: “Queremos cambiar las gafas con las que miramos el mundo”
Frente a la crispación y el catastrofismo mediático, un periodismo que busca soluciones y crea aprendizaje. Esta es la iniciativa que hace ya diez años un grupo de periodistas de Estados Unidos se propuso con la fundación de Solutions Journalism Network (SJN).
Este mes celebran su diez aniversario con reuniones de periodistas y simpatizantes en una quincena de ciudades de todo el mundo. En nuestro país el anfitrión de este encuentro es el periodista Alfredo Casares, SJN Lede Fellow y formador acreditado por la organización norteamericana. Es autor del libro La hora del periodismo constructivo y fundador del Instituto de Periodismo Constructivo, que ha impartido talleres a más de 300 profesionales del sector de la información. Algunos de ellos se han reunido este jueves 16 de noviembre en Madrid en un encuentro informal al que han acudido periodistas, profesores universitarios y estudiantes en la sede de Open Value Foundation.
Cuenta Casares al comienzo de la charla que este tipo de periodismo consiste en “escuchar más e interrogar menos”. No tiene que ver con el “buenismo”, o con edulcorar la realidad y mirar a otro lado, símplemente es una forma de contar diferente, analizando con mucho rigor los desafíos de la actualidad, sin olvidar sus retos y soluciones: “El objetivo es construir una audiencia mejor informada, más crítica, unida, cohesionada y comprometida con la acción social. Lo hacemos tratando de influir en todas las narrativas, también en empresas o instituciones. Queremos cambiar las gafas con las que miramos el mundo”.
Más necesario que nunca
La inmediatez mediática y el efecto de las redes sociales han agudizado la polarización y la difusión de noticias falsas. Sus efectos han sido más que evidentes en los últimos años: el asalto al Capitolio de Washington; el surgimiento de líderes de extrema derecha como Javier Milei, en Argentina, forjados prácticamente gracias a Tiktok; o sucesos como los que se están viviendo estas noches frente a la sede del Partido Socialista en Ferraz.
Los datos de confianza en los medios de comunicación no son alentadores y son muchos los ciudadanos que deciden dejar de informarse por los efectos emocionales que les generan las noticias negativas y la sobreinformación. “Este tipo de periodismo se está expandiendo como el cemento con las audiencias porque sirve para contrarrestar el abandono de noticias y combatir la división social”, añade Casares, mientras que reconoce que, aunque más moderadamente, esta corriente también se está abriendo paso en nuestro país: “Hay directivos que se forman para poder formar ellos a su plantilla, nuevas secciones, nuevos proyectos editoriales, universidades interesadas…”
InfoLibre es uno de esos medios que está trabajando para aplicar el periodismo constructivo a un proyecto generalista, con una fuerte presencia de la actualidad política, el análisis y la investigación: “Es muy interesante lo que estamos trabajando con ellos, desde una visión estratégica, para conseguir su implantación de manera permanente, sostenible, realista y de largo recorrido”, afirma Casares.
Daniel Jiménez es uno de los profesionales que han compartido su experiencia con el periodismo constructivo en este encuentro. Escribe en la web noticiaspositivas.es que, desde hace años, se encarga de dar voz a proyectos y personas que trabajan para transformar la sociedad: “Muchas veces me preguntan por qué cuesta tanto dejar de lado las noticias negativas y alarmistas. Esto en parte lo explica nuestra naturaleza. Hay una parte biológica que se activa en el ser humano ante situaciones de miedo y peligro. Pero, frente a la democracia del espectador, como lo llama Noam Chomsky, necesitamos a personas activas y críticas que crean en que es posible solucionar los conflictos del día a día”.
Jiménez Insiste en que su trabajo no es “hacer noticias amables o eludir los problemas graves”. A pesar del nombre, no buscan la evasión: “El periodismo lleva toda la vida en crisis. Hay que buscar nuevos enfoques y a mí me encantaría que éste nos ayude a revivir la profesión, que ayude a crear una información pedagógica y divulgadora, quee el lector entienda en qué mundo vive, qué actores hay en él y cómo se pueden cambiar las cosas”.
Por su parte, Susana, profesora de radio en la Universidad Carlos III de Madrid, ha encontrado en este tipo de periodismo un impulso para no abandonar una profesión “con la que estaba muy desencantada”: “Desde esta perspectiva se ponen al servicio del periodismo de investigación nuevos formatos y narrativas. Es muy luminoso y emocionante, aunque cuesta incluirlo en los planes de estudio y, especialmente, adaptar todo esto a los códigos de los centennial”. En el mismo sentido Sonia Felipe, estudiante de Periodismo con experiencia en el ámbito de las fundaciones, cree que hace falta “deconstruir las universidades”, en las que te enseñan que “tiene que haber muchos datos” y a buscar “ese ángulo negativo”.
Una tendencia que no para de crecer
Un 70% de los directivos de medios europeos anticiparon a mediados de año su intención de impulsar iniciativas relacionadas con el periodismo constructivo, de acuerdo al informe anual de tendencias del Instituto Reuters de la Universidad de Oxford. Por el momento, según explica Casares, en Solutions Journalism Network cuentan ya con una base de datos de historias de soluciones de más de 15.500 piezas de unos 8.800 periodistas, escritas en 15 idiomas distintos.
Revista Haz es uno de los primeros medios en España que se interesó por el periodismo constructivo o de soluciones. Javier M. Cavanna, director ejecutivo y editor de la revista, además de profesor experto en transparencia y buen gobierno, cuenta cómo desde el primer momento apostaron por la cobertura de iniciativas sociales y de contenido centrado en “las personas que contribuyen a mejorar problemas”, especialmente en el tercer sector: “En 2020 nos encontramos con Alfredo, en plena pandemia. No parábamos de ver noticias negativas cuando había multitud de personas ayudando y creando. Creíamos que debían de tener voz”.
Cavanna destaca el interés por parte de los anunciantes en estos contenidos: “Hemos visto una oportunidad porque hay muchas empresas que quieren asociarse a este tipo de proyectos, aunque somos muy transparentes para diferenciar lo que es nuestra información del branded content”. Desde su fundación, además, han impulsado un observatorio de medios, en el que trabajan para mejorar la credibilidad de los periódicos y revistas en su proceso de producción de contenidos: “Los medios tienen que aprender a informar de sí mismos. Tienen que ser transparentes, no sólo con sus cuentas y la publicidad, sino ser capaces de analizar y reivindicar los impactos que están generando”. Sobre ello, Casares apunta a que “el periodismo se ha centrado mucho en hacer y no decir, pero es muy importante conectar con el ‘para qué estás’”.
En este ámbito más empresarial, algunas asistentes como Sicilia Garaolla, de Impact Hub, trabajan para desarrollar “una comunicación corporativa que tenga en cuenta los temas medioambientales, de buena gobernanza…”, evitando lo que se conoce como “greenwashing”, para apostar por la innovación y la información rigurosa. Felipe, por su parte, lamenta que, cuando se informa sobre lo que hace el sector privado, todo se queda en números y lo positivo acaba en branded content: “Es una buena iniciativa, pero no todo lo bueno tiene que ser remunerado. No vale eso de ‘si tienes algo turbio informo y si quieres que dé lo positivo paga’”.
“El periodismo no tiene que oscurecerlo todo”
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Paulino Ros es periodista de la Radio Regional de Murcia y lleva casi cuarenta años informando sobre la población migrante. Recuerda que fue en los ochenta cuando empezaron a llegar a la comunidad los primeros magrebíes, a los que más tarde se unieron trabajadores de Europa del Este o América Latina. Siempre tuvo la vocación de entender qué había detrás de una persona que lo deja todo para buscar una vida mejor. Empezó en radios locales, más tarde en “Tertulia entre Hermanos”, que llegaba hasta el norte de África, y hace poco dirigió el documental Lágrimas que forjan diamantes.
“En el documental cuento la historia de un hombre migrante que, después de haber vivido en la calle, después de mucho esfuerzo, tiene una casa, trabajo, una hija que estudia periodismo… y lo mejor es haber logrado que otras familias se sientan reconocidas en él”, explica Ros que asegura haber buscado otras perspectivas “más constructivas” desde que conoce a Alfredo: “Es el 11% de la población. No podemos quedarnos en el discurso del odio”.
Ros también señala que, cuando habla de estos temas con otros compañeros, le miran con “cara de no entender nada de lo que dice” y con cierto “escepticismo”: “Me dicen ‘pero si la gente muere en las costas’ cómo vas a ser positivo, bueno, hay que contar todo. Yo también voy a las mezquitas, al Ramadán, tiende puentes con las familias extranjeras y hago el trabajo de conocerlos y conversar. El periodismo no tiene que oscurecerlo todo”.